Los enamorados que fugaron

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Antiguamente había una familia que poseía terrenos extensos y muchas alpacas. Era muy respetada por sus vecinos. La hija era una joven muy hermosa, esta joven iba a pastear sus alpacas todos los días. En el campo llegó a conocerse con un joven con quien se encontraba diariamente, hasta que se enamoraron profundamente.

Un día el joven expresó el amor que sentía por ella y que le agradaba su alegría y su sonrisa. La joven respondió que ella también pensaba día y noche en él. Esa tarde su deseo era quedarse junto con el joven hasta el momento en que apareciern las estrellas.

Entonces se sentaron abrazándose ambos y se quedaron dormidos, así despertaron y estaban ya arreando sus ganados hacia la casa, agarrados de la mano.

El padre de la joven se había preocupado por su hija y enojado se fue a averiguar el motivo por el que su hija no llegaba a casa, y decía:
− Ahora me va a conocer esta muchachita, esta vez no le recibiré en mi casa.

Entonces al ver a los dos jóvenes les increpó diciendo:
− Oye mujerzuela, dónde estabas abandonando las alpacas, no llegas hasta ahora; por tanto no te puedo recibir en la casa. Con ese joven puedes irte a donde quieras y apártense de mi vista.

Así se regresó con sus alpacas hacia su casa y la joven dijo a su amante:
− ¿Ahora qué hacemos? Tú eres el culpable de este hecho por venir ante mí, pues ve lo conveniente.

A lo que el joven se sintió culpable y dijo que sus padres tampoco le recibirían en su casa así y se puso triste.
Ambos no sabían que determinación tomar así el joven dijo:
− No debes llorar ni tener pena, que yo inmediatamente iré a mi casa a hablar con mis padres, mientras tanto me esperas en este mismo sitio.

El joven llegó a su casa diciendo a su padre que ese día se había conocido con aquella joven, dando a conocer lo ocurrido esa tarde, y que su deseo era formalizar su unión con esa joven.
Entonces su padre respondió que ¿por qué quería a esa mujer? Precisamente porque él no podía comprometerse a pedir la mano ante esa familia, ya que ese hombre era muy creído.

Dijo además que ha dejado de ser su hijo, ni quiere verlo más, que se fuera donde sea llevando a la joven.

Pronto volvió el joven ante la mujer y se pusieron a caminar con destino desconocido por tres días, pero no tenían con qué alimentarse, por lo que el joven dijo:
− Aquí me esperas, yo voy a regresar a mi casa, mi padre tiene dinero guardado eso voy a traerme a ocultas.

Llegó a su casa una noche, a lo que su padre pensando que era un ladrón le golpeó con zurriago, rematándolo a palos hasta dejarlo muerto.

Al día siguiente vio que el muerto era su propio hijo, entonces sus padres lamentaron el hecho y lo enterraron llorando y con tanta pena.

Luego de seis días el joven apareció ante la joven que estuvo esperando en una cueva, se le veía enfermo y con la cabeza vendada, jalando una llama.

Así se pusieron a caminar y al anochecer llegaron a una casa donde vivía una abuelita para alojarse esa noche, habían alistado su cama en un rincón del canchón de ganado, se durmieron. Pero la abuela salió de noche a mirar sus ganados y vio que a un costado de la joven estaba un ataud.
Así, por la mañana disimuladamente le avisó ese hecho a la joven y luego le aconsejó que para seguir el camino se llevara un espejo, peine y una aguja de arriero.
Así los dos jóvenes prosiguieron su viaje, llegando a un río, ella le dijo al joven:
− Yo voy a pasar primero el río, voy a dejar mi atado y la llama y regreso para que pasemos el río.
Así en medio río arrojó el espejo y se fue por el camino sin mirar atrás para nada; llegando al siguiente río al pasar arrojó el peine; y en el tercer río dejó la aguja de arriero. Entonces la llama le habla a la joven pidiendo que se agarre bien de ella y que le haría pasar rápidamente por tres pueblos y así ya descansarían tranquilos.
Así lo hizo, y descansaron sin que el joven haya podido alcanzarlos. Luego de un buen tiempo el joven logró llegar a donde estaban la joven y la llama, entonces agarró el cuello del animal y lo torció. Luego a la joven convirtió en remolino, el que dando vueltas y vueltas se elevó hacia las alturas, desapareciendo también el joven.

El amor y su magiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora