El mundo espiritual

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-La entrada está por aquí- mencionó el chico señalando a uno de esos seres extraños, el cual parecía una babosa gigante semitransparente y viscosa que se deslizaba en un mar de líquido azul. Realmente repugnante. ¿Y de dónde salía ese líquido con el que dejaba un rastro a su paso? Me sentí muy confusa.

-Eso es una babosa andante, no un portal. ¿Me tomas el pelo, no?- arqueé una ceja mirándole con desconfianza.

-Ojalá fuera una broma, pero el portal está dentro de él. Y eso no es lo mejor de todo -sonrió con malicia-.

-No quiero preguntar pero tampoco me queda otra....¡¿Cómo cojones va a haber un portal hacia otro mundo dentro de un bicho que se mueve?! Esperaba algo más parecido a una puerta mágica que desprendiera luces de colores o...hasta una pared, pero..pero esto...no puede ser, ¡Míralo, es repugnante! Y deduzco que cuando dices lo mejor de todo, en realidad te refieres a lo peor, pero...¿¡Qué puede haber peor que eso?!-me exasperé.

Ignorando lo que dije, prosiguió -Lo mejor es que ese bicho tiene malas pulgas y como te vea las intenciones de entrar en el portal, donde conseguirás entrar es en su estómago. Así que no seas estúpida y estate calladita. Hay que cogerle desprevenido y saltar sobre él por detrás. El portal nos absorberá una vez dentro de...toda esa gelatina o lo que sea eso-.

-¿¡Qué?! -no pude evitar gritar pero él enseguida me tapó la boca con la mano y me miró enfadado. Y yo que pensaba que mi día no podría ser más raro...

-¡He dicho que estuvieras callada idiota! ¿Quieres que nos coma a los dos?- susurró alterado- Lo haremos a la cuenta de tres, no me sueltes o estarás bien jodida. ¿Has entendido?- Asentí con la cabeza y sujeté con todas mis fuerzas su mano. Creo que mi corazón jamás había latido tan rápido, tantas emociones en un mismo día no podía ser sano-.

-¡Tres!- dijo de pronto y salió corriendo arrastrándome con el.

-Oh dios mio, habías dicho que contarías, ¡Nadie en su sano juicio dice tres y ya esta imbécil, no estoy preparada para esto, voy a morir!- grité entre aterrada y cabreada.

-Te recuerdo que ya estás muerta, y me da igual si no estás preparada, ¡vamos a saltar!- en apenas unos segundos alcanzamos a la babosa esa y saltamos sobre su espalda. Sentí como si me hundiera en una gelatina viscosa, todo estaba borroso, frío y...¡No podía respirar! Definitivamente estaba viviendo una pesadilla y no podría ser más repugnante. En seguida todo se volvió negro. Lo siguiente que recuerdo es dolor. Mis ojos empezaron a abrirse cuando recibí un bofetón en la mejilla antes de poder ver que el chico misterioso estaba sobre mi.

-¡Pero a ti que te pasa imbécil! ¿¡Se puede saber porqué me pegas?! ¡Y quítate de encima! -grité cabreada, dándole una patada en la barriga que lo tiró al suelo lejos de mi.

-Intentaba hacerte recuperar la consciencia, maldita desagradecida-bufó.

-¿Y no has pensado que hay mejores formas de hacerlo que esa?- respondí con sarcasmo.

-No, sinceramente no se me ocurrió ninguna-.

-Haa...-suspiré molesta- En fin, supongo que de todas formas debo darte las gracias por preocuparte de despertarme, aún que lo hicieras de un método tan poco convencional-.

-Así es, y de nada- respondió orgulloso.

Debido a la discusión, tardé en darme cuenta de que no sólo estaba empapada, sino que además estaba toda impregnada de...llamémoslo baba azúl.

-Por dios pero que ascoooo- me dieron nauseas pero al chico no parecía importarle estar todo pringoso, en cambio se echó a reír viendo como yo me moría de asco. -¿Qué, disfrutas con el sufrimiento ajeno?-

ResurrectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora