No lo compliques todo

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No tenía nada en contra de los creadores o del supuesto "equilibrio natural," pero el celo siempre lograba ponerme de mal humor... bueno uno peor de lo habitual. Todo era incómodo: el sudor pegajoso que me hacía sentir sucio y oloroso sin importar cuántas veces me bañara, la constante sensación de calor subiendo por mi piel, y esa maldita inquietud que no me dejaba concentrarme en nada. Me removí por quién sabe qué vez en el cómodo sofá, refunfuñando mientras dejaba caer el libro al suelo, olvidado en algún rincón de mi frustración.

El día no estaba ayudando, y mucho menos lo estaba haciendo Jimin. Había estado esperando en la puerta de mi casa desde ayer, y la sola idea me ponía aún más irritado. No era raro que los Alfas gatos esperaran durante la época de celo, pero si no eran bienvenidos, solían rendirse al cabo de un día. Se asumía que buscarían otra opción o simplemente pasarían el celo solos. Pero Jimin ya llevaba dos días allí, y eso me ponía de los nervios.

—Yoongi, ¿cómo te sientes hoy? —preguntó mi madre, saliendo del cuarto principal. Se veía impecable, arreglada para salir, como solía hacerlo los domingos. Era su día libre, y lo aprovechaba para reunirse con sus amigos hasta altas horas de la noche.

—Mal, todo esta mal en mi vida, madre —respondí sin titubear, mirando las formas regulares del techo e intentando no pensar en nada. Pero, claro, pensar en nada era imposible cuando un Alfa obstinado seguía esperando fuera de mi puerta.

—Si cariño, este es un tiempo difícil a tu edad. Bueno, vigila la casa, terroncito. Yo traeré la cena más tarde, conseguiré tu favorito lo prometo —dijo con su tono habitual, como si dejarme a solas en época de celo con un Alfa fuera la cosa más normal del mundo.

Tardé un segundo en procesar sus palabras. —¿Me vas a dejar solo? ¿Dónde está tu preocupación materna? —Mi voz estaba cargada de incredulidad, y la miré esperando que se diera cuenta de lo absurdo de su idea.

Mi madre, por supuesto, no pareció inmutarse. —No estás solo con él. Confío en que no va a forzarte ni nada parecido.

La miré fijamente, esperando que entendiera lo ridículo de esa confianza. Al final, pareció recordar que el mundo no era tan ideal como a veces creía.

—Tienes razón —admitió, cruzándose de brazos y adoptando un aire más serio—. Nunca conocemos lo suficiente a las personas. Si Jimin hace algo que no te gusta o te obliga, grita. Los vecinos Alfas acudirán en tu auxilio, y ese muchacho no volverá a ser bienvenido aquí. Por mucho que mi terroncito sea un vago, deben tratarte con respeto. Yo misma castigaré a cualquier Alfa que no lo haga.

Su tono era tan firme que no pude evitar una reacción sumisa. —Sí, mamá. Sé defenderme —respondí con un suspiro, aunque no sirvió para detenerla cuando me abrazó y besó la mejilla con un exceso de cariño.

—Lo sé, mi pequeño tigre, pero sigues siendo mi adorable hijo Omega. Si no fuera porque Jimin es un excelente muchacho, no permitiría que se acercara a ti.

Me sonrojé, odiando cómo mi familia siempre encontraba formas de entrometerse. —Si quisiera a alguien, no necesitaría tu opinión para salir con él —repliqué con total convicción.

El gruñido bajo que emitió me dejó claro que estaba equivocándome en algo. Su mirada seria me dejó en silencio.

—No contaría con eso, Yoongi —dijo, con una dureza que rara vez empleaba conmigo. Entendí que no era una amenaza vacía. Bajé la cabeza, aceptando a regañadientes su autoridad.

La despedí con un vago gesto mientras salía de casa. Pero mi mente seguía en Jimin. "¿Por qué no se iba?" Y peor aún: una parte de mí no quería que lo hiciera. La idea de que pudiera buscar a Hye me revolvía el estómago. "Maldita sea, ¿por qué no puedo simplemente ignorarlo?"

La vergüenza de la primera cita /Jimsu (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora