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Emilia

—Pasen, pasen— nos abrió Santiago la puerta de su habitación. Dentro de la misma se sentía música y a algunas personas hablar.

—Buenas— saludamos mientras María Paz dejaba la botella y los jugos al lado de las demás botellas.

—¿No se supone que no podemos tomar alcohol?— pregunté yo. Los siete en la habitación se quedaron en silencio y me miraron.

—Sos la responsable del grupo, ¿no?— habló Octavio con un poco de gracia en su voz.

—Algo así, no soy de tomar mucho. Depende la noche.

—Giovani es igual— dijo Santiago.

Miré a Giovani y él me miró para luego sonreírme un poco tímido, yo hice lo mismo.

Mi celular vibró en mi bolsillo indicando que tenía un nuevo mensaje. Era uno de mis mejores amigos en el grupo de Whatsapp preguntando dónde estábamos.

—Felipe pregunta donde estamos— les informé a mis amigas.

—Te apuesto lo que quieras que se enojan cuando sepan que estamos con ellos— dijo Lucia, la rubia del grupo señalando a los chicos.

—¿Por?— preguntó Joaquín.

—Porque son así— dijo Maria Paz un tanto indignada.

—Y porque Feli le tiene ganas a Emilia, entonces capaz que se pone celoso— habló esta vez Juli.

—¿Siguen con eso? No me tiene ganas— negué.

—Mmm, ¿vos decís?— dijo Mapi con sarcasmo.

—Diganlé que vengan si quieren— habló Octavio.

Les hicimos caso y les dijimos que estábamos en la habitación 557. Minutos después llegaron los cuatro chicos.

—Pasen— dijo amablemente Santiago. Felipe, Mateo, Ignacio y Bautista entraron a la habitación y saludaron a los chicos presentándose.

Mientras la música sonaba y tomábamos un poco de alcohol —ya fue, es Bariloche y no tengo que llegar a casa sobria— yo me encontraba sentada en una de las camas de la habitación y Felipe se sentó a mi lado, abrazándome por los hombros.

Santiago y Joaquín me miraban divertidos y yo negué con la cabeza disimuladamente.

—Que linda estás— me dijo mi amigo muy cerca mío.

—Y vos que borracho estás— dije alejándome un poco de él.

La verdad es que me incomodaba un poco estar así de cerca de él, capaz que las chicas tenían razón cuando me decían que Felipe quería estar conmigo, pero aunque lo intente, no lo puedo ver como algo más que mi mejor amigo.

—Te llaman tus amigos— sentí la voz de Giovani y lo miré.

Felipe lo miró un poco mal pero después se levantó para irse con los chicos, quienes estaban saliendo de la habitación. El rosarino se sentó a mi lado, con un vaso de fernet en su mano.

—¿Querés?— me ofreció, yo negué.

—¿A donde iban los chicos?

—Creo que unas chicas los invitaron a una previa, pero ni idea.

—Ya nos cambian— me quejé y él rió.

—Bueno pero ustedes nos tienen a nosotros— alzó los hombros.

Mis amigas me llamaron para sacarnos una foto en el pasillo y le pedimos a Joaquín que nos la saque, quien aceptó con gusto.

(...)

Al llegar a Grisú, el coordinador nos indicó que cualquier cosa le mandemos un mensaje a él o al grupo que habíamos creado en el que estábamos todos los egresados.

Entramos al gran y famoso boliche y bastaron solo unos minutos para ya perder de vista a los de nuestro grupo y quedar las cuatro solamente. Mucho no nos importó. Eramos egresadas, y esta era nuestra primer noche de nuestro viaje de egresados. Eso es lo único que nos importa en este momento.

Lucía y yo comenzamos a buscar el baño y para encontrarlo estuvimos aproximadamente media hora. Entramos, nos miramos en el espejo y nos sacamos algunas fotos. Después salimos y no encontrábamos a las otras dos.

Comenzamos a caminar, por todo el boliche hasta que nos encontramos a María Paz besando a Joaquín. Lucía y yo nos miramos confundidas pero decidimos alejarnos y darles algo de privacidad.

—Ahí están Bauti y Feli, vamos a pedirles de sus tragos— señaló al ver que tenían vasos en sus manos.

Me incomodaba un poco la idea de estar cerca de Felipe alcoholizado. No quiero pensar en que en algún momento me va a querer dar un beso y yo le voy a tener que decir que lo quiero como amigo. Me imagino que debe ser horrible.

—Andá vos, yo te espero acá— le dije y ella asintió.

A mi derecha había un gran ventanal con vista al famoso lago Nahuel Huapi. Era una vista hermosa. Me acerqué al barandal que había ahí y me quedé unos segundos contemplando el lago.

—¿Que lindo, no?— una voz a mi lado me hizo sobresaltar— perdón, ¿te asusté?

—No, no, me sobresalté un poco nada más— le respondí a Giovani.

—¿Perdiste a tus amigas?

—Algo así, ¿vos a tus amigos también?

—Si, vi a Joaco con...

—María Paz— lo interrumpí— si, yo también los vi.

Me quedé unos minutos más hablando con Giovani hasta que Lucía, Bautista y Felipe llegaron a nuestro lado. Felipe lo miraba un poco mal a Giovani, pero a este último parecía no importarle ya que ni siquiera lo miraba.

—¿Que hacían?— preguntó Felipe.

—Nada, acá jugando un partido— le respondió un sarcástico Giovani que hasta recién no había conocido.

Bautista rió y su mejor amigo lo miró mal.

—Estábamos hablando— respondí yo.

—¿De qué?— preguntó rápidamente Felipe mirándome serio.

—Vamos a buscar a los demás, Feli— interrumpió su amigo al ver mi cara de confundida.

—Y después decís que no te tiene ganas— Lu se dio vuelta a mirarme una vez que el dúo dinámico ya se había ido.

Después Giovani se fue a buscar a sus amigos y con Lucia nos quedamos bailando las dos en el medio de una de las pistas. Ella bailaba bien, mientras que yo era algo tímida, me costaba soltarme y bailar con total confianza.

Poco a poco todos se iban yendo, incluyendo a mi amiga y a mi. Algunos se quedaban hasta que cerrara el boliche pero a nosotras dos se nos cierran los ojos del cansancio.

—Mañana cerramos boliche— me dijo mi amiga antes de subirse al micro que nos iba a llevar de vuelta a nuestro hotel.

—Obvio— dije yo.

Primer noche de Bariloche completada. Lo más lindo de todo esto es que nos quedan tantas noches y tantos días más para disfrutar y divertirnos.

Esto es solo el comienzo.

Can't help falling in love with you | Lo CelsoWhere stories live. Discover now