Capítulo 1

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El humo de los cigarros me cala las fosas nasales pero he aprendido a soportarlo.

Llevo varios años aguantando los humos de cigarro, puros y habanos que ya me he acostumbrado. Desde los quince años, desde que pude salir de la casa de la vieja esa que era mi abuela.

Ahora es irónico que ella haya muerto y yo viva en su casa ahora.  

Apagó mi cigarro en el cenicero  y tomo mi palo de billar. Me acomodo sobre la mesa y calculo mi próximo tiro ganador. Apunto a la bola y tiró, metiendo las bolas restantes en los hoyos de la mesa ya destartalada.

Me levanto y miro a Winnie que como siempre, me observa extasiado. Me acerco a él y le doy mi palo sin decir una sola palabra.

Aunque no nos decimos ninguna palabra pero con esa mirada fría que me da es suficiente para darme entender que es lo que quiere, y lo que quiere es que vaya al maldito gimnasio que tiene.

Me agrada ejercitarme, no voy a decir lo contrario pero odio tener que entrenar a la fuerza ahí. Las peleas y todo, me agradan. Son una buena manera de obtener dinero fácil y rápido.

Todos saben que yo gano. Todos saben que cualquiera que se quiera enfrentar contra mi queda en el suelo inconsciente. Todos me temen.

Eso me enriquece, me hace sentir el control. Ahora tengo el control de mi vida.  

Salgo del pool a zancadas y llego  al callejón, cuando oigo una voz fémina.

-Sat. –Me llama.

Me giro y veo una linda mujer rubia y exuberante. A cualquier hombre le parecería irresistible y hermosa pero a mí no. Detesto que se escondan tras capas y capas de maquillaje.

-¿Qué quieres, Morgan? –Digo un poco molesto.

-Ya te he dicho que me digas Lexie. –Dice con voz chillona tratando de sonar seductora. –Y la pregunta es más bien, ¿Qué quieres que te haga?

-En otro momento, por favor. Tengo asuntos que atender. –Digo y doy media vuelta alejándome.

-Sat, espera. Es que en serio quiero estar a solas contigo.

-Bien por ti. –Respondo sin mirar.

Me vuelve a llamar pero la ignoro por completo y me monto en mi Harley, arrancando para el gimnasio de Winnie.

Llegue a los cinco minutos de haber arrancado y me estacione justo en frente y entré al lugar. Fui a los vestidores y me puse la ropa de entrenamiento.

Ese lugar apesta a sangre y sudor. Y hay moho en el techo por la acumulación de humedad. Sin nombrar que el aire acondicionado funciona en invierno haciendo un jodido frío que me congela, y no funciona en verano, y el puto hace que sude más que lo que lo hago normalmente.

Voy con los pies a rastras pero con la mirada hacia al frente y los hombros hacia atrás. Llego a los lúgubres vestidores sucios y poco iluminados. Me cambio rápidamente y me pongo la cómoda ropa que uso generalmente para entrenar.

Salgo de los vestidores y voy a mi zona. Siento la mirada de las pocas mujeres sobre mi espalda y de cierta forma lo disfruto.

Me siento en el banco y comienzo el aburrido proceso de cubrir mis puños con vendas. Acabe con mi mano izquierda cuando mi celular sonó dentro de mi maleta. Me agaché y tomé el teléfono con la mano libre.

-Diga. –Contesto.

-Civatti. –Es Clint, uno de mis supuestos amigos.

-Hola, ¿Qué pasa? –Trato de sonar interesado.

Corazón oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora