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No era el centro de los Ángeles, de hecho distaba mucho de eso, una pequeña casa en un pueblo bien perdido entre los mapas. Pero era perfecta para nosotros.

Ahora ya estábamos instalados en la casa a las orillas del pueblo, Ángel aún andaba por ahí con su tanque de oxígeno de vez en cuando pero era más que nada para dormir, había dejado la silla y andaba por ahí apoyado en un bastón negro, cada vez lo usaba menos.

Los padres de Abraham se habían vuelto a España, tenían trabajos estables después de todo y sus clientes los necesitaban mucho más de lo que Abraham lo hacía.

Los abuelos tampoco pasaban mucho tiempo en la casa pues habían encontrado un club campestre dónde pasar los días, hoy en especial está lloviendo afuera y yo estoy con una taza de té de pie ante la ventana del recibidor, mi mirada se pierde entre los árboles que cubren el camino a la carretera, la casa es prácticamente invisible desde ahí; hasta mis oídos llegan los sonidos de la lluvia golpeando contra las ventanas y la consola de videojuegos en el fondo junto con las risas de Abraham y Ángel.

Han estado jugando ya por unas horas pero no me molesta, en cuanto vuelva a su lado jugaré también.

Esta casa me recuerda la mía en España, me recuerda a mis padres y a la gente del pueblo, me recuerda lo duro que ha sido y me pregunto qué sabrán ellos de mi, si creen que estoy muerto...y si lo creen ¿Habrán llorado por mí? Son mis padres, se supone que así fuera… pero han sido tan crueles.

Yo, al igual que Ángel, he sido gay toda la vida, antes decía que era bisexual, era más cómodo para todos pensar que podría acabar con una tía y no con un tío. Pero con el tiempo noté que las tías no me gustaban demasiado...como sea, supongo que mis padres siempre lo han sabido, no soy como Ángel que de no ser por su falta de vergüenza en público nadie lo sabría, a mi se me nota desde la luna. Dios se empeñó en darme esta voz después de todo y yo me he empeñado en no negarlo.

Al principio mis padres hacían como si no supieran nada, hasta la preparatoria se fingieron desentendidos incluso si yo sabía que era demasiado obvio, mi madre me veía pasearme por la casa con mascarillas en el rostro dos veces por semana y mi padre fingía no entender porque no me gustaban los deportes que él miraba en la televisión todos los domingos. A Ángel también le gusta el fútbol...se habría llevado bien con mi padre, incluso son fans del mismo equipo… pero eso nunca pasará.

Surgio entonces la oportunidad de estudiar la universidad, me fui lejos de casa y en las primeras vacaciones volví a casa bien dispuesto a hablar con ellos seriamente sobre mí orientación para poder llevar en las vacaciones siguientes a mi pareja de entonces.

Bueno… salió todo lo mal que podría salir.

Aún recuerdo la escena de mi madre llorando en el sillón preguntándose una y otra vez que había hecho mal mientras que mi padre daba vueltas sobre sus propios pasos y cada poco me apuntaba con un dedo y decía “tú no puedes hacernos esto” “¡No entiendes lo que haces!” “¿Crees que esto es una especie de broma?”

Finalmente no pudieron contra mis palabras “es que esto es lo que soy, lo que he sido siempre, lo que voy a ser… ¿Tan malo es que ame a un hombre y no a una mujer?”

El llanto de mi madre se incrementó y mi padre la abrazó en el sofá mientras me miraba con ojos llenos de rabia “es antinatural, Samuel, nosotros no te criamos para que fueras un degenerado, nosotros criamos un hijo bueno y recto que ahora ya no está. En lo que a mí respecta yo ya no tengo hijos...por favor vete”

Mi corazón aún se estruja al recordar esas palabras, y las recuerdo exactas tal cual fueron porque es la cosa más dolorosa que nadie me ha dicho.

Perfectos || MangettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora