IV

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El caos se apodera de las antes tranquilas calles de mítica Ciudad Dorada, los gritos horrorizados de los habitantes inundaron los oídos del rey de Asgard haciendo hervir su sangre, los guerreros protegían a los indefensos, mujeres, niños y ancianos, pero algunos perecen, como en cualquier guerra para su mala suerte, siempre es así.

Loki ha hecho un plan de acción inmediata, los guerreros menos experimentados se encargarían de poner a salvo a todo aquel que no sea guerrero o hechicero en Asgard, llevándolos al interior del castillo de Odin para su resguardo siendo liderados por Sif, los Einherjer se tenían por objetivo detener y erradicar a los gigantes de hielo permitiéndoles a los guerreros concretar la misión encomendada, estos guiados por Volstagg y Hogun, siendo este último el mejor estratega después de él, las y los sanadores son otro punto importante a resguardar para atender a los guerreros heridos, con un puñado más de guerreros Frandal ofreció su ayuda para esto.

Odin apareció en escena dispuesto a brindar ayuda con sus conocimientos de guerras pasadas pero Loki sufre al no ver a su hija con él, el viejo dios intentó calmarle, le ofreció el consuelo de pensar que estará con su esposa, el pelinegro apuesta a esa idea para no caer en desesperación, ocultó sus sentimientos tras una coraza, debe luchar y lo necesitan al cien por ciento, sí sólo Thor estuviera ahí... Tan pronto llega la idea ésta desaparece como si nunca hubiese estado ahí, sabe de sobra que es imposible que eso suceda y no va a aferrarse a ilusiones absurdas, tiene un reino al cual porteger.

Sin embargo,en otro punto del castillo la hermosa Frigga se encontró a Sif por los pasillos trayendo consigo a los supervivientes, es entonces que ella decidió guiarlos por los pasadizos secretos hechos para una ocasión como esa, lanzó algunos encantamientos para despistar al enemigo y para cubrir su rastro, con calma le explicó a la guerrera el camino a seguir de vuelta para que vaya por los demás que aun queden fuera, Sif le agradeció y nadie radica en el hecho de que la pequeña princesa de Asgard no se encuentra con ellos, nadie sabe que ha desaparecido.

Alzó un poco su vestido para poder seguir corriendo, sin embargo, en su camino se encontró con un gigante que ha logrado penetrar la fortaleza, sin perder tiempo invocó una espada con magia y antes de que el gigante se le lanzara encima ella da un salto hacia la criatura cortándole la cabeza. Sonrió. No había sido tan malo después de todo, resultó algo extraño ver a uno de ellos, hasta donde sabía no habían logrado entrar pero quizá solo fue un golpe de suerte para la criatura, se volvió un poco confuso, algo le dice que no está bien pero debe entregar la reliquia a manos de quien podrá cuidar del objeto y a donde los gigantes nunca verían. Para eso necesitaba un lugar donde reposar lo suficiente.

Llega a su habitación, todo el recorrido fue silencioso, no se topó con nadie en el camino y lo agradeció aunque ya no sabe donde están los abuelos, pero esto es más importante.

Entró, cerró la puerta y colocó un pequeño conjuro, no creía que nadie se interese en la habitación o al menos eso esperaba, se recostó en su cama, cerró los ojos y se concentró lo mejor que el sonido del desastre allá afuera se lo permitía, pasados algunos segundos su cuerpo se sentía liviano, el sonido se dispersó en su cabeza y todo es calma y quietud, tiempo más tarde abrió los ojos observando la tierra bajo sus pies y las pequeñas edificaciones (comparadas con las de Asgard), en un descuido por hacer las cosas más rápidas, olvidó mantenerse invisible por lo que al aparecer de la nada frente a los humanos causa que sus miradas curiosas y temerosos se posen sobre ella. Más no le importa.

"Thor debe seguir en el trabajo", dedució por la posición del Sol, no perdió tiempo e ignorando los cuchicheos en torno a ella y su llegada, caminó hacia su destino, sus ropas brillan ante la luz algo similar al tornasol, es algo escandaloso el oro en sus ropas que brillaba aún más, su cabello se mecía con el movimiento de su andar y el viento que soplaba, al igual que su capa, su paso es rápido y decidido, nada podría detenerle aunque lo intentara. Ni siquiera los enfermeros que se interponen en su camino una vez llega al hospital ni mucho menos los guardias que no le hacían ni cosquillas, el estruendo que causó al luchar con ellos y lanzarlos lejos captan la atención de todos menos de él, gruñe optando por su segunda opción.

― ¡Thor! ― gritó su nombre en un rugido

Donald Blake salió a escena y todos los chismosos que se enconden de ella observaban con atención, el mencionado posó su mirada en la pequeña asgardiana en medio del pasillo rodeada de algunos compañeros de trabajo y guardias conocidos tirados en el suelo, algunos inconscientes y otros bastante aturdidos, ella había sido amable, hizo una mueca en confusión después de observar todo lo que hizo, ella lo miró tan fríamente que pensó que podría congelarle con la mirada, o con sus poderes de hielo en todo caso, pero obviamente no sucede ninguna de las dos.

― Acompáñame―

Le dijo con voz firme imposible a la negación, obedeció sin chistar, ella dio media vuelta ondeando su capa con tal elegancia  en el acto que quedó encantado, haciendo que le recordara tanto a su Loki, es prácticamente el mismo movimiento que él hace, no podía esperar menos de una hija suya, aun se pregunta por quien es la madre pero no cuestionó algo tan irrelevante en ese momento; su mente reaccionó pronto atando los cabos sueltos,  para que se apareciera así, haciendo tanto escándalo sin importarle que la miren tal cual está vestida, sabe que debe ser algo muy importante, algo se oprimió en su pecho violentamente, algo estaba mal y no podía adivinarlo. Ambos salieron a la calle, aun había gente chismosa observando cautelosamente escondidos desde algún lugar que les permitiera ver, luciendo extrañados al ver al buen hombre de Donald Blake con esa chiquilla extraña.

―Asgard está cayendo―Sus ojos se abrieron desorbitadamente―los gigantes de hielo están atacando nuestro hogar―


― ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué me dices esto sí sabes que no puedo volver a Asgard? ―casi gritó, pero se abstuvo pues ella no tenía la culpa de su estupidez, después de todo, la guerra es culpa suya

―Lo sé―le sonrió con cierta malicia , a Thor le recorre un escalofrío por la espalda―pero supongo que puedes hacerte cargo de esto―mencionó casi encogiéndose de hombros, con las manos frente suyo, hace un gesto suave con ellas y un haz se envuelve por segundos mostrando el Cubo de los Inviernos, su piel se volvió de un dulce azul pálido, ojos rojos, pequeños cuernos en la cabeza―no podrán hacer nada sin esto, yo me encargaré personalmente de la situación―dice convencida y lanzando el objeto hacia él, como si fuera cualquier cosa

― ¡Qué insolente! ―las personas huyen temerosas al verle hacer magia y verla transformarse en lo que ellos, estúpidamente, creen que es un demonio (los pobres incautos un creyendo que son únicos en el universo) el rubio atrapó fácilmente el Cubo, al momento de esto una cúpula lo envuelve para no lastimar a Thor

―Eso es todo... por cierto... Madre cree en ti―el ojiazul la mira sin comprender―pese a lo mucho que intenta por demostrar lo contario, Heimdall puede ayudarte... No nos decepciones más de lo que ya has hecho, pa'―

Dicho eso desapareció sin más, Thor observó el Cubo en sus manos tratando de entender todo sin lograrlo pero supo lo que tenía que hacer tras las palabras dichas, corrió lejos de ahí al darse cuenta, dejando el trabajo tirado, ignorando los gritos de Jane que había llegado deseosa de información, corrió lejos sin saber hacia dónde, más una fuerza casi mágica le guía hasta el lugar donde obtendrá las respuesta a todo.

Causalidad. (THORKI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora