"Eso es una traición"
— ¡Pero te lo advertí Carolina! —Repite Francisca ya por quinta vez.
Estábamos en mi alcoba. Ya era de día, y había estado llorando a su lado desde la noche anterior. Mis ojos duelen, pero no paro de repetirme lo tonta que fui. No debí haberlo abandonado así, no......¡no debí haberlo besado en primer lugar!
Y las lágrimas salen de nuevo.
— Carolina, querida —Dice mi amiga en una voz más suave y neutra.— Lo hecho, hecho está. Ya dejaste solo al pobre muchacho, y ni siquiera sabes si lo vas a volver a ver. —Y esas palabras solo hicieron que de mis ojos saltaran más gotas de agua— Vale, vale. Tal vez si lo vayas a ver, pero si no piénsalo. Es bueno que esto haya pasado. Igual no podías hacer nada, aceptaste entrar al concurso, y te has quitado ese peso de encima que podría habernos arruinado nuestra oportunidad de una mejor vida y....
— ¡¿Un peso?! ¡¿Un obstáculo?! —La interrumpo con una voz autoritaria y enfadada.— ¡¿Eso piensas que es Eddie?! —Tomo un gran suspiro para evitar que mis deseos de tomarla por el cuello y degollarla tomen mi cordura.— ¡Eres una egoísta Francisca! ¡No te interesa mi felicidad! ¡Sólo te interesa ganar ese estúpido premio por una alcoba en aquél infeliz castillo! —
— Carolina, eso no.....
Me levanto de la silla a los golpes y me acerco a la puerta. La abro, pero antes de irme no puedo evitar decir algo más.
— Que disfrutes tus vestidos, tus fiestas y coronas —Suelto finalmente en el tono más antipático y seco que mi voz puede alcanzar.
Y me voy, sin un lugar a donde ir, sin un hombro en el que llorar. ¿Qué haré ahora? ¿Mi hogar? No, mi madre no puede enterarse. ¿Una amistad? Sólo tengo a Francisca.
Sólo tengo a Francisca, o mejor dicho, tenía.
— ¡Caro está Francisca! —Grita mi madre desde lo que supongo debe ser la cocina.
— ¡Dile que no!
— ¡Carolina es Francisca!
— ¡Por eso mismo! ¡Dile que se vaya a jugar con sus coronas!
A los poco segundos se abre la puerta, es Francisca.
— Carolina, enserio no sabes cuanto....
— Detente ahí, me estás mintiendo —Suspiro con lástima y tristeza en mi ronca voz.— No lo sientes, no estás arrepentida porque para ti hiciste algo bien, y tal vez sea cierto. —
— Tienes razón, en verdad yo.....espera...¿no estás molesta? —Inquiere con tono de sorpresa. Se sienta junto a mí, junto al frío suelo y sostiene mis manos.
— Oh no, por supuesto que lo estoy —Digo con enfado.— Pero he reflexionado un poco durante este rato de soledad, y he llegado a la conclusión de que tal vez tengas razón.— Confieso apenada con ojos llorosos.— Tengo la oportunidad de mi vida esperándome, y no puedo arriesgarme por un amor pasajero —
— Y te llevo 6 horas para darte cuenta cuando llevo días repitiéndolo día y noche — Expresa Francisca acompañada de la ironía.
— Pues sí —Contesto a carcajadas.
— Pues ya, quítame esa mueca de tristeza y vámonos a celebrar. —Exclama con una sonrisa dibujada en el rostro.
— ¿Celebrar qué?
— ¡A la próxima reina de Cadis! ¡Carolina Da Costa!
A esto solo nos quedamos riendo. Era obvio que no iba a terminar sentada en el trono de aquel monumental palacio, pero soñar no cuesta nada, y menos cuando te da tanto.
Los días pasaban, uno haciéndose más largo que el otro. Y cuando ya era muy tarde, me percaté de algo. Ya había llegado el día de ir al castillo.
Mi madre había preparado mis prendas desde el día que me anunciaron como elegida. Y por fin era el momento, debía abandonar casa, sin saber que era lo que el futuro me amparaba.
— ¡Carolina! ¡Come algo antes de que te marches! —Grita mi madre desde el comedor.
Podía oler el pan recién horneado con la mermelada de frambuesa. Era una de mis comidas favoritas. Mamá estaba encantada (mucho más que yo) pero sabía que en el fondo mi partida le dolía.
Llego al comedor y tomo asiento. Tomo un poco de pan, y otro poco de mermelada. Mastico muy lentamente, esperando que así el tiempo no se acabe.
Al terminar de comer subo a mi alcoba a buscar mis últimas pertenencias. Observo con nostalgia cada esquina de la pequeña habitación. Por más grande que fuese la del castillo, nunca tendría la calidez que esta posee.
Estoy en la puerta ya con todas las bolsas. Mi padre me está esperando junto con uno de los caballos.
— Mi niña, mi niña que ya no es tan niña. —Se dice con nostalgia acariciando mi mejilla. Distingo como de sus ojos, unas pequeñas lágrimas se escapan de ellos.
— No llores papá, estaré bien. —Afirmo con una sonrisa antes de envolverlo en brazos como despedida final.
Me subo al corcel junto a mi padre y acomodamos los bolsos. Finalmente nos ponemos en marcha.
El trayecto fue algo largo. Teníamos que atravesar todo el pueblo hasta las afueras, donde me recibían con ramos, flores y cantos. La gente estaba exaltada de este evento, no podían esperar a averiguar quién llevaría la corona de la Reina Teresa.
Luego de traspasar la multitud de aldeanos y llegar a los límites de mi tierra natal, distinguimos un hermoso carruaje de terciopelo azul, madera tallada y detalles de oro. Dos corceles y dos jinetes, al igual que dos guardias esperando frente a la entrada.
Me acerco con prudencia y el equipaje en mis manos.
— Buenos días, soy la señorita Carolina Da Costa —Me presento cordialmente con lo que fue un intento de reverencia.
— La carta por favor —Dice fríamente el guardia a mi derecha. Sus ojos miraban al horizonte, ni siquiera se movían para registrar mi rostro o apariencia, parecía una estatua que ni pestañeaba.
Saco de mi bolsillo el pedazo de papel doblado varias veces. El guardia por fin baja la vista y la lee rápidamente.
— Bienvenida, señorita Da Costa. Suba al carruaje por favor.
— Adiós, papá —Digo al voltearme antes de entrar completamente a la carroza.
Mi padre llora y se despide con la mano. Me siento y veo como cierran la puerta súbitamente.
Y así es como mi nueva aventura, o mejor dicho, mi nueva vida comenzaba.
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Hola, lamento demasiado mi ausencia. Últimamente tengo millones de proyectos encima y me ha costado concentrarme en esto.
Pero con motivo de CASI LLEGAR A 10K DE LECTURAS ¡Prometo subir muchos más capítulos!
Gracias por leer, los adoro <3
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Cadis: La Unión
Bilim KurguAntes conocida como "Viviendo con el príncipe" Un país, un príncipe, una unión. Cuando Carolina recibe una carta anunciando que ha sido elegida para ser partícipe del evento que determinará a la futura princesa de Cadis, todo cambia, tanto para bien...