Capítulo X

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Kagome comenzó su patrullaje nocturno, no sin antes avisarle a Sesshomaru que llegaría más tarde de lo normal. Todo parecía tranquilo hasta que observó cómo un camión de carga parecía sospechoso, pasó a un lado de él, observando la conducta de quién se encargaba de manejar, al verla se notó nervioso pero rápidamente cambió su actitud, Kagome hizo creerles que no sospechó, dando  vuelta a la esquina, mientras los sospechosos siguieron recto deteniéndose en una bodega, estacionó su patrulla, apagó el motor y bajó del auto, y con sus habilidades pudo llegará la azotea de la bodega, dónde al ver por las ventanas tuvo que pedir refuerzos.

Akio estaba recibiendo unos últimos reportes cuando su teléfono sonó.

–Diga–dejando los papeles a un lado

–Akio, necesito refuerzos, estoy en una bodega a las afueras de la cuidad, al oeste, cerca de las fábricas de textiles Ao Haru, al parecer ha estado abandonada– un ruido se escuchó.

–Kagome no hagas nada hasta que lleguemos– preocupándose por ella.

–No prometo nada–en esos momentos entraba sigilosamente  al lugar –Se habla de una trata de blancas, así que haré lo necesario antes de que lleguen ustedes–cortando la llamada, Akio suspiró y rápidamente pidió refuerzos, se puso en marcha a ayudarla, aquella chica le hacía recordar sus momentos de juventud.

Mientras ellos acudían a su llamado Kagome observaba lo que sucedía, observó que eran 15 personas entre ellos un par de niñas,  a quiénes estaban a punto de entregárselos a un hombre repugnante aspecto.

–Vaya señor Eita, está vez trajo mejor mercancía– relamiéndose los labios causando miedo todos –Mira que preciosidad– mirando a una chica de cabellos azabaches, y ojos color café– Tu nombre–

–Ki... Kikyo– pero ella susurró con la mirada gacha, causando furia en él, logrando darle una cachetada que resonó en el lugar, para luego alzar su cabeza de los cabellos sin importarle que gritara de dolor

–Cuando te pregunto tu nombre me lo tienes que decir fuerte y claro, ahora por tu acción mereces un castigo– tirándola al suelo, mientras se dirigía a las demás– Sean conscientes por que esto les pasará muy pronto sólo que ella quiso adelantar las cosas– dicho esto se posicionó sobre ella y comenzó a besar su cuello blanco pero con algunos moretones, sin importarle que tenía de testigos a sus guardaespaldas así como Eita, quien solo sonreía, la joven gritaba que parara, pero él solo se detenía para darle una que otra cachetada, con una de sus  manos acariciaba la intimidad de la azabache, mientras con la otra apretaba uno de sus pechos sobre la tela.

Kagome no lo soportó más sabía que de un momento a otro la violaría, observó su arma sabía que no era de largo alcance, pero por suerte traía su báculo, él cual podía disparar mejor, se posicionó para tener una mejor visualización y disparó.

–¡Padre!!– uno de los que parecía ser su guardaespalda era su hijo, el cual al ver él cuerpo sin vida sobre la chica se alarmó. Kikyo asustada y con rastros de sangre cómo cesos se alejó como pudo del cadáver.

–¡Llevatelas Eita, los demás traigan al responsable!– obedeciendo apuraba a las chicas  para entrar a la camioneta pero antes de ingresar el vehículo con el que escaparía explotó.

El ruido de las sirenas se escuchaban cerca, la ojiazul trataba de detener a los malos, pero contando con la ayuda de sus compañeros, fueron detenidos casi todos, excepto el hijo de Tetsuya, Haruki; salvando a las víctimas de una vida llena de sufrimientos.

–Ah Kagome ya viste lo que causaste tu sola– le reprochó Akio

–Sí pero así pude salvar a todas– mirándolo enojada– Tardaron mucho así que no me reproches– haciendo que estallara en risa el peliverde.

–Eres cómo la hija que nunca tuve, ah lástima que mis hijos decidieran ser doctores creo que si hubiera tenido una hija sería como tú– colocando una mano en su hombro

–Y si yo tuviera un padre, me hubiera gustado que fuera  cómo usted– regalándole una sonrisa, sin saber que una sombre los veía desde la azotea de un edificio cercano, mientras una sonrisa maléfica se formaba en sus labios.

Después de papeleos y dar explicaciones de cómo pudo explotar la camioneta, Kagome se encontraba en el departamento, respondiendo las preguntas que Sesshomaru le hacía ya que le preocupaba su seguridad, y a pesar que tenía sueño no le importó desvelarse hasta ver que ella regresara bien.

–¿Segura que no le lastimaron o te heriste?– le habló desde la sala.

–No ya te dije que no– respondió desde la cocina donde se preparaba un té.

En la comisaría, Akio se retiraba del lugar, pensaba lo que haría después de jubilarse, había pensado en que Kagome debía ya de aceptar sus sentimientos al igual que Sesshomaru, caminaba rumbo a su auto pensando en ese par, cuando oyó un ruido al voltear observó una figura y un disparo se escuchó.

Sesshomaru y Kagome estaban en la sala platicando de su día hasta que el teléfono sonó.

Sesshomaru fue a contestar, pero luego colgó.

–¿Quién era?– tomando se té

–Eran de tu área de trabajo– su voz se escuchaba sería mientras Kagome daba un bufido creyendo que hizo mal el papeleo. –Kagome... Tú...¿Tenías una amistad con el comandante Yamamoto?– buscando las palabras correctas para darle la noticia.

–Bueno si tenemos una amistad aunque yo lo veo como un padre más que un amigo– sonriendo–¿Por qué la pregunta?– en eso el peliplata suspiró causando que la joven se preocupara–Sesshomaru ¿Que ocurre?–

–Kagome no se como decirte esto... pero... Al comandante le dispararon a las afueras de la comisaría–Ante esas palabras la chica palidecía ante un miedo– Lamentablemente murió– al oír eso dejó caer la taza, pero luego se disculpó, y fue rumbo a su habitación no sin antes desearle buenas noches al joven. Quién preocupado por su actitud trato de hablar con ella pero solo le pedía estar sola y aunque no quisiera se fue a su habitación.

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