-No me digas gruñona, tengo un nombre por si no lo sabías-espeté furiosa.-Es cierto no lo sabía, ni me importa saberlo.
Desgraciado, como lo odio.
De pronto no pude caminar más debido a un punzante dolor en mi tobillo izquierdo.
Me recosté en la pared del pasillo y cerré mis ojos para poder olvidar el dolor, pero no fue así, en vez de eso sentí como alguien me cargaba en sus musculosos brazos.-¿Qué crees qué haces?-dije
-¿Qué no ves?, pues caminando-dijo obvio.
-¡Ah!, eres estresante, ¿lo sabías?
Él solo sonrió.
Dios su sonrisa era una de las más hermosas que había visto y se que sonará muy cursi, pero es cierto.
Los hoyuelos que se formaban al ensanchar su sonrisa eran magníficos y ni hablar de como sus ojos se achicaban al sonreír.Melissa, despierta.
Al salir de mi transe, me di cuenta de habíamos llegado a la enfermería.
-Por qué estamos aquí, si no hay nadie herido-dije
-Qué despistada que eres-contestó él colocándome sobre una camilla-tu tobillo está hinchado-aclaró regresando a ver hacia mi pie a lo que yo seguí su mirada y me acorde de lo ocurrido.
-Ah, lo siento no me había percatado.
-Estás disculpada-dijo mirándome con una media sonrisa.
Él es tan frustrante, y yo que empezaba verlo de otra forma por la ayuda que me había brindado.
-Nota mental:no juzgar precipitadamente-susurré.
Cuando levante mi cabeza para poder ver al tal "Clayton"
Lo vi saliendo de la enfermería.-¡Oye!-le grite-¿ya te vas?-pregunte.
-Claro, ya hice mi obra buena del día y ahora me retiro, espero y no me extrañes...gruñona.
-¡Te dije que no me llamarás así!-grite al viento ya que él ya se había ido del lugar-Gracias-susurré más para mi misma que para él.
La habitación era blanca, tan blanca cual nieve en invierno, fría y estática.
No lo sé pero simplemente me gustan los lugares así, me siento como en casa, me da libertad para pensar e imaginar, para desahogarme, se siente tan bien.Estaba contemplando el lugar cuando escuché un ruido proveniente de la siguiente camilla que se encontraba separada con cortinas color azul cielo.
Me levante aún con el dolor punzante en mi tobillo y abrí la cortina que separaba mi camilla de la otra, al abrirla me encontré con un chico dormido entre las sábanas, parecía tan a gusto durmiendo. Era un chico realmente alto, ya que sus pies sobresalían de la camilla, su piel era tan pálida que cualquiera que lo viera pensaría que él está muerto y no durmiendo, sin embargo su cabello era de un negro azulado que contrastaba con su hermosa e impoluta piel.
-Deja de observarme, me incomoda-dijo el chico abriendo sus ojos.-¡Ah!-me sobresalte y grite.
-Que ruidosa, deja de hacer escándalo estoy tratando de dormir-afirmó el chico de ojos turquesa. Dios que hermosos ojos.
-L-lo siento mucho-me incline haciendo una pequeña reverencia.
El chico simplemente me ignoró y volvió a cerrar sus ojos.
Me aleje de él y caminé alrededor de la habitación tratando de encontrar un ungüento para la inflamación, pero me tropecé y caí al suelo.Este ha sido un pésimo día y para colmo la enfermera no se encuentra.
Me levante y me recosté en la camilla.
Decidí hablarle al chico de los ojos turquesa porque parecía que conocía de más este lugar.
-Disculpa...-dije esperando una repuesta por parte de él.
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Con un rose de tus manos...
RomanceNovela juvenil Piano...mi mejor amigo Bailar... libertad Arte...mi vida Amor...¿amor? ¡Ugh! Una chica que comparte dos pasiones con los chicos más opuestos de todo el instituto, nada podrá impedir que ella logre sus sueños, pero tal vez "alguien"...