Adentro de la gran casa el silencio volvía a reinar como el día de ayer, con la diferencia de que Louis ya no se encontraba más junto a Harry, con la diferencia de que no vería esos ojos zafiro nuevamente, de que no volvería a tocar el fino cabello de Louis, no iba a volver a volver a besar esos labios delgados y suaves que más de una vez lo habían hecho tocar el cielo, no lo volvería ser abrazado por esos brazos que le dieron seguridad, confianza, protección y amor. En su pecho el dolor no cesaba, cada segundo se volvía más fuerte ocasionando que el aire de sus pulmones le pareciera insuficiente y el nudo en su garganta y estomago se agrandase cada vez más. El sonido de los sollozos de Darcy le hacían llorar con más fuerza, sus orbes verdes parecían rojas y sus mejillas un mar de lágrimas. Su cerebro le decía que parara de llorar porque debía ser fuerte por su hija, pero su corazón dolía.
Al rubio le dolía la partida física de uno de sus mejores amigos, no se imaginaba el dolor de Harry y su hija, debía ser el doble de fuerte.
-Harry te preparare un té, ¿está bien? –dijo el rubio parándose del sofá rápidamente, no quería seguir presenciando tan dolorosa escena.
Niall solo recibió un asentimiento de cabeza por parte del castaño, y no pedía nada más, solo quería abandonar la sala para no seguir presenciando una imagen tan desgarradora, sentía que con cada segundo su pecho se contraía y su corazón dolía de manera inexplicable. El irlandés camino hasta la cocina y coloco la tetera de porcelana con agua adentro a hervir, busco entre los gabinetes de roble rastro de bolsas de té hasta que los consiguió y tomo dos pequeñas bolsitas de té de durazno, sabiendo perfectamente que era el favorito de Harry.
El de ojiazul se perdio en sus pensamientos preguntándose cual fue la causa que impulso a que Louis se suicidara, pues una muerte natural no fue. Louis tenía todo: un esposo que lo amaba como su propia vida, una hermosa e inteligente hija, un gran hogar, un trabajo como productor de discos y dueño de una de las mayores disqueras de todo Reino Unido, no le encontraba lógica al asunto. Un pitido incesante fue lo único que saco a Niall de su letargo, tomo una toalla que estaba en el borde del fregadero y retiro la tetera de la hornilla y la coloco sobre el mesón que estaba en medio de la cocina, luego de una gaveta saco dos tazas con diferentes estampados en ellas y vertió el líquido caliente en ellas para después colocar las bolsitas de té.
Ya Harry estaba tomando entre sus labios el caliente líquido, la sala seguía en el mismo estado con la diferencia de que el llanto había parado y que Darcy se encontraba dormida en el pecho del chico rizado.
-Gracias Niall –murmuro el castaño dejando la taza sobre una pequeña mesa café que se encontraba a un lado del sofá.
-No es nada amigo –dijo tratando se soltar un sonrisa que termino convertida en mueca –¿Quieres que deje a Darcy en su habitación?
-Si, por favor –dijo viendo los ojos de su amigo – ¿Te puedo pedir otro favor? –pregunto un poco avergonzado.
-Lo que quieras amigo, sabes que cuentas conmigo.
-¿Puedes cuidar a Darcy mientras voy hasta la morgue para preparar los papeles de Louis? –pregunto el castaño leyendo un mensaje que acaba de recibir en su teléfono.
-Claro que si Harry. –acepto el rubio teñido viendo como su amigo se retiraba de la sala.
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