11.

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''Nadie puede salvarte sino
tú mismo

y mereces salvarte.
no es una guerra fácil de ganar

pero si algo merece la pena ganar,
es esto.''







El invierno perduraba en la ciudad. Pese a que la fecha suponía el comienzo de la primavera, el clima azotaba con fiereza a todos los transeúntes de la gran metrópoli. Entre ellos, Yoongi acomodaba su bufanda por encima de su boca mientras doblaba en una esquina con dirección a alguna parte. No había vuelto a ver a Seokjin desde la mañana de su cumpleaños, pero había sabido de él porque la presencia de Seokjin estaba en todas partes sin necesidad de ser corpórea. Namjoon le hablaba de su vida profesional y las audiciones en las que se presentaba, sin atosigarlo o excederse en detalles. A veces, Yoongi se atrevía a visitar su facebook o instagram para saber lo que Namjoon jamás decía, pero la inactividad frecuente de Seokjin no contaba demasiado. Y eso estaba bien.

Después del último encuentro, todo se veía un poco más claro. Seokjin había decidido y Yoongi no podía interponerse a esa decisión después de ser el autor detrás de la traición que había desencadenado el desastre. Porque Yoongi se lamentaba, y el remordimiento de su error iba a conservarse intacto. Sin embargo, ambos habían llegado a un acuerdo tácito una vez que sus labios volvieron a encontrarse por última vez: se había acabado, para siempre.

Pese a oponerse a sus propios sentimientos, Yoongi respetaría la voluntad de Seokjin. Ya no había nada que hacer, nada por lo que imponerse, sólo restaba dejar atrás la autocompasión y el miedo, y seguir adelante.

Y seguir adelante significaba alejarse de él.

No era un método fácil de escape, aunque a simple vista podía parecer exactamente eso. Después de extensas noches cavilando sobre el asunto, se figuró que salir de la ciudad lo ayudaría a reencontrarse consigo mismo. Tenía el apoyo de Namjoon y aquello era suficiente impulso para revalidar su decisión.

Así fue como compró un billete a Daegu en línea, y al día siguiente se encontró dirigiéndose a la terminal principal para el Tren Express de Corea.

Poco después de un viaje que duró aproximadamente más de tres horas, Yoongi volvía a inhalar el tibio aire de su ciudad natal y sus pies lo llevaron al hogar que lo vio crecer.


***


Su estómago dio un vuelco cuando la puerta dejó de ser la barrera que lo separara de su linaje. Ya no existía distancia física, la mujer frente a él abrió los ojos denotando una significativa sorpresa. Las líneas de su rostro presentaban una belleza ya marchita, pero Yoongi aún era capaz de encontrar vestigios de la mujer joven que alguna vez fue. Aún seguía siendo delicada y hermosa.

Al comienzo, el reencuentro les costó un silencio incómodo, y quizás era su propio error, por no avisar previamente que haría la visita el fin de semana, sin embargo, su madre se apresuró a acabar con el mutismo mutuo.

—Hijo —articuló con cierto aire vacilante, arreglando su cabello con ambas manos y haciéndose a un lado —Yoongi, hijo —finalmente dijo otra vez, con más entusiasmo; la comisura de sus labios elevándose en una pequeña sonrisa que entibió el pecho de Yoongi. Hace tiempo no sentía el cálido timbre de la voz maternal.

Él no dijo nada, no pudo. No obstante, sus expresiones suavizadas y aquel esbozo de sonrisa fueron suficiente respuesta a la bienvenida repentina que encontró en las puertas de casa.



***



Volver a su hogar en Daegu no lo despojaba de los hábitos que había adquirido desde que era adolescente, atrás en el tiempo cuando todavía era un mocoso colmado de grandes sueños y bolsillos vacíos que no lo sustentaban. De hecho, su madre -sigilosa desde detrás del marco de una de las puertas mientras lo contemplaba de espaldas, más ancho de hombros y más delgado de complexión-, inevitablemente podía recordar los antiguos días del pasado, aquellos en los que su hijo dio inicio a actividades con lápiz y papel, cuando miraba al soñador con ojos escépticos mientras él yacía en algún lugar de la casa con la mente puesta en versos escritos o dibujos indiscernibles. Años atrás sólo pudo pensar que se trataba de un inocente pasatiempo, Yoongi era un niño apasionado y no era la primera vez que volcaba su tiempo en aficiones que devoraban tiempo valioso.

Después de intercambiar palabras ligeras, Yoongi dejó su mochila a un lado a la vez que esperaba la taza de té que compartiría con su madre. Buscó su teléfono, ignoró los mensajes de índole laboral y se concentró en responder a Namjoon para informarle que todo estaba en orden.

La sala se veía exactamente igual que años atrás, cuando él decidió dejar la casa para encontrar una nueva forma de vivir y formarse como futuro adulto. Sólo fue capaz de notar escasas renovaciones que no hacían la gran diferencia, sus padres incluso conservaban el sofá en el que él solía dormitar cuando escribía letras que nunca le darían de comer y el sueño lo vencía. Recuerda haberse marchado después de convivir en tensión con una madre decepcionada debido a sus indecisiones y con el silencio de desaprobación de un padre distante. Nadie lo detuvo, nadie dijo nada.

—¿Estás escribiendo otra vez? —La voz femenina y tierna, típica del dialecto de Gyeongsang-do en la mayoría de mujeres, hizo que Yoongi levantara la vista y diera con la figura de su madre aproximándose a él. Él dejó la postura anterior y se reincorporó en su asiento, reposando el teléfono a un lado para sonreír a la pacífica mujer. Quizás era porque transcurrieron temporadas extensas sin verse pero Yoongi podía apreciar la manera en la que los trazos del paso del tiempo se acentuaban en la faz de su madre y le recordaban a su abuelo.

—¿Eh? No. Eso quedó en el pasado. —Se figuró que su madre seguía viéndolo como su antiguo yo. Pero los ojos soñadores habían dejado de brillar para darle paso a una actitud más realista y dura. Vivir de la música era su sueño de niño, el diseño de interiores era una meta accesible a la que logró llegar y el empleo que pagaba sus cuentas.

Con sus ojos, Yoongi buscó la figura paternal en la casa pero sólo encontró agradable silencio; su padre había salido y aún no regresaba.

—Excepto el sofá, sigue aquí. —La mujer acomodó las tazas de té y volvió a desaparecer por un momento, sin decir nada. El sofá no era más que un recordatorio de un ayer. Un ayer que le hacía cosquillas en el pecho.







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N/A: Comeback breve. Sé que es un capítulo aburrido, pero espero que entiendan, son demasiados capítulos con yoongi siendo emo, so, here. No es un yoongi increíblemente feliz pero algo es algo. 

Sé que no tengo excusas por mi actualización tardía (un año, im the worst) así que no diré nada más que agradecer con el corazón a todos los que seguirán leyendo esta historia. 



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⏰ Última actualización: Apr 26, 2018 ⏰

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sleeping with ghosts. ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora