Capítulo III

1.5K 137 11
                                    

Laura

Le sonrío a la bebé que está en mi regazo, y ella me corresponde la sonrisa mientras agarra mis cachetes, provocando mi risa.

— Penny, eres la niña más adorable que he conocido... — murmuro.

Vanessa suelta un bufido mientras mira su celular, y yo suspiro.

— Vanessa, Ross siempre desaparece por horas... Tiene un trabajo, y no puede estar siempre conmigo. — le digo.

— Pero... Agh. No puedo creer que te hayan hecho casar con esa basura, y no puedo creer que tu mejor amiga te deje a su hija para que tú la cuides mientras ella va a una cita. ¡Es su hija!

— Es lo que menos puedo hacer por ella, Vanessa... Siempre ha estado para mi. Además, no es molestia para mi. Me agrada que de vez en cuando me traten como una persona grande, capaz de hacerse cargo de una niña.

Penny apoya su cabeza en mi pecho, y no tarda en quedarse dormida. Sonrío levemente mientras la miro. Ella era mi sueño roto, siempre he deseado tener hijos... Pero dudaba algún día estar completamente sana para poder tener un bebé.

— Tal vez Ross quiera tener hijos contigo, ¿lo han hablado? — pregunta mi hermana mayor.

— Jamás nos hemos acostado... — murmuro. — No me desea de esa manera.

— Oh, Laura... Lo siento tanto. Sé cuanto tú lo amas.

— ¿Tan obvia soy? — pregunto con la voz rota. — Jamás querrá estar con una mujer enferma, a punto de morirse, débil, pelada y fea.

— ¿Por qué te fijas tanto en tu físico? Además de que eres preciosa, eres buena y dulce. Ross sería un idiota si no se fijara en ti, ¿por qué no intentas conquistarlo? Tal vez podrías hacer algo especial por el, actuar como una esposa y demostrarle lo que se está perdiendo por perder el tiempo fingiendo que no te ama.

— Él no siente lo mismo por mi... — susurro con tristeza.

— Nunca se lo has preguntado. — argumenta. — Deja de menospreciarte, vales más de lo que crees.

Suelto un suspiro y asiento. Me levanto con cuidado y voy a llevar a Penny a mi habitación para que pudiera dormir tranquila. Me cuesta demasiado subir las escaleras con la bebé, pero lo logro de todas maneras. Cada vez las sesiones eran peor.

Me miro una vez al espejo, y paso mis dedos por mi cabello, como me lo esperaba... Parte de mi cabello queda en mis manos, provocando que mis ojos se llenen de lágrimas.

Entonces, recuerdo las palabras de Ross. Algo que siempre solía hacer cuando me sentía mal conmigo misma.

"Eres hermosa, cara"

Cara. Ese apodo se había convertido en mi favorito, y adoraba cada vez que Ross me lo decía desde que sabía su significado.

Bajo a la sala otra vez, mi hermana está hablando por teléfono con mi padre.

— Has permitido que esto le pasara, no puedo creer que hayas aceptado esta estupidez. Tu hija ama a ese hombre, y él es un idiota que solo romperá su corazón. ¿No pensabas que esto pasaría? ¡Es Laura! Le importa una mierda si es un criminal, ella siempre busca lo mejor de cada persona y nadie valora eso. Nadie valora una mierda de ella. ¡Es mi hermana, joder! ¿Pueden dejar de decidir por ella y lastimarla? ¡Quiero que sea feliz! — escucho que grita mi hermana, mientras llora. — Tú no sabes lo que ha sido para mi, yo he estado siempre para ella mientras que ustedes viajaban por negocios. No saben una mierda de Laura. No volveré a irme. Me quedaré, y pobre de ustedes que vuelvan a hacerle daño. Vete a la mierda, papá.

Vanessa arroja su celular lejos de ella, y rompe a llorar. Eso hace que mi corazón se parta, ella no merecía esto. Todo era por mi culpa, solo les causaba daño a los que más amaba.

— Vanessa... — murmuro.

— Estoy un poco sensible, lo siento. Debo irme, ¿estarás bien sola? Bueno, tienes a tu ama de llaves...

— Querrás decir a mi enfermera. Estaré bien, descuida. Prepararé una cena para Ross esta noche. — digo sonriendo tímidamente, eso la hace sonreir.

— Esa es mi chica. Conquista a ese hombre, tigresa.

Suelto una carcajada y la abrazo, ella me corresponde el abrazo y me dirige una sonrisa antes de marcharse.

Cuando me quedo sola, suelto un suspiro y decido distraerme cocinando. No podía hacerlo muy seguido, ya que mi familia no me dejaba. Pero a Ross le gustaba cuando yo cocinaba, además hoy salía temprano. Podría hacer un pequeño esfuerzo. Mi enfermera había sido mandada a su casa, quería demostrar que no era una niña.

Mientras estoy cocinando, siento que comienza a faltarme el aire y maldigo por dentro. Odiaba esto. Odiaba esta enfermedad. No podía estar parada demasiado tiempo sin que me comenzara a faltar el aire.

Decido sentarme, y así he estado al rededor de dos horas. Cocinando y sentándome cuando el aire comenzaba a faltarme, pero finalmente tenía la comida preparada y la mesa lista. Ross no tardaría en llegar, siempre llegaba a las diez de la noche.

Pero las horas comiezan a pasar, y Ross no llegaba. Lo espero en la sala, con la esperanza de que no se tardara demasiado y todo no haya sido en vano. En ese momento, comienza a faltarme el aire, intento recobrarlo pero no lo logro.

Por favor, otra vez no... No hoy. Mis ojos se llenan de lágrimas, e intento calmarme pero el aire no vuelve. Tomo mi celular como puedo y marco a Ross, pero como siempre...

Apagado.

Llamo a mis padres, ellos atienden de inmediato. Siempre los tenía en llamado de emergencia.

— ¡Laura! ¿Qué sucede? ¿Estás bien? — pregunta mi padre preocupado.

— No... No puedo... No puedo respirar... — susurro llorando, como puedo. — Ayuda... No puedo... Está Penny...

Intento tomar aire otra vez, pero es en vano. Entonces, siento que comienzo a desvanecerme y antes de poder decir algo más.

Ya no hay más nada.

Marriage | RauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora