Capítulo 3

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Palabras en español: Miguel y Leo, al ser mexicanos los dos hablan español, por lo tanto por comodidad al estar juntos hablan su idioma natal. 

*Les recomiendo reproducir la canción mientras leen la escena. 

De vuelta a la realidad

"Oh que la chingada..."

Llevaba ahí dos horas y media. Estaba sentado en el pasto de los jardines de su universidad, con su guitarra blanca, practicando su canción que debía presentar en menos de una semana. Si, llevaba ahí casi tres horas y todavía no le salía.

Estaba harto, desesperado, estresado, preocupado, todo.

No podía concentrarse, pero realmente no era para menos ni era algo raro, no después de despertar esa mañana en la cama de su amigo, desnudo, con este abrazándolo, con arañazos en la espalda, su ropa tirada por el cuarto y con fluidos sospechosos en su cuerpo. Casi le da un paro.

La noche anterior, unas amigas suyas lo invitaron a comer a un restaurante con música en vivo, estaba muy estrazado por la universidad así que decidió ir. Desafortunadamente, Hiro y el tuvieron una discusión por el comportamiento que últimamente tenía el mitad japonés; Miguel lo notaba algo distraído y más nervioso de lo normal, además de que de pronto se ponía rojo y un tanto agresivo. Supuso que tal vez le gustaba una compañera de su universidad para mataditos, y que le quería pedir consejos, pero este lo negó completamente.

Después de la discusión, y cuando bajaba por las escaleras, pudo oír a su amigo gritándole reclamos por dejarlo solo (o algo así). No pudo dejar de pensar en ello por toda la velada, se sentía culpable por dejar a su amigo cuando tal vez tenía problemas. Hiro y su tía habían hecho mucho por él y este no estaba demostrando ser gradecido y menos un buen amigo. Sin darse cuanta empezó a beber de más, y después de eso ya no recordó ni como regreso a la casa.

Despertó con un fuerte dolor de cabeza y unas ganas de vomitar. Estaba crudo. Al intentar incorporarse de la cama sintió unos brazos sostenerlo de la cintura. Era Hiro, se preguntaba porque estaba en su cama, hasta que todo el contexto le cayó como un golpe en la cabeza. Casi vomita de la impresión.

Con cuidado, se libró de los brazos de su "amigo", salió de la cama y corrió hasta el baño. Dentro de este, cerró la puerta con seguro y se hecho agua en la cara. Quería morirse, que la tierra lo tragara, que viniera el chamuco por el o peor aún, que llegara su abuelita y que le diera con la chancla.

Medio preparado psicológicamente, salió del baño y fue hasta la cama. Miro con detenimiento al pelinegro; tenía marcas por todo el cuerpo, principalmente en el cuello. Un grito casi se le sale, pero no quería despertar a este o sería peor. No podía negar lo que había ocurrido: lo habían hecho anoche. 

Antes de que se desmayara, empezó a vestirse, se puso sus zapatos, tomo su guitarra y salió corriendo de la escena del crimen.

_ Perdóname, Hiro..._ Dijo mirándolo, y cerró la puerta para después echar a correr.

"¡Ahhhhh! ¡Pendejo, pendejo, pendejo! ¿Qué hiciste wey? ¡¿Te fuiste para el otro lado?! ¡Pobre del chino!"

Se jalaba del pelo desesperado. Se masajeaba la cara, se tiró al pasto y se revolcaba en este. ¿Qué le diría su familia? ¿Qué pensaría papá Héctor? Y lo más importante; ¿Qué iba a hacer?

Regresarse a México sonaba tentador, pero no era de esas personas que huían de los problemas (aunque hace unas horas lo había hecho). Lo mejor sería confrontar a su amigo y arreglar las cosas con él. Se disculparía por sus acciones y le rogaría por conservar su amistad. Hiro era alguien importante para él, se volvió su apoyo en una nueva ciudad y lo admiraba mucho. Le encantaba que este le mostrara sus inventos y sus artefactos, además que molestarlo y ver como este se enojaba era muy gracioso. Le encantaba pasar tiempo con él, no soportaría que este lo odiara y no quisiera hablar con él nunca más. Por eso tenía miedo que esa noche cambiara su relación, y aunque eso era muy probable quería que fuera mínimo.

En el latido de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora