Capítulo 4
La leyenda del Último Caballero es una historia que ha pasado ya por varias generaciones. La leyenda cuenta que el Último Caballero llegó a la Grieta del Abismo principal durante la Gran Guerra de los mundos. Con su armadura casi acabada y con su espada en mano, su fuego ardía con una intensidad parecida a la de un Sol. Frente a miles de Asuras y con todos sus camaradas caídos en batalla, sólo él podría intentar cerrar la Grieta... - La Leyenda del Último Caballero.
Arturo decidió comenzar su entrenamiento. Terminó su café y se sentó en el suelo. Cruzó sus piernas y empezó a respirar profundamente. Intentaba pensar y recordar lo que sintió la noche anterior. Quería sentir ese calor de nuevo. Había sido un calor distinto a lo que había sentido en su vida. Era vida, esa era la respuesta, lo que sintió fue vida en su cuerpo, vida que parecía ser ajena a él, porque su vida se había acabado cuando se rindió a ese Asura. La vida que sintió después era una vida que pertenecía al mundo de los magos y a Merlin. Una vida que estaba dispuesto a vivir para pagarles. Una vida que usaría para dar vida a quienes hayan perdido la suya como él.
Pero por más que pensaba en esto, no podía despertar ese sentimiento de nuevo. Tal vez la adrenalina que sintió había ayudado aparte de Merlín y ahora, que se encontraba seguro en su casa, no podría recrear ese acontecimiento. Aparte, Merlín no le dio mucho con qué trabajar, sólo pensar en la combustión. ¿Pero cómo podría pensar en eso? ¿Cómo podría relajarse así en una batalla y usar su fuego en momentos críticos?
No entendía cómo podría hacer esto, así que decidió mejor tomar un descanso. Eran ya las 2 de la tarde y no había comido nada desde la tarde anterior. Revisó su refrigerador y recordó la pasta que quería hacer, así que decidió salir al Supermercado de nuevo. Checó su iPod y cuando puso Play, reaccionó perfectamente. Parecía que todo lo que pasó la noche anterior era una mentira.
Las cuadras no eran eternas y los carros se movían normalmente. Pudo comprar lo que necesitaba y se encaminó a su casa.
Durante el camino siguió pensando en lo que había sucedido y pensaba en el fuego de su cuerpo. Sin notarlo, ya había caminado hasta la entrada del callejón. Se detuvo un momento y observó todo. Comparó lo que vio el día anterior con lo que veía ahora. Pensó en el miedo que había sentido y comparó también con la paz que tenía ahora.
Cerró los ojos, respiró profundamente y se concentró. Recordó la sensación de su fuego. Recordó cómo creció por todo su cuerpo y como lo había dejado moverse de manera tan ligera. Caminó un poco, con los ojos todavía cerrado, imitando cómo había esquivado las garras del Asura la noche anterior. Dio otro paso y cerró su puño como si su mano sostuviera el mango de su espada una vez más. Dio un paso más y pensó en el peso de su espada y el sentimiento de blandir contra un enemigo. Abrió sus ojos, y para su sorpresa, se encontraba frente a su edificio y en sus manos, tenía una espada. Más pequeña que antes, pero era una espada. Se dio cuenta que el fuego no era su memoria, pero su cuerpo, que había podido encenderla. La ligereza, el peso, todo era verdad. Arturo logró encender la llama de su vida. Respiró profundamente, pensó en calma y poco a poco, se fue apagando, hasta que recuperó su cuerpo regular.
Entró a su casa, feliz de haber logrado lo que le pidieron, pero pensaba que tenía que seguir haciéndolo para tener dominio sobre él, así que decidió poner a cocer la pasta y cortar los tomates para ponerlos en el sartén con el chile y comenzar hacer la salsa.
En lo que dejó todo cocinándose, se sentó de nuevo, con las piernas cruzadas y esta vez, despejó su mente de dudas y de forzarse. De las dudas que tenía y de lo que venía, simplemente pensó en el calor de su cuerpo. Vio en su mente la llama de su vida y la tomó con sus manos. Lo llenó de calor de nuevo, sintió su cuerpo menos pesado, sintió que el dolor de sus piernas había desaparecido y con los ojos abiertos, decidió extender su mano y manifestar una espada. Lo logró sin problemas, luego la hizo desaparecer, pero esta vez sin apagar su llama. Decidió quedarse en esa posición más tiempo. Pensar en la llama viajando por su cuerpo y cómo podría manipularla. Pensaba cómo moverla. Pensaba y se enfocaba en su mano izquierda y sentía cómo todo el calor se transfería ahí. Decidió, sintiendo como se concentraba todo en crear una espada, la cual se formó en su mano, pero era más grande que la anterior. Se dio cuenta, entonces, que si se concentraba así, podía utilizar más fuego, más magia para crear su objeto de batalla.
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El último caballero: El corazón de los magos
Fantasía1er libro de la Saga del Último Caballero. Esta es la historia de un joven que se convertirá en hombre. Un joven que encontró la puerta a otro mundo el cual nunca imaginó. Un mundo donde la magia es verdadera, donde los personajes mitológicos fueron...