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Sus ojos eran tan azules que me podía ahogar en el océano con tan solo verlos.

Su sonrisa era tan blanca que podía cegarme cada vez que deslumbraba cuando sonreía hermosamente.

Su cabello era tan brillante y dorado que parecía el sol y podía sentir calor cada vez que lo arreglaba con aquella sutileza.

Su corazón... era tan oscuro que me sentía en una cueva cada vez que me permitía mirarlo.

Destruía con sus encantos pero me mataba con su esencia.

Escritos VacíosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora