3.- Cuarenta vírgenes

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- Bueno, pues ya sabes dónde queda el suelo- se adelantó Daniel, tumbándose a lo largo del sofá, ocupándolo por completo, tras la petición del chico.

- Y una mierda, apártate de ahí.

Sin esperar al movimiento de su amigo, el rubio le empujó y se hizo un hueco como pudo, aplastándole la cara en el proceso.

- ¡Hijo de perra, casi me desvías la nariz!- el moreno le empujó también, haciendo que Rober casi se saliera del sofá si no llega a toparse con el reposabrazos.

El otro le respondió con una embestida y acabaron enzarzándose en una pelea por ver quién era el macho alfa que dominaría el sofá. Rodaron de un lado para otro hasta que, debido a la estrechez del sofá, finalmente cayeron de bruces al suelo. Tras el golpe y algunos quejidos adoloridos, se incorporaron lentamente y se sentaron en el suelo, apoyados contra el sofá. Se quedaron unos segundos en silencio, mirando a alguna parte de la oscuridad que los rodeaba. Ambos se evaluaron con la mirada y el ceño fruncido, como dos párvulos a los que habían castigado sin recreo. Apartaron las miradas y tras ello, Daniel habló.

- Realmente debería ser yo quien durmiera cómodo esta noche- refunfuñó calmado- Gracias a mi buena negociación tenemos un techo sobre el que pasar estos días.

Rober se giró, atónito, para contemplar a su amigo.

- Oh, perdona si no alabo tu grandioooso plan- fulminó el chico, exagerando la palabra grandioso irónicamente- pero es que creo que tenemos concepciones muy diferentes de lo que es "una buena negociación"- alzó los dedos para remarcar las comillas.

Daniel dio un suspiro resignado.

- ¿Sí? ¿Y cuál era tu plan? Porque si tenías una opción mejor, me hubiera gustado escucharla.

Rober apoyó la barbilla sobre sus brazos, los cuales reposaban sobre sus rodillas. Mirando a Daniel de reojo pero con la mirada severa clavada al frente, sentenció.

- Prostituirnos- hizo una pausa, derrotado- Así al menos nos darían menos por culo que aquí.

Daniel rió sonoramente.

- Vamos, te quejarás de las vistas...- golpeó suavemente con el codo a su amigo, alzando las cejas chistoso- Quien diría que ha podido cambiar tanto, ¿verdad?

Rober lo miró seriamente por unos instantes y rodó los ojos, con exasperación.

- Que sí, que está muy buena y todo eso, - repuso volteando la mano en el aire- pero eso no quita el hecho de que sea una arpía.

Se subió al sofá y se echó una manta por encima, pues a pesar de comenzar a hacer calor por el día, en la noche refrescaba. Daniel se sentó también, al lado de Rober, el cual buscaba la mejor forma para dormir. El rubio probó a tumbarse a la mitad del sofá con las piernas colgando por fuera. Daniel lo imitó, pero en el lado contrario, quedando sus caras preocupantemente cerca. Podían oír sus respiraciones y si giraban el cuello, sus narices llegaban a rozarse. Abrieron los ojos de par en par y sus nucas se erizaron.

- Eh...em- Rober se levantó de un salto, angustiado, al igual que lo hizo después Daniel- Probemos mejor otra cosa.

- Yo puedo tumbarme aquí, así- propuso el moreno, nervioso- y tú... mira a ver si cabes aquí... o si no, por detrás- se rascó la cabeza, y la ladeó pensativo.

- No pienso dormir contigo a cucharita-lo miró severamente el rubio con los ojos entornados, amenazadoramente.

Daniel se desesperó.

- ¡Para ya, tío!-resopló indignado- No tengo ningún interés en rozarme contigo-repuso asqueado- Mira, tú pon la cabeza en aquel reposabrazos y yo en este.

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