Epílogo

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—No, no ¡suéltame!—

El pelinegro forcejeaba con las pocas fuerzas que aun tenía, no podía, no podía ¡ella no se había ido! Las lágrimas surcaban sus mejillas recorriendo furiosas el sendero hasta su barbilla, terminando por perderse tras resbalar por su cuello uniéndose a su traje desgarrado de batalla, se aferraba en un fuerte abrazo al cuerpo que había comenzado a enfriarse de manera alarmante, misma razón por la que no debía soltarle, debía calentarla para evitar la hipotermia, pese a que era mitad gigante de hielo no podría soportar tanto frío, lo sabía.

—Loki... Ella se ha... Ido—

A Thor le costó decir aquello, realmente era difícil para él, saber que tuvo una hija, una hija que estuvo velando por él en su estadía en Midgard cuando pudo, sin tener la obligación de hacerlo, ¡era él quién debería haberlo hecho! ¡Él debió cuidar por el bien de su hija! Había sido el ser más egoísta de Nueve Reinos. 

Siempre soñó con tener un hijo, debía admitir, un pequeño ser al cual cuidar, mimar y enseñar, para que un día fuera el digno heredero de Asgard, tal cual padre les había enseñado, por supuesto, mejorando algunos aspectos que su propio padre descuidó en ambos. Tener un hijo con el ser amado, pese a que sabía que Loki por ser un hombre no podía concebir un hijo (ignorante de todo, hasta ahora mismo), siempre fue uno de sus sueños más recurrentes, guardado celosamente en su memoria, nunca tuvo la oportunidad de decírselo a Loki, no tuvieron tiempo, no hubo tiempo antes de que él, estúpidamente, cambiara su destino y empeorara todo.

Sería un mentiroso si intentara negar que nunca cruzó por su mente la idea de un Loki embarazado, es más, lo imaginó: volviéndose mujer para lograrlo, una hermosa fémina de grandes caderas, senos redondos y firme trasero, pero no lo quiso así, sabía que no sería lo mismo, e incluso que sería mal visto, Loki no merecía pasar por eso solo por satisfacer un capricho suyo. Cómo se concibió el bebé fue un enigma para él, cuando un destrozado Loki cayó rendido por el cansancio y los fuertes sentimientos de ver a su única hija sin vida a causa de una guerra que él pudo haber evitado, fue que Thor logró separarlo del cuerpo inerte, notó con mayor claridad el charco de sangre debajo de ella, sangre que ahora manchaba no solo las manos y ropas de Loki, sino también a él mismo, de hecho, la sangre estaba bajo sus botas, así que cuando emprendió el viaje en dirección del Ala de Sanación, con cada paso que daba sus huellas quedaban marcadas en el dorado piso. No pudo mantenerse de pie una vez llegó con las sanadoras.

Éstas se mostraron sorprendidas, pronto se dio cuenta que no fue por su presencia, aparecer después de todos eso años, no, fue por el hecho de ver al Rey Loki en aquel estado de devastación, pronto las féminas en el lugar prepararon todo para atenderlo.

—Coloquelo en esa camilla—le dijo una sanadora mayor—Iris, corta la ropa, necesito saber en donde esta la herida que emana tanta sangre—

—Sí, sanadora Eir—la más joven, al parecer una aprendiz reciente pues nunca antes la había visto, tomó una daga esterilizada dispuesta a cumplir la orden

—No es necesario, la sangre es... Es de... Ludmila—tragó el nudo en la garganta, las dos mujeres dejaron de hacer lo que estaban haciendo para mirarlo como si fuera la primera vez que lo veían

— ¿Cómo está ella? —la angustia se tiñó en la voz de la más joven, miró a Eir y luego a Thor

—Ella está...—más no pudo decirlo, sólo atinó a negar con la cabeza mirando al suelo, había fallado

—Iris, hazlo de todas formas, necesito tener el panorama completo de las heridas de nuestro rey, no podemos descuidar ninguna—

—Sí...—

Causalidad. (THORKI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora