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mini maratón 2/2

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  —¡Vaya, qué coincidencia! —Elizabeth chilló rebosante de alegría, mientras dejaba su cubata junto a nuestras cervezas y se acomodaba en un taburete—. No esperaba encontrarte aquí, Brooke.

  —Oh... yo tampoco a ti, la verdad —salí de mi reducido trance y eché un vistazo al trillizo, quién había borrado todo rastro de felicidad de su rostro. 

  —¿Y tú qué haces aquí? —la voz de Jimin gruñó y a pesar de sonar agresivo, Liz no dejó de sonreír.

  —¡Vine con Josephine! De hecho, ella te estaba buscando pero al final los encontré yo primera —rió como si fuera algo muy gracioso pero justo en aquél momento, la cabellera rojiza de Josephine apareció tras Jimin, sorprendiéndolo al abrazarle por detrás y plantar un beso en su cuello. 

  —Hola, Jiminnie. 

Así fue como la noche se convirtió en un auténtico fracaso con la llegada de las dos mujeres, puesto que trajeron la incomodidad a mi cuerpo de la peor manera; la presencia de Josephine se me hacía tan irritante que estuve a punto de gritarle que no tendría que estar aquí, que porqué mierda no se giraba y volvía por donde había venido, que recogiese su estúpida bebida y se largase con Elizabeth a otro lado para poder estar a solas con Jimin de nuevo. Ambas chicas no se separaron de nosotros -o mejor dicho, de Jimin- en ningún momento y cuanto más pasaban los segundos, más rabia crecía en el interior de mis venas.
Habíamos acabado sentados los cuatro en unos sillones alejados del bullicio, yo en el sillón individual y en el sofá de en frente terminaron los tres: Jimin en medio, con una chica a cada lado suyo. El boxeador no había dejado de dedicarme miradas de culpabilidad en toda la noche puesto que yo no volví a abrir la boca y menos cuando me enteré, muy a mi pesar, que Liz resultaba ser una de las muchas amantes del trillizo. 

En cierto modo, me molestaba. Ambos tenían todo el derecho del mundo a acostarse, pero entonces me convertí en alguien sobrante entre ellos tres. No pintaba nada allí, yo no encajaba. Me vi ahogada por todas las miradas coquetas que se dedicaron, constantes insinuaciones, en frases asquerosas con doble sentido y roces que terminaron yendo más allá de la inocencia. 
Y lo que más me jodía, es que Jimin finalmente había caído en sus encantos. 

Me arrepentí de acceder a venir, me arrepentí de confiar en él, me arrepentí de mi triste existencia. El chico apenas me había dirigido la palabra después de que ellas le resumiesen en pocas palabras lo calientes que se encontraban y prácticamente ninguno de ellos se inmutó de mi existencia después.
Desvié la mirada cuando los labios de Jimin y Josephine se entrelazaron y se absorbieron entre ellos, mientras Liz comenzaba a dejar pequeños besos húmedos por el cuello del trillizo, acariciándole los abdominales sobre la camiseta. Tragué saliva, sumida en mi propia desgracia. No debía joderme, pero realmente lo hacía. 

El cuerpo de Hoseok caminando hacia la barra llamó mi atención, por lo que me puse rápidamente en pie y corrí hacia él sin siquiera despedirme de los tres amantes, observándolo como si fuese mi próxima salvación. 

  —¡Hoseok! —me acomodé a su lado en la barra y pronto una sonrisa ocupó todo su rostro, analizándome al mismo tiempo que bebía de su Malibú con piña—. Lo has hecho muy bien.

El bailarín acababa de bajarse del escenario y por aquella razón, tenía la piel levemente cubierta por una fina capa de sudor. 

  —Gracias, Brooke —asintió deshaciéndose de su gorro de pescador para revolverse el cabello, aún con la respiración entrecortada por la adrenalina—. ¿Te lo estás pasando bien? ¿Dónde está Jimin?

Trillizos Park. - btsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora