I-Intimidante

6.6K 518 78
                                    

Ashley

Me remuevo un poco perezosa, pues es hora de levantarme para ir a clases. Me cubro la cara con la almohada antes de acurrucarme un poco más bajo mis sábanas calentitas, pero pronto, con resignación, salto de mi cama sin pensarlo más, ya que de no levantarme vendrá mi madre a sacarme por las patas, literal.

Un bostezo mañanero sale de mis labios y cinco minutos más tarde termino de lavar mis dientes y me despojo de mi pijama, la cual solo consiste en unos shorts cortitos y una playera desgastada que había tenido mejores tiempos, pero que me niego a tirar. Me desnudo, entro en mi ducha y el agua caliente de la mañana quita todo rastro de sueño de mí.

Disfruto del placer de bañarme por unos diez minutos, luego saliendo de mi baño con la toalla alrededor de mi delgado cuerpo saco de mi closet unos jeans, una playera con mangas y unas zapatillas deportivas son mi elección de calzado, me visto con rapidez y tomo mi cabello alzándolo en una coleta muy alta en el centro de mi cabeza, dejándome algunos flequillos sueltos a los lados de las mejillas.

Una vez lista agarro mi mochila y salgo despistada de mi habitación, desciendo por las escaleras y como sé mamá estará en la cocina me dirijo hacia allá.

Hace unos meses atrás mi madre nos dio un gran susto a mi hermana Caro y a mí. Todavía lo recuerdo y un escalofrío me recorre, como aquel día. Me asusté como la mierda de que le pasara algo, gracias a Dios no fue así y tengo a mamá conmigo ahora.

Habría sido tan duro  que la hubiera perdido como a papá. Es tan doloroso despertarme todos los días y no tener a ese papá que me daba besos, me hacía cosquillas. El papá que me daba abrazos llenos de cariño, su sonrisa y verlos a él y mamá felices. Cada día es más fuerte lo mucho que lo extraño y mi corazón se aprieta fuerte cada vez que recuerdo que nunca más volveré a tener ni un beso ni un abrazo de papá, sin embargo, en lugar de ponerme triste y llorar, recuerdo las cosas buenas que nos dio, lo buen padre que fue y me quedo con eso en lugar de recordarlo con tristeza, más que nada porque  estoy segura que él no querría eso para su reina y sus dos princesas, así solía decirnos.

Mis ojos arden, pero contengo las lágrimas.

—Buenos días, mamá —saludo a mi madre, gimiendo de felicidad cuando el olor a omelette se filtra por mis fosas nasales. No hay nada mejor que tener a tu mami para que te haga el desayuno todos los días.

—Buenos días, cariño. —Me dejo dar un beso suyo en la mejilla y yo le doy otro en el mismo lugar—. El desayuno está listo, siéntate a comer. No quiero que te vayas a clases con el estómago vacío.

Rio.

—Jamás despreciaría el desayuno de mi madre. —Tomo asiento, charlo con mamá sobre cosas triviales mientras ambas desayunamos.

🌞🌞

Veinte minutos más tarde, aproximadamente, mi madre me está dejando en la puerta de mi escuela.

—Que tengas un buen día de clases, nena.

—Gracias mamá. Te veo más tarde.

—Hasta más tarde —una vez habiéndome besado y deseado un buen día de clases, nuevamente, mamá se retira.

Me sostengo de los lazos de mi mochila y entro al colegio, entre un séquito de estudiantes esparcidos por el lugar.

Antes de ir a clases paso por los casilleros, repletos de estudiantes para tomar mi libro de matemáticas.

—Buenos días a mi principessa. —Pongo los ojos en blanco cuando aparece cierto castaño labioso.

—Ernesto, ¿cuántas veces debo decirte que no soy tu principessa?

Entre Cada Latido, Tú. ( SAI, Libro 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora