«Cap VII: Rubio»

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Lunes en la mañana.

Bonnibel se despertaba de su sueño. Claramente se notaba a kilómetros que estaba de muy mal humor.

-Hmp... -Suspiro de cansancio y de forma muy molesta se quitó las sábanas de encima y las arrojó lejos.

Tenía el ceño fruncido, el cabello alborotado y su pijama, la cuál constaba únicamente de una camisa manga corta de color blanco, estaba arrugada.

También usaba únicamente ropa interior de color rosa, parecía estar muy enamorada de ese color... Incluso parecía amarlo mucho más que a su esposo.

-Voy a llevar a Morita a visitar a mi madre en Texas, Bonnibel ñeh ñeh -repitió molesta lo que su esposo le había dicho hace unos días.

El mismo día que volvió junto con su hija de visitar a su suegra, la mamá de Braco obviamente.

Entró al baño y se metió a la regadera para darse una buena ducha de agua caliente. Eso le quitaría el estrés y el enojo de encima.

Mientras el agua caía y resbalaba por su cuerpo desnudo, apoyo su cabeza contra la pared y apretó los dientes.

Unas cuantas lágrimas salían de sus ojos y se mezclaban con el agua.

-¿Por que a mi? -Se preguntó con una vocecilla muy débil. Pareciera que se hubiera estado aguantando las ganas de llorar desde hace unos días.

Hoy era lunes y no tenia ánimos para nada, llamó a la empresa y avisó que hoy no iría a trabajar. De todos modos ella era la dueña, las acciones costaban tanto que los números llegaban hasta el cielo y además, los dulces se venden por si solos por lo que ya ni sabía cómo para que se esforzaba tanto en mantener la dichosa empresa que le heredó su padre.

Ya no sabia ni para que seguía viviendo una vida tan aburrida cómo la suya... Se sentía sola y muy abandonada.

Cerró sus ojos y dejó qué el agua cayera por su cuerpo, lamentándose en silencio cómo siempre lo había hecho desde pequeña.

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-¡Ya llegamos! -Se anunció una pequeña niña rubia de tal vez cinco años de edad. Usaba un vestidito de color blanco con flores de colores pintadas por todo este.

-¡Morita! -Gritó Bonnibel con mucha alegría, salió corriendo hacia su pequeña y la cargo en sus brazos. -¡Te extrañe muchísimo! -Le dijo con ternura a la pequeña en sus brazos.

-Yo también -dijo la pequeña con dificultad por la fuerza del abrazo.

Cerrando la puerta se encontraba un hombre de cabello castaño corto, de tal ves de 1.80 de alto, traje de negocios de color gris y con una actitud relajada.

Después de cerrar la puerta se acercó a su esposa e hija.

-¿A mi no me extrañaste? -Preguntó con falsa tristeza.

La peli rosa volteó a ver a su esposo y con una sonrisa cansada se dirigió a él.

-Braco -dijo con una sonrisa. Se acercó a él aún con su hija en brazos y le dio un beso en los labios. -¿Cómo les fue? -Preguntó con intriga.

Bajo a su hija al suelo y así los tres se fueron a sentar a la sala. Mientras su esposo e hija le contaban sus experiencias, ella ordenó a una de las sirvientas que prepararán la cena y que les trajeran algo de beber por mientras estaba lista.

La platica estuvo de lo más tranquila y sin ningún contratiempo. Nada de lo que pudiera quejarse, nada que no la hiciera enojar, hasta que su esposo dijo algo sin pensar en lo más mínimo en ella.

Hora de aventura: Finn el chico huérfano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora