«Cap IX: Trabajo Fácil»

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Llevaban un rato allí al pie de la puerta sin decirse nada. Solo se volteaban a ver de reojo y se dedicaban una sonrisa nerviosa para luego volver la mirada a otra parte.

Por un lado estaba Finn, un chico rubio de buen corazón que gozaba de ayudar a las personas y que siempre se sentía muy bien consigo mismo al ver que realizaba un buen trabajo y que ponía contentos a sus clientes.

Y por otro lado estaba Bonnibel Bubblegum, una mujer exitosa perteneciente a la más alta clase social que puede existir, muchos pensarían que ella no tiene de que preocuparse, que con un esposo y una bella hija de cinco años y una buena vida no le faltaba nada.

Error...

Le faltaban muchas cosas como la atención de sus familiares, la aprobación de sus padres, el respeto de sus todos y sobretodo amor, mucho amor.

Por lo que ella no estaba segura pero que creía que lo obtendría del joven que estaba frente a ella.

—Y bien... —Habló Finn sin verla a los ojos. —¿Cómo está? —Preguntó de forma tímida.

Bonnibel lo volteó a ver y después de soltar una extraña risa nerviosa le dijo.

—Pues aquí, lidiando con los problemas en la casa jeje —le siguió el juego. —¿Y tu como estas? —Preguntó ella.

Este rio también.

—Pues ya ve... —Levantó su caja de herramientas y se la mostró a la mujer. —Reparando cosas.

Bonnibel se echó a reír como si lo que hubiera dicho el rubio hubiera sido lo más gracioso del mundo. Finn por su parte se quedó encantado con la bella y agradable risa de la chica por lo que él también empezó a reír.

Estuvieron así por un rato hasta que ella se detuvo y lo invito a pasar.

—Ven, haré que te sirvan algo de beber —le ofreció ella.

—Pero, ¿Y el trabajo que vine hacer? —Preguntó confundido y un tanto nervioso.

—Nah —ella hizo una seña con su mano y sonrió de forma despreocupada. —Ya habrá tiempo para eso. —Acto seguido, lo tomó de la mano y lo jalo al interior de la casa.

Este no renegó ni nada, solo se dejó llevar.

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Un rato después de que ambos se sentarán en la sala y bebieran una taza de café traída por una malhumorada Lumpy.

Ahora se encontraban en el baño. Se suponía que Finn debía revisar que todo estuviera en orden, muy fácil, solo debía desarmar el inodoro y ver que cada cosa estuviera en su lugar, pan comido para un experto cómo él.

Error...

—Fascinante, ¿Entonces el flujo de agua baja por esa manguera y ayuda a que los desperdicios se vayan y lleguen hasta el servicio de alcantarillado? —Preguntó Bonnibel pasando su brazo por encima del hombro del chico.

—Así es... Jeje —Finn respondió un tanto nervioso, la mujer estaba a sus espaldas apoyada sobre él. Si, no lo había dejado solo en ningún momento.

—Fascinante, simplemente fascinante –dijo ella maravillada. —Con razón es muy común que estos equipos se atasquen y se tenga que llamar a un experto para que lo repare, ¿No crees? —Preguntó ella poniendo más nervioso al muchacho, ya que apoyo su mentón sobre el hombro de Finn y lo sujeto de forma delicada por los hombros. Observándolo de forma alegre, le encantaba aprender.

—S-si jeje —Finn intentó guardar la calma. Vio que el sistema de drenaje del inodoro no tenía nada malo y mientras lo ponía todo en su lugar le habló a la señorita Bonnibel. —Y-y dígame señorita Bonnibel, ¿Usted ha sido maestra? —Preguntó. —Por que es mucho muy inteligente jeje. —La alago.

Hora de aventura: Finn el chico huérfano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora