Capítulo II

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"Quiero ser libre como tú, poder volar con tus alas"

Es el día, ya las cartas deben de estar siendo entregadas.

Mi madre no ha dejado de repetirlo desde anoche. "Carolina II De Cadis" y "Mi hija será la princesa más elegante y digna de todas" son algunas de las absurdas predicciones que ha estado diciendo. Creo que cinco copas de vino no le han sentado bien.

¿Qué estará pasando con Francisca? ¿habrá recibido ya su carta?

Tomo la decisión de salir de casa e ir a la suya. Abro la puerta y me pongo en marcha, a lo largo de la calle puedo ver una muchedumbre en la oficina del correo, probablemente buscando sus propias cartas de respuesta. Es muy difícil pasar, ya varias personas me han empujado o acorralado, finalmente llego a mi destino.

La casa de Fran era más pequeña en comparación a la mía, bueno, ¿qué se espera? su padre es un zapatero, no trabaja en casa y por lo tanto no ocupa tanto espacio. Construida en base a piedra y con un techo de láminas de ladrillo, contaba con una gran puerta de roble como entrada, toco tres veces para anunciar mi llegada.

— ¿Carolina? —Cuestiona una voz que distingo como la madre de mi amiga.

– ¡Sí! —Exclamo en alto esperando que mi voz resuene a través de la puerta.

De pronto sale una rubia chica y me envuelve en un abrazo. Sorprendida por la reacción respondo al gesto y pregunto: — ¿Lo conseguiste? –

Contesta mi respuesta con un movimiento de la cabeza y a la milésima de segundo ya estábamos soltando un chillido de alegría. Parecíamos niñas a las que se les acababan de regalar juguetes.

— ¡¿Y tú?! ¿Ya te ha llegado? —Inquiere con una inmensa sonrisa estampada en el rostro.

— No...— Digo fingiendo estar desanimada.— ¿Por qué no vamos a "La Tablilla" para celebrar? — Sugiero en mi intento de cambiar de tema.


"La Tablilla" era una especie de taberna donde usualmente íbamos a comer en épocas especiales, es algo costoso así que no vamos con frecuencia.

— No, —Niega firme.— no me vas a hacer pensar en otras cosas. Vamos ya mismo a buscar ese sobre.

Al instante me toma por el brazo y me arrastra, sí, arrastra fuera de la vivienda, no sin antes gritar un "Ya vuelvo, madre"

Reprimida y en contra de mi voluntad caminamos por los callejones de piedra hasta llegar a el ayuntamiento, pues se había afirmado que ahí irían a parar las cartas antes de que se entregasen a las familias.

La multitud es similar a un océano que ahoga. Gritos y quejas, no hemos estado dos minutos ahí y ya puedo sentir como me pisan un pie. Francisca se maneja para llegar a la mesa del oficial.

— Correo de Carolina Da Costa — Solicita mi acompañante algo ansiosa.

El oficial chequea un listado aparentemente con nombres en él, frunce el ceño y responde: — No hay —

— ¡¿Qué?! — Dice Francisca sobresaltada. — ¡Debe de haber un error! —

— No señorita, ahora retírese para que pueda pasar el siguiente – Hace una seña a las personas detrás de nosotras.

— ¡Pero....!


— ¡Váyase o llamo a los oficiales!

Francisca obedece mientras forma una expresión matadora.

— Bueno, que triste que no podremos ir juntas —Comento aparentando estar decepcionada, cuando al contrario, no podía dejar de dar saltos en mi cabeza. Aunque era cierto que la iba a extrañar.

— Sí....—Responde verdaderamente triste. Se voltea y me abraza, no dudo en contestarle.— Te voy a extrañar. —

— Yo también —Digo sosteniéndola aún más fuerte.

De pronto, la alocada multitud entra en silencio, un guardia entra por la puerta sujetando un rollo de pergamino.

— ¡Silencio! —Exclama el hombre. Todos lo rodean en un círculo, dando pasos hacia atrás para mantener la distancia. — Vengo con noticias de alto rango de importancia provenientes de la corte. —Todos en la sala soltaron un chillido— Se me ha informado que una de las cartas dirigida a una de las doncellas seleccionadas no ha sido enviada, por lo tanto, he venido con la misión de compartir su nombre —Un grito de sorpresa resuena de la multitud. Se siente la tensión en el aire, las miradas de las otras chicas chocan entre sí, miradas llenas de celos y envidia.— La doncella Carolina Da Costa es una de las doce jóvenes afortunadas —Pude sentir el estómago vacío, estaba paralizada. No puede estar sucediendo, debe ser una pesadilla. Los murmullos de las personas se empiezan a hacer más fuertes.— ¡Silencio! Si la joven Carolina se encuentra aquí por favor se le soli.....

— ¡Aquí está!

Fran levanta mi brazo estático adornado de una cabeza con un rostro de horror. Veo, pero sin emitir reacción alguna, al oficial acercarse, esta vez con una carta en la mano. La muchedumbre observa confundida y sorprendida, ¿cómo una chica ganadera, sin popularidad alguna, ha logrado entrar en la competencia? pues ni yo sé esa respuesta.

— Felicidades —Dice el guardia al entregarme el sobre.

Las personas viendo sueltan un aplauso, a pesar de que varios no estaban contentos. Todos se comienzan a acercar, queriendo hablarme, pero con mis habilidades sociales lo único en lo que pienso es en salir de ahí. Tomo a mi amiga del brazo y corro hacia la salida.

Corro y sigo corriendo, sin dejar de pensar en lo que será de mí. ¿Cómo sobreviviré en ese lugar en dónde las almohadas son de plumas? ¿Cómo he de actuar si los únicos buenos modales que conozco son los de mantener una buena postura?

Mi vida está a punto de cambiar, y sigo sin saber si para bien o para mal. 

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¡Hola! Lamento mi ausencia. Estos meses, semanas y días no han sido fáciles para mí. Mis ánimos por escribir se habían desplomado por completo. Hace unas semanas (casi un mes) comencé recibir múltiples notificaciones de mensajes en esta app que ya había olvidado. Estos mensajes contenían peticiones de que actualizara, incluso tenía varios en el buzón. Me sorprendió el hecho de que alguien tomara un pedazo de su tiempo para escribirme y pedirme que continuara escribiendo, lo único que pasaba por mi mente era ¿así de tanto les gusta? 

El punto, todos estos mensajes me motivaron a continuar con mi escritura. Al principio fue difícil, pero poco a poco fui recordando cuánto extrañaba hacerlo. Les agradezco un montón el apoyo dado, no saben la ayuda que me han brindado. 

Les anticipo que se vienen más capítulos en esta historia, pues a Carolina todavía le falta mucho por recorrer, y sería asombroso que la acompañar en esta aventura. 

- Poppy (AnMaSaBo)

Cadis: La UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora