ME CAÍ DE UN CAMAROTE (La invasión de garras y pelos)

7 0 0
                                    


Cuando noté que en la cabaña en la que íbamos a alojar; no habían espejos, me preocupé en seguida.
-"Todo va a ir bien"- me dije a mi misma, convenciéndome de que aquel lugar era tranquilo y acogedor. Y logré mantener la calma, ya que cada cierto rato prendía mi celular y desde ahí mi reflejo vigilaba todo.
Es que las cosas le temen a mi reflejo.
Jamás se atreverían a hacerme daño entonces.
Pero cuando cayó la noche y una luna blanca adornaba el techo de aquella cabaña, mi teléfono se apagó de la nada. Se había quedado sin batería.
-"NOoOoOoO!!!"-grité asustada, y me tapé la cara en seguida con un cojín de gatitos bailarines. Pero nada sucedía.
Sonriendo, deduje que todo iría bien, y subí hacia el camarote.
Pero entonces, escuché un gran -"MIAOOoooo"-
Y uno de los gatos bailarines cobró vida, bailando "El lago de los cisnes."
-"Eso es inocente."-pensé.
Pero entonces el gato adorable y sonrojado se tropezó en uno de mis calzones. Y los otros gatos, decepcionados gritaron:
-"Buuuuuu"- y le comenzaron a tirar pescados muertos.
Yo, aclaré mi garganta y al tiro comencé a defender al gato bailarín, los otros me escuchaban en silencio. Cuando terminé mi discurso, el gato bailarín lloraba de emoción, mientras que los otros se miraban pensativos.
Pero de repente, uno de los gatos gritó: -"MIaO MIao MiAo miaaaao Miao miaaaaao Miao Miao."- y todos menos el bailarín asintieron.
Luego, se tiraron en grupo hacia mi, arañándome, mordiéndome, y chillando de una forma espeluznante.
Yo me defendía como podía, pero me dejaron sin defensas cuando me metieron un pescado podrido en la boca y me rompieron todas las sábanas. Obviamente me caí del camarote.
En la mañana, yo figuraba en el piso, envuelta en un calzón con un pescado en la boca y las sábanas rotas. Me froté los ojos gruñona, me saqué el pescado de entre los labios muerta de asco, y ordené todo para bajar y comenzar otro gran día.
Salí al patio, y me saludó un gato normal que por ahí deambulaba, con un tierno y pequeño maullido.
Aterrorizada, chillé como una hiena y corrí a tirarme a la piscina que había allí. Justo en ese segundo de la vida, tuvo que pasar un chico sumamente guapo. En el agua, lo miré avergonzada, y para colmo me había olvidado de sacarme el calzón sucio que tenía amarrada a mi cabeza.
-"Ya sabes cómo son los gatos (?)"-le dije, colorada.
Y él, todo confundido, se limitó a sonreír, incómodo. 

Los escritos y relatos de Shivani. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora