Cuento dos: Los tres cochinitos y el lobo.

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Un invierno tres hombres de cuerpo gordos se mudaron a un pequeño pueblo para descansar de la ciudad, buscaban paz interna. Una tarde mientras acomodaban sus cosas, un vecino suyo de edad más joven que ellos les dio la bienvenida con un pastel, que por mala suerte era un pastel con escupitajo, ellos solamente rieron por la travesura infantil de su vecino, los tres amigos eran independientes y acordaron que en cuanto todos tuvieran trabajo se buscarían un departamento o una casa que rentar. Al cabo de dos meses los amigos se dividieron por el pueblo y durante esos sesentas días el vecino les hizo bromas, pero las víctimas eran respetuosas y no querían acusarlo o regañarlo. Todos estaban libres de su enfadoso vecino, mal su suerte el vecino los siguió al parecer estaba obsesionado con los tres gordos, comenzaron a recibir cartas con apodos acerca de su obesidad. Un día les envió un dibujo de los tres cerditos y el lobo haciéndoles creer que ellos eran los tres y él, el lobo. Los vecinos fueron a quejarse con sus familiares y cayeron en cuenta que el adolescente era huérfano y que no valía la pena, un día unos de los señores gordos, se encontró con el excremento de un caballo y en su cama con una nota que decía: Esto es lo que comen los cerdos. Eso ofendió al señor, eso era pasarse de la línea, así que fingió irse y cuando vio entrar al chico lo agarró del cuello, y lo sometió contra la pared.

-Ya es demasiado juego, chico será mejor que no vuelvas. – Le advirtió al chico con un tono llorón, y en vez de asustarlo lo acabo por hacerlo reír.

La amenaza no acabo por alejarlo, al contrario, los tres gordos recibían más cosas bizarras. Los gordos tenían algo que los distinguía entre ellos, estaba el gordo punki quien se llamaba: Carlos, El gordo friki: Antonio y el tercero quien era un mecánico se llamaba: Javier. La segunda broma se la llevo Antonio, al llegar a su cabaña de paja se encontró con ese joven vestido de negro; una bata al estilo monje y un cuchillo de cocina. -: Esta noche comeré carne de puerco. - Le dijo el joven mientras se reía e hizo un movimiento en falso haciendo que Antonio tirase una vela que tenía a lado de un San Judas, y comenzado a quemar la paja, el chico salió corriendo como correcaminos, Antonio no pudo salvar nada de sus pertenecías y salió a ver como su cabaña se incendiaba. Javier recibió a Antonio en su cabaña de madera que construyo él mismo, Antonio le conto todo a detalle y eso a Javier le molesto mucho, eso ya no era un simple juego así que Javier fue a visitar al vecino con rabia en sus manos, entonces al entrar se encontró con fotos de los tres amigos, pegadas en la pared y unas letras que decían: Mi presa. Lo busco y lo busco, pero no lo encontró por ninguna parte, entonces rompió sus muñecos de colección como venganza y escapo del departamento. Paso una larga semana, Javier se encontró con un puerco colgado en su portón, eso le dio un asco con tan solo verlo y estuvo a punto de vomitar en el patio, pero se lo trago. Antonio llego de su trabajo y al entrar se encontró con Javier dormido y un puerco en la cocina, lo despertó para preguntarle la razón, Antonio fue a cerrar las ventanas para impedir que entrara el frio de los árboles y no murieran congelados, malas sorpresa se llevaron con un cañón (Cuete, explosivo Mexicano.) y eso provoco un susto en ambos hombres quienes salieron asustados, y ya se dieron cuenta de que su casa también comenzaba a incendiarse; otras cosas valiosas quemadas por los juegos de un infantil. Ambos amigos fueron a la casa de Carlos quien los recibió amablemente sin negarse a tenerlos viviendo ahí, así que escucho la razón y entonces dijo -: Ese chico no le podrá hacer daño a esta casa de concreto. – Lo dijo tan emocionado, y al parecer no mentía, recibieron explosivos del chico, pero ni daño hacia a la vivienda, así que se paseaban tranquilos por la casa. Lo que no sabía el chico, era que los tres gordos escondían un secreto y uno que le costaría caro, los tres amigos eran caníbales y asesinos, pero querían reiniciar su vida en este lugar, pero parecía imposible para ellos.

Un día el vecino se coló a la casa, él creía que tenía todo ganado, pero se asustó al encontrarse con un brazo humano, pero creyó que era de juguete, al tocarlo lo sintió tan real que lo soltó con miedo, escucho un ruido que provenía de un cuarto, entonces con su cuchillo listo subió a ver y se encontró con una cabeza fumando y la cama llena de sangre, vomito sobre el piso y se dio la vuelta, pero de nuevo se escuchó el sonido en el baño; no entendió, así que fue a revisar el baño dio un grito al ver un torso completo sin brazos; ni cabeza ni piernas. Al intentar huir del lugar se encontró con un hombre gordo con mascara de puerco quien tenía una motosierra, lo esquivo pero en la sala se encontró con el segundo con un machete; el tercero se lo encontró en la ventana que estaba abierta, se arrodillo pidieron perdón a sus vecinos, rogando que le perdonaran la vida, ellos rieron satisfecho y por un segundo el muchacho se sintió salvado, pero fue grande su error que sintió el machete siendo penetrado en su pecho, el dolor fue tan fuerte que se orino. Pudo presenciar cómo sus dos manos eran cortadas por la motosierra sin piedad sintiendo el rose de las navajas, y como mordían su oreja, el tercero cargo al joven hasta una olla hirviendo que estaba en la chimenea y lo lanzo al agua hirviendo, el joven gritaba en desesperación por auxilio, pero nadie respondió a su llamado. Después de unos minutos el joven dejo de gritar y murió hirviendo, ese día invitaron a comer a los mejores amigos del muchacho para que probaran la comida hecha con la carne del muerto y todos acabaron llenos y con ganas de más. La gente no supo nada acerca del muchacho ni de sus travesuras, y los tres cerdos vivieron felices por un largo tiempo, libres, haciéndoles creer que eran tres vecinos amables quienes repartían comida a cada persona quienes tenían dinero y fama, riendo pues era carne humana de personas importantes para los que lo comían. Después de todo, El Lobo acabo siendo olvidado siendo el malo de la historia, mientras ellos eran aplaudidos y alabados escondiendo una vida pasada, Así son los cuentos: Con finales felices.Un invierno tres hombres de cuerpo gordos se mudaron a un pequeño pueblo para descansar de la ciudad, buscaban paz interna. Una tarde mientras acomodaban sus cosas, un vecino suyo de edad más joven que ellos les dio la bienvenida con un pastel, que por mala suerte era un pastel con escupitajo, ellos solamente rieron por la travesura infantil de su vecino, los tres amigos eran independientes y acordaron que en cuanto todos tuvieran trabajo se buscarían un departamento o una casa que rentar. Al cabo de dos meses los amigos se dividieron por el pueblo y durante esos sesentas días el vecino les hizo bromas, pero las víctimas eran respetuosas y no querían acusarlo o regañarlo. Todos estaban libres de su enfadoso vecino, mal su suerte el vecino los siguió al parecer estaba obsesionado con los tres gordos, comenzaron a recibir cartas con apodos acerca de su obesidad. Un día les envió un dibujo de los tres cerditos y el lobo haciéndoles creer que ellos eran los tres y él, el lobo. Los vecinos fueron a quejarse con sus familiares y cayeron en cuenta que el adolescente era huérfano y que no valía la pena, un día unos de los señores gordos, se encontró con el excremento de un caballo y en su cama con una nota que decía: Esto es lo que comen los cerdos. Eso ofendió al señor, eso era pasarse de la línea, así que fingió irse y cuando vio entrar al chico lo agarró del cuello, y lo sometió contra la pared.

-Ya es demasiado juego, chico será mejor que no vuelvas. – Le advirtió al chico con un tono llorón, y en vez de asustarlo lo acabo por hacerlo reír.

La amenaza no acabo por alejarlo, al contrario, los tres gordos recibían más cosas bizarras. Los gordos tenían algo que los distinguía entre ellos, estaba el gordo punki quien se llamaba: Carlos, El gordo friki: Antonio y el tercero quien era un mecánico se llamaba: Javier. La segunda broma se la llevo Antonio, al llegar a su cabaña de paja se encontró con ese joven vestido de negro; una bata al estilo monje y un cuchillo de cocina. -: Esta noche comeré carne de puerco. - Le dijo el joven mientras se reía e hizo un movimiento en falso haciendo que Antonio tirase una vela que tenía a lado de un San Judas, y comenzado a quemar la paja, el chico salió corriendo como correcaminos, Antonio no pudo salvar nada de sus pertenecías y salió a ver como su cabaña se incendiaba. Javier recibió a Antonio en su cabaña de madera que construyo él mismo, Antonio le conto todo a detalle y eso a Javier le molesto mucho, eso ya no era un simple juego así que Javier fue a visitar al vecino con rabia en sus manos, entonces al entrar se encontró con fotos de los tres amigos, pegadas en la pared y unas letras que decían: Mi presa. Lo busco y lo busco, pero no lo encontró por ninguna parte, entonces rompió sus muñecos de colección como venganza y escapo del departamento. Paso una larga semana, Javier se encontró con un puerco colgado en su portón, eso le dio un asco con tan solo verlo y estuvo a punto de vomitar en el patio, pero se lo trago. Antonio llego de su trabajo y al entrar se encontró con Javier dormido y un puerco en la cocina, lo despertó para preguntarle la razón, Antonio fue a cerrar las ventanas para impedir que entrara el frio de los árboles y no murieran congelados, malas sorpresa se llevaron con un cañón (Cuete, explosivo Mexicano.) y eso provoco un susto en ambos hombres quienes salieron asustados, y ya se dieron cuenta de que su casa también comenzaba a incendiarse; otras cosas valiosas quemadas por los juegos de un infantil. Ambos amigos fueron a la casa de Carlos quien los recibió amablemente sin negarse a tenerlos viviendo ahí, así que escucho la razón y entonces dijo -: Ese chico no le podrá hacer daño a esta casa de concreto. – Lo dijo tan emocionado, y al parecer no mentía, recibieron explosivos del chico, pero ni daño hacia a la vivienda, así que se paseaban tranquilos por la casa. Lo que no sabía el chico, era que los tres gordos escondían un secreto y uno que le costaría caro, los tres amigos eran caníbales y asesinos, pero querían reiniciar su vida en este lugar, pero parecía imposible para ellos.

Un día el vecino se coló a la casa, él creía que tenía todo ganado, pero se asustó al encontrarse con un brazo humano, pero creyó que era de juguete, al tocarlo lo sintió tan real que lo soltó con miedo, escucho un ruido que provenía de un cuarto, entonces con su cuchillo listo subió a ver y se encontró con una cabeza fumando y la cama llena de sangre, vomito sobre el piso y se dio la vuelta, pero de nuevo se escuchó el sonido en el baño; no entendió, así que fue a revisar el baño dio un grito al ver un torso completo sin brazos; ni cabeza ni piernas. Al intentar huir del lugar se encontró con un hombre gordo con mascara de puerco quien tenía una motosierra, lo esquivo pero en la sala se encontró con el segundo con un machete; el tercero se lo encontró en la ventana que estaba abierta, se arrodillo pidieron perdón a sus vecinos, rogando que le perdonaran la vida, ellos rieron satisfecho y por un segundo el muchacho se sintió salvado, pero fue grande su error que sintió el machete siendo penetrado en su pecho, el dolor fue tan fuerte que se orino. Pudo presenciar cómo sus dos manos eran cortadas por la motosierra sin piedad sintiendo el rose de las navajas, y como mordían su oreja, el tercero cargo al joven hasta una olla hirviendo que estaba en la chimenea y lo lanzo al agua hirviendo, el joven gritaba en desesperación por auxilio, pero nadie respondió a su llamado. Después de unos minutos el joven dejo de gritar y murió hirviendo, ese día invitaron a comer a los mejores amigos del muchacho para que probaran la comida hecha con la carne del muerto y todos acabaron llenos y con ganas de más. La gente no supo nada acerca del muchacho ni de sus travesuras, y los tres cerdos vivieron felices por un largo tiempo, libres, haciéndoles creer que eran tres vecinos amables quienes repartían comida a cada persona quienes tenían dinero y fama, riendo pues era carne humana de personas importantes para los que lo comían. Después de todo, El Lobo acabo siendo olvidado siendo el malo de la historia, mientras ellos eran aplaudidos y alabados escondiendo una vida pasada, Así son los cuentos: Con finales felices.

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