Lee Felix, Bang Christopher, ambos destinados al mismo mundo pero con distintos objetivos.
Lee Felix, ser la clave que desate la guerra por el control total.
Bang Christopher, infiltrarse en el mundo humano para poner fin a la guerra.
¿Podrían sus c...
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Suspiró aburrido viendo por quinta vez hacia el terreno de tortura donde se encontraban quienes en algún momento fueron conocidos como humanos, estos estaban siendo sometidos a sus castigos cosa que admiraba por el gran ventanal.Oía los gritos desgarradores de mujeres siendo violadas, hombres siendo mutilados, entre otras penitencias. Le restó importancia puesto que estaba acostumbrado y se puso a jugar con el fuego que salía por las puntas de sus dedos. Su actividad se vio interrumpida por el estruendo de las puertas siendo abiertas de un empujón.
—Mocoso irresponsable, te dije mil veces que es lo que debes hacer ¡Y no te importa!—Reclamó yendo de un lado a otro de la oficina.
Resopló fastidiado, todo el tiempo eran las mismas palabras.
—¿Qué quieres que te diga? No me interesa—Contestó cruzándose de brazos.
—Hubiera sido mejor que Scio escogiera a tu hermano, él sí está capacitado—Soltó.
Hermano, hermano y más hermano. No entendía que necesidad tenían sus superiores con recordarle la responsabilidad con la que el demonio menor podría ejercer el control si la leyenda hubiera dictado las cosas de manera diferente. Él también estaba capacitado.
—Puedo cumplir con sus palabras—El demonio lo miró con una expresión de ira en su rostro—Que quiera hacerlo ya es otra cosa—Admitió—Iré a ver a los idiotas. Nos vemos luego, Lucifer.
Ignoró los llamados furiosos del superior y convirtió su cuerpo en un conjunto de llamas de fuego negro dispuesto a salir de aquel tedioso ambiente.
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Buscaba impacientemente a sus compañeros sin éxito alguno. Su autocontrol tenía un límite y sus amigos ya lo habían pasado.Como si los hubiera invocado, tres demonios aparecieron frente suyo, estos le dieron una sonrisa siendo ignorados mientras los veía con una expresión de molestia grabada en el rostro.
—¿Qué sucede, hermano?—Preguntó el de menor estatura—¿Problemas con el superior de nuevo?
—¡Los estaba buscando!—Exclamó—Ir de un nivel a otro no es sencillo, yo también me canso ¿Lo saben o no?—Cuestionó.
El silencio que se produjo fue respuesta suficiente. Soltó un profundo suspiro.
—Ya, no te agobies abuela—El mayor de todos hizo un gesto con sus manos—Nos buscabas y aquí estamos.
—Woo Jin tiene razón—Concordó el castaño—Aquí nos tienes.
—¿Cuanto tardaste en entrenar a Min Ho? Lo tienes bien amaestrado—Bromeó, olvidándose por unos segundos el motivo de su búsqueda.