Capítulo I

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«Oliver, deberías dejar de ser tan tímido»
«Oye Riedel, por qué mejor no te mueres así dejas vivir bien a la gente»
«¡Hey, Olivia! Ve a comer tu sopita así engordas, cuerpo de spaghetti»
«Riedel, tu papá se mato al ver tu cara cuando naciste»

Estos solo eran una mínima porción de aquello que, inconscientemente, fue creando a la bestia.

En la actualidad

—Till, cariño, hoy es la cena de bienvenida para Christian ¿Qué dices si me pongo mi vestido nuevo de Chanel? Seguro Mareike morirá de envidia al verme así.

—Sí Simone, como tú digas.

—No me estás prestando atención Till, ¡Atiende a lo que digo! —chilló su esposa peor que una infante en medio de un capricho.

—Cielo, Mareike te envidiará, Eloísa te envidiará, Arielle te envidiará pero ¿Sabes? Ninguna te llegará jamás a los talones —respondió él, mientras intentaba combinar alguna corbata con su traje importado de Italia.

No era nada fuera de lo común que el matrimonio Lindemann despotricara contra sus propios amigos, en la clase alta abunda la superficialidad tanto como en la tierra las hormigas.

Días en la escuela -Flashback-

—Olivia, toma esto a ver si así engordas —dijo Till tirándole el plato de comida en el rostro a Oliver

—¡Ja-ja miren todos! El bastardo de Riedel no sabe si quiera abrir la boca para comer, todo porque no tiene a su papito que le explique - se burló Richard en conjunto con Till

—¡Dejenlo ya! -interrumpió Christian

—Oh vamos Chris ¿Acaso te gusta la calva? -retrucó Lindemann

—Nada de eso, no vale la pena. Es sólo eso —contestó Lorenz

Fin del Flashback

El evento tan esperado por fin llegó, Christian volvió de su luna de miel con Summer.
La fiesta de bienvenida fue preparada por la camada de graduados del high school Deutsche del año 95', actualmente todos ellos rondan en los cuarenta años, casados y con sus vidas encaminadas.
De camino al salón, Simone encendió la radio del carro:

"Siguen los incendios en Berlín. El delincuente o la pandilla efectúa de noche, y cada día amanece un nuevo carro quemado. ¿Que esperara la policía para detenerlos?"

—¡Maldito desquiciado! —gruñó Lindemann.

—¿Qué lleva a una persona a cometer semejante aberración?

—Simplemente maldad —respondía su esposo —. ¡Oh! Ahí están Christoph y Eloísa, estacionaré donde ellos.

Al bajarse del auto, se dieron saludos hipócritas entre ambos matrimonios. Simone detestaba a Eloísa, no estaba a la altura de Christoph. Él era un detective mayúsculo, en cambio, la jovencilla solo una "artista" que escribía banalidades, idioteces, nada relevante. La muchacha, que además de ser decenas de años menor que Schneider, no era comparación para la diosa de Ulrike.

—¡Buenas noches! —saludó la joven escritora.

—¿Qué tal Eloísa? Leí un adelanto de tu nueva novela —comentó Till —. Erótica, ¿Verdad?

—Si, algo así.

—No me gustaría leer ese tipo de cosas —acotó Simone —. Hay cosas que deben quedarse entre cuatro paredes, no más.

—Bueno Simone, querida, hay quienes afirman que en los libros pueden hacer verdad sus fantasías, como matar a tu padre, volverte millonario o bien arrebatarle el novio a tu hija —retrucó Eloísa, ya cansada de tanto ninguneo por parte de la nueva esposa y ex suegra de Lindemann.

Feuer FreiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora