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Martes 6 de agosto de 2013.
Bariloche, Argentina.

—Vamos, arriba— sentimos la voz de uno de los coordinadores seguida de unos golpes en la puerta.

—Yo no abro.

—Yo tampoco.

Me quejé y caminé hacia la puerta para que el coordinador dejara de golpear.

—Que lindo peinado— se burló apenas me vio.—Bajen que desayunamos y nos vamos a buscar la ropa para la nieve.

Cuando él se fue les dije a mis amigas que se levantaran mientras que yo aproveché para ir al baño, cepillarme mis dientes y cambiarme primera que las demás, que generalmente tardan un montón.

La primera en estar lista después de mi fue Lucia, con quien decidimos bajar al comedor. Cuando salimos de la habitación nos encontramos con nuestros cuatro vecinos caminando hacia el ascensor.

—¿Todo bien, vecinos?— dijo mi mejor amiga provocando que ellos se dieran vuelta.

—Bien, con sueño— se quejó Santiago.

Nos subimos los seis al ascensor y yo apreté el botón para dirigirnos a la planta baja.

—¿Y las demás?

—Se estaban cambiando, pero tardan un montón.

Cuando llegamos al comedor los chicos cada uno se sirvió lo que iba a desayunar, los chicos dijeron que nos sentáramos la mesa con ellos por lo que eso hicimos, y dejamos dos lugares para las otras dos que no deben tardar en llegar.

—Nochón ayer— comentó Octavio. Todos asentimos.

—¿Hoy a dónde iremos?

—Roket me parece que decía en la planilla. ¿Hacemos previa juntos?— pregunté.

—¿No se enojan sus amigos?— comentó Giovani divertido.

—Mal, se te viene una escena de celos por parte de Felipe amiga— dijo riendo Lucia.

—Nada que ver— rodé los ojos.

—¿Pero qué onda ese pibe?— preguntó Joaquin— ¿Eran algo?

—¡No!

—Felipe le tiene ganas a ella desde que lo conocemos, pero ella nunca le dio bola.

—¡Nunca me di cuenta!

—¿Y le darías bola?— preguntó Giovani, yo negué.

—Es mi amigo nada más.

Minutos más tarde llegaron las dos chicas restantes y no faltaron las cargadas por parte de todos para Joaquín y María Paz, a quienes habíamos visto muy juntos la noche anterior.

Horas más tarde, después de almorzar nos íbamos a una excursión. En el colectivo íbamos todos cantando canciones de la empresa, parecíamos barrabravas.

Hoy nos tocaba hacer Canopy, o también llamado tirolesa. Que consiste en deslizarnos desde un punto hacia otro mediante un cable, a muchísimos metros de altura. En este caso, era en un bosque. Nos separaron por grupos más reducidos así era más fácil organizarnos.

—¿Que pasa Mapi? ¿Arrugas?— le pregunté al ver a mi amiga un poco seria.

—Me dan un toque de miedo las alturas, boluda.

—Arrugás— afirmé.— Típico de hincha de Rosario Central— agregué para molestarla. Octavio y Joaquín rieron.

—¿Eh, qué onda?— se quejó Santiago. Yo reí.

Al final, María Paz se animó a tirarse y después de ella, uno por uno, se fueron tirando los demás.

—¿Te tirás vos?— me preguntó Giovani al ver que éramos los últimos dos.

—No, no. Tirate vos— le sonreí y el asintió para después ir con el chico que le iba a indicar como hacer.

Escuché atentamente como había que hacer y después de que pasaron uno o dos minutos de que el rosarino se tiró, llegó mi turno.

Después de haber recorrido algo de mil metros, según habían dicho nuestros coordinadores hoy, llegué a destino. Mientras uno de los encargados me sacaba el arnés que había tenido que usar miré a todos lados pero no encontré ni a mis amigas, ni a los chicos.

Divisé a Giovani apoyado en una piedra grande y me acerqué a él.

—¿Y los demás?

—Ya fueron a merendar.

—¿Y vos?

—Me quedé a esperarte así no tenías que ir hasta la cabaña sola.

Le sonreí.

—Ay, gracias. ¿Vamos?

El asintió y ambos comenzamos a caminar hacia la cabaña en la que nos iban a dar chocolate caliente, la cuál quedaba, según un cartel, a 900 metros.

—¿Y, estás disfrutando este viaje?— pregunté para sacar tema de conversación.

—Si, obvio. ¿Vos?— me preguntó, yo asentí.—Así que sos de Boca, ¿no?

—Si, si— sonreí— ¿Vos? ¿De Central?

—Si, juego en las inferiores.

—¿Posta? Un día te voy a ir a ver entonces– le dije y él sonrió.

—¿Si? ¿Con la camiseta de Central?

Lo miré mal y el rió.

Unos minutos más tarde, llegar juntos a la cabaña en donde estaban la mayoría de nuestros compañeros nos acercamos a la mesa en donde se encontraban su grupo de amigos y mi grupo de amigas. No faltaron las cargadas de parte de ellos y noté que Giovani se había puesto rojo. No le dije nada pero me dio ternura.

—Tenemos que comprar lo que vamos a tomar— nos recordó Maria Paz.

—Si, si.

—Algo me dice que hoy va a ser una buena noche— todos asentimos, coincidiendo con Santiago.

Can't help falling in love with you | Lo CelsoWhere stories live. Discover now