Capítulo 4

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Habían pasado cinco meses desde la última vez que vio a Camila.

Su vida había tomado un camino de monotonía que no toleraba siquiera pensar, pero que era la única manera que encontraba de seguir funcionando.

A veces prefería refugiarse en el empleo que volver a la soledad de su departamento a extrañar a Lucy, quien cada vez estaba más lejos de ella. No sólo se refería a la distancia física, o a que no pudiera besarla en aquellas noches que parecían ser eternas mientras trataba de seguir adelante aunque no tuviera ánimos de hacerlo.

Lauren se sentía más sola que nunca, pues la relación con la castaña era cada vez más complicada de llevar: ambas tenían tantas ocupaciones y obligaciones que era difícil coincidir en tiempos, y si optaban por dejar el tiempo libre, este pasaba tan lentamente que se convertía en una auténtica tortura.

La de ojos verdes estuvo a punto de pedirle muchas veces que terminara con aquello, que volviera a casa y siguieran con lo que habían construido con tanta facilidad y amor durante el tiempo que habían estado juntas, pero otro lado de su persona, el racional, le decía que aquello era incorrecto, que si de verdad quería a Lucy como su cuerpo y su corazón se lo indicaban, debía encontrar la forma de lidiar con su ausencia. Que todo sería temporal. Que no podía echarse para atrás en la decisión que tomó de apoyarla pese a todo. De cualquier forma, ese era el verdadero sentido del amor, y esa era, también, la esencia de la relación que mantenían.

Buscaba todo el tiempo diferentes formas para poder darle a su vida un motor. Se había inscrito a un gimnasio que quedaba cerca de su casa, donde iba con Normani durante las tardes de cada día, y pasaban al menos un par de horas en la elíptica, en la caminadora o en alguna bicicleta fija mientras la música resonaba en sus oídos, y de vez en cuando contemplaba el marcado abdomen de su amiga, quien cada vez que la sorprendía le daba una sonrisa acusadora y bromeaba con ella acerca de cuánto le estaba afectando la falta de sexo.

Lauren lo admitía sin problema alguno, argumentando que Lucy la había acostumbrado a practicarlo cada día. A pesar de que Normani le dijo que esos detalles no eran necesarios, sonreía con complicidad y simplemente le decía en un tono serio que lo lamentaba, mientras palmeaba su espalda.

Aquella tarde, Normani lucía especialmente linda a los ojos de Lauren, y al parecer de todos los asistentes al gimnasio. Un pants en color blanco se ajustaba a sus trabajadas piernas, combinando a la perfección con su piel negra y el amarillo de su top deportivo. Lauren se sorprendió mirándola en un par de ocasiones, pero giró la vista cuando se hacía consciente de que aquel "acoso" traspasaba a lo que ocasionalmente hacía. La morena simplemente sonreía, negaba con la cabeza y en ocasiones entrecerraba los ojos y le hacía señas de amenaza para que se concentrara en su propio asunto. Lauren reía divertida, le sacaba la lengua y seguía ejercitándose antes de que su mente le generara una mala pasada.

Al terminar la rutina que habían establecido, se ducharon rápidamente en los vestidores del lujoso gimnasio, guardaron su ropa sucia en la maleta especial para ello y se colocaron ropa un poco más elegante para salir por fin hacia el evento que Lauren tenía programado para aquella noche.

- ¿Por qué supusiste que sería buena idea ir a un evento de caridad en un viernes por la noche? ... - preguntó la morena, mientras caminaba con seguridad a su lado, dirigiéndose hacia el automóvil de la de ojos verdes. – Quiero decir, la caridad es buena, y sabes que soy una persona creyente, pero pensaba que tendrías más ánimos de ir por una copa considerando que es de las pocas noches que realmente puedes descansar.

Destino (Segunda Parte "Sin Barreras")Where stories live. Discover now