CAPÍTULO V

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Capítulo 5: Almas gemelas.

El sonido de mi despertador me indicó que tenía que levantarme para ir a la escuela. Aunque en realidad ya estaba despierta y solo había estado observando el techo. Solté un suspiro y me levanté de la cama con menos ánimo que otros días. Tomé la ropa que planeaba usar y me metí a la ducha.

Una vez estuve lista tomé mi mochila y abrí la puerta de mi habitación para salir. Pero justo en ese momento sentí un escalofrío y una clase de ansiedad empezó a recorrer mi cuerpo. Tenía un presentimiento de que algo iba a pasar en este día. Pero decidí ignorar ese sentimiento.

Bajé las escaleras y me encontré con mi padre que una vez me miró sonrió con melancolía.

-Buenos días, hija.

-Buenos días -le respondí son una pequeña sonrisa. Apreté los labios y le señalé hacia afuera- ya me tengo que ir.

-Cierto -asintió- yo también.

Caminé hacia mi auto y tomé el camino hacia el instituto.

Una vez entré al instituto caminé hacia donde estaban mis amigos enfrente de unos casilleros conversando. Los saludé y por inercia desvié la mirada hacia los pasillos donde miré a Jace, este me devolvió la mirada accidentalmente, le sonreí pero el solo desvió la mirada ignorándome por completo. Apreté los labios y me puse a pensar que tal vez era lo mejor. No quería encariñarme con otra persona y que al final le ocurriera algo por mi culpa.

Caminé en dirección a mi casillero y lo abrí para tomar el libro que necesitaba para la próxima clase. En eso sonó la campana de la escuela y todos corrieron apurados a entrar a los salones. Yo comencé a buscar mi libro con tranquilidad hasta que me di cuenta de que los pasillos quedaron completamente solos. Bufé con cansancio pensando que llegaría tarde a la clase.

Una vez encontré el libro que necesitaba lo guardé en mi mochila, cerré el casillero y colgué mi mochila sobre mis hombros.

Una extraña sensación me rodeó por completo, como si alguien me observara. Con cautela empecé a mirar a mi alrededor y me sorprendí cuando a un metro de mi se encontraba un chico que me observaba con misterio.

Pegué un brinco del susto pegándome a los casilleros. Con algo de vergüenza me reí, ya que tal vez el solo iba pasando y yo empezaba a pensar que me estaba vigilando.

-Lo siento... -solté algo nerviosa- yo... bueno tu... me asustaste.

Se cruzó de brazos y empezó a acercarse lentamente hacia donde yo estaba al mismo tiempo que yo retrocedía. Aunque no fue más que un solo paso por que estaba muy cerca de los casilleros.

-¿T-te conozco? -tartamudeé.

Creí que él se detendría, pero no lo hizo, continuó acercándose hasta que estuvo a tan solo unos centímetros de mí. Colocó su mano a un lado de mi cabeza para sostenerse con los casilleros y yo tragué saliva.

-Aun no... -habló con una voz grave y profunda que resonó en mis oídos. Tragué saliva. Su rostro era tan perfecto. Tenía unas cejas gruesas y oscuras. Una mandíbula cuadrada que lo hacía lucir atractivo. Sus ojos... Sus ojos eran tan azules.

Ojos azules... Pensé.

Y a mi mente vinieron los recuerdos de aquel chico que me había empujado a los casilleros la otra vez.

Abrí los ojos con sorpresa y lo golpeé en el pecho intentando alejarlo, pero no se movió ni un centímetro.

Mi corazón se aceleró unos segundos y un atisbo de miedo recorrió mis ojos.

Estúpido Alpha (#EA1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora