2.- Negociaciones

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Los chicos cogieron la caja y cruzaron el umbral de la puerta con avidez, temerosos de que la joven cambiara de idea. Se adentraron en una sala grande, que hacía las veces de comedor y cocina. Estaba amueblada con un estilo moderno, sin demasiado "toque femenino" , lo que sorprendió gratamente tanto a Roberto como a Daniel.

-Bien, este es el tema- dijo la chica adentrándose, mirándolos inquisitiva- El tiempo que estéis aquí, pagaréis todo el alquiler del piso, más un suplemento del 20% por ser un alma caritativa y soportaros- los chicos jadearon sorprendidos ante aquello. Roberto abrió la boca para responder pero Ash continuó, tajante- Quien no pague en el tiempo establecido, duerme fuera, y lo digo muy en serio- clavó su mirada en ambos jóvenes, con el ceño fruncido y avanzó hasta la cocina americana, en el fondo de la estancia. Los chicos, caminaron tras ella- Haréis entre los dos las tareas de la casa, como hacer la colada, fregar o cocinar. Y más os vale que lo que salga de esta cocina no sepa a rayos. Si no sabéis cocinar, es vuestro problema- Se detuvo en seco y giró, quedando frente a ellos con los brazos cruzados. Motivo por lo cual, ellos tuvieron que detenerse bruscamente para no toparse con ella. Entornó los ojos y los señaló alternativamente con su dedo índice- Nada de excusas, quien se escaquee duerme afuera igual- Hizo una breve pausa, repasando todo lo que había dicho. ¿Se había dejado algo en el tintero? Tenía la sensación de estar siendo demasiado blanda con ellos. Debía esmerarse bien para que su plan diera resultado- Y en cuanto encontréis el más mínimo zulo en el que dormir- señaló con el pulgar la calle-, os largaréis. ¿Algo que añadir?

Inspiró profundamente y se apoyó sobre uno de los taburetes que había al lado de la encimera de la cocina, esperando con serenidad el inminente contraataque de los chicos. Tenía la mirada fija y desafiante clavada en ellos, como el tigre que sabe que ha acorralado a su presa.

Ellos, por su parte, se habían quedado pasmados ante el discurso de la joven. Trataban de analizar detenidamente, cada una de las cosas que se habían incluido en el pacto, que no eran pocas, para que ninguna se les pasara por alto. En efecto, este tigre les tenía bien arrinconados. Si se esforzaban podían incluso verla enroscar una atigrada cola de felino.

- ¿Có-cómo? - repuso perplejo el rubio sin poder reprimir un jadeo por la impresión- ¿Crees que somos idiotas o qué? Nos quieres explotar como esclavos y que encima te paguemos por ello- tras un resoplido, movió la cabeza con desaprobación- Estás pirada.

- Ash, ¿no crees que estás exagerando?- esta vez fue Daniel el que intervino.

-Estas son mis condiciones,- repuso la chica tajante- y si no estáis de acuerdo con ellas, nadie os obliga a quedaros.

Ash los miró alternativamente, esperando la respuesta que sabía que acabarían dando. Sonrió por dentro, esta vez había jugado bien sus cartas.

-Bueno Ash- inició Roberto- nos alegramos de haberte visto, que estés bien y toda esa mierda- empezó a andar en dirección a la puerta, con decisión- Pero creo que tenemos demasiada pelirroja por hoy. Ya nos veremos dentro de otros cuatro añ...- se giró al no sentir los pasos de Daniel siguiéndole- Tío, ¿Qué haces ahí parado?

Daniel lo contemplaba con desesperación, mientras el rubio le devolvía una mirada con cara de no estar entendiéndole ni un gramo. Daniel miró a la joven, mientras hacía una señal a su amigo para que se acercara.

-Déjanos hablar un momento.

La chica asintió y ensanchó, todavía más si era posible, su sonrisa. Claro, claro, hablar todo lo que queráis, pensó. Estaba complacida. Oh sí, ya podía decir que era una máster entre los genios. Vería a esos dos idiotas desaparecer por su puerta igual que habían aparecido. Solo tenía que asustarles lo suficiente para que no tuvieran ganas de regresar a molestarla y, con Rober, había sido muy fácil. Ahora él se encargaría de convencer a Daniel.

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