Era de madrugada, lo sabía porque la luz de la Luna estaba resplandeciendo a través de las largas cortinas blancas del ventanal de su habitación, dejando así una luz tenue entre las cuatro paredes.El castaño se levantó de su cama y al poner sus pies en el frío suelo, divisó un agujero negro, sorprendido, se puso completamente de pie para ver si era algún tipo de mancha, al pisarla, esta se fue haciendo de mayor tamaño, abarcando casi todo el cuarto; se acerco un poco más, poniendo sus dos pies sobre ella, así siendo absorbido por un agujero gusano.
El chico estaba asustado, no tenía ni la menor idea de lo que estaba pasando, por lo que se pellizcó unas tantas veces el brazo para verificar si estaba teniendo uno de esos sueños extraños que siempre le ocurren, al ver que esto era una realidad, decidió abrir los ojos, y la vista que tuvo fue magnífica.
El tubo por el que iba viajando era transparente, pero lo que le causo curiosidad fue el hecho de que a través de el pareciera ver el universo, habían nebulosas desde rosas hasta violáceas, demasiadas estrellas, podía ver una circunferencia parecida a la Tierra, un pellizco más a su brazo, él no podía estar viajando lejos del que es su planeta, ¿cierto?
Su mente realizo imágenes en su cabeza de lo que podría estar pasando, tal vez era algún tobogán, y al caer de este le esperaba una gran alberca, no lo sabía, hasta que al finalizar el "tobogán", cayo sobre un mar color plateado, y para su suerte aterrizo en la orilla, así, que con el corazón latiendo a mil por segundo, se levantó del agua, curiosamente ésta no le mojó, por lo que la pijama que traía puesta no estaba empapada.
Al levantarse, se dio la vuelta para quedar asombrado, ¿acaso estaba en la Luna?, seguramente al regresar a la Tierra le llevarían a un manicomio, pero estaba cien por ciento seguro de que se encontraba en la acompañante de su planeta.
Dándose la vuelta, se encontró a un joven azabache, probablemente el joven más hermoso que haya visto en su vida, el muchacho era alto, de un cuerpo tonificado, tenía una tez pálida pero no al grado de parecer enferma, su rostro era magnífico, sus orbes eran oscuros como el espacio y su mirar era penetrante, su nariz era un poco grande pero perfilada, sus labios eran tentadores, eran rosados y brillantes, su mandíbula marcada, y probablemente sí seguiría haciendo una lista de la perfección del contrario no acabaría nunca.
Tan absorto estaba que nunca se dio cuenta que el azabache le miraba también, ya que Taehyung apesar de ser un humano era hermoso, aún adormilado era una belleza en demasía la que poseía.
Jungkook estaba con un martillo en su mano izquierda, ya que estaba construyendo la puerta para finalizar su obra, estaba construyendo una casa en la Luna, ya que al ser un ser humano que ha vivido unos días en la Luna, no ha tenido la oportunidad para conseguir un hogar, ya que al parecer, los habitantes de aquel lugar eran muy amargados.
Él había llegado ahí hace unos días, cuando le habían mandado a la Luna a supervisar que todo estuviera en orden, pero su nave se había dañado al aterrizar y no le han llegado a buscar, básicamente es un astronauta perdido.
Jungkook había visto muchas cosas magníficas en su vida, pero ninguna se comparaba con aquel castaño parado delante suyo, y es que era tan hermoso, tan étero, sus facciones parecían ser talladas por los mismos Dioses.
Las estrellas les rodeaban, pero él le miraba como a una, incluso, se atrevía a decir que Taehyung opacaba el brillo de todas ellas.
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𝙋𝙤𝙡𝙫𝙤 𝙡𝙪𝙣𝙖𝙧
FanfictionTaehyung cree firmemente que el espacio es magnífico, el regalo más grande que podemos tener, algo interesante e intrigante. Jungkook ve al espacio como su hogar, hasta que conoce a Taehyung. El hogar no es el lugar de pertenencia, es donde te sient...