"Naranja"

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La envidia sintió una repentina inquietud. Apretó las mandíbulas y tragó en seco. Incómoda e insatisfecha, hambrienta, entrecerró los ojos y presionó los puños hasta que sus uñas la hicieron sangrar. Ante ella un gato negro lamía una de sus patas, absorto. Ansiosa detalló el pelo liso y oscuro del animal. Aquella cola larga y hermosa hizo que sus ojos brillaran. Chasqueo sus dedos y al momento lució una deslumbrante cola de gato. El felino bostezo y trepó a un árbol. Acechando, la envidia deseó insaciable y egoísta sus patas ágiles. Se miró complacida y orgullosa, subió al árbol con sus nuevas extremidades. Se detuvo y observó las graciosas orejas puntiagudas, los largos bigotes y el rostro de inquietante misterio. Necesidad imperiosa. Imitación absoluta. Una mariposa revoloteo y el gato la persiguió lanzándose al suelo. Envidia cayó detrás completamente transformada. Corrió también en sublime cacería de la mimetización más completa. Se sintió casi perfecta. Suprema. El felino llegó a la carretera donde los autos pasaban veloces. Rápida e irreflexiva trató de anticiparse al gato. Esta vez ella sería capaz de superarlo. Sintió emerger todo su poder. La envidia cruzó la calle con una carcajada que aun continuó cuando su cabeza rodó por la cuneta cortada por las ruedas de un auto. El gato observó al borde de la carretera inquietante y misterioso. Luego regresó al árbol. Envidia enfurecida, pateó las piedras del camino junto con su inservible cabeza. Se alejó rumiando repugnancias. Estéril, incapaz, vacía y hueca. Ahora hay una cabeza menos.

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