CAPÍTULO VI
Cuando se consumó la boda, tres semanas más tarde, St. Peter estaba llenode gente distinguida y elegante. La ceremonia fue solemne y las palabrasrituales leídas con un acento impresionante por el deán de Chichester, y todosestuvieron de acuerdo al admitir que nunca habían visto una pareja máshermosa que la que formaban el novio y la novia. Aún más que bellos, se veíanfelices. Ni por un solo instante lord Arthur lamentó todo lo que había tenido quesufrir en bien de Sybil, mientras ella, por su parte, le entregó lo mejor que unamujer puede entregar a un hombre: adoración, ternura y amor. Para ellos larealidad no mató el romance. Siempre se sintieron jóvenes.Algunos años después, cuando dos preciosos niños les habían nacido, ladyWindermere vino a Alton Priory para visitarles; era un lugar encantador; fue elregalo de bodas que el duque hizo a su hijo; y una tarde, mientras estabasentada en el jardín, con lady Arthur, bajo un limonero, viendo jugar a los niñosen la rosaleda, como si fuesen danzantes rayos de sol, tomó de repente lamano de su anfitriona y le dijo:-Sybil, ¿eres feliz?-Por supuesto, lady Windermere, soy muy feliz. ¿Usted no lo es?-No tengo tiempo para serlo, Sybil. Siempre me gusta la última persona queme presentan; pero por lo general, tan pronto como conozco a las personas,me canso de ellas.-¿Qué ya no le satisfacen sus leones, lady Windermere?-¡Ah, querida, ya no! Los leones son útiles sólo por una temporada; tan prontocomo se les priva de sus manes, se vuelven los seres más insípidos de laexistencia. ¿Recuerdas aquel horroroso míster Podgers? Era un atrozimpostor. Por supuesto que a mí eso no me importaba gran cosa, y cuando mepedía dinero prestado, se lo perdonaba, pero no podía soportar que me hicieseel amor. La verdad es que me hizo odiar la quiromancia. Ahora creo en latelepatía. Es mucho más divertida.-Pues lo que es aquí, no debe usted decir nada contra la quiromancia, ladyWindermere; es el único tema sobre el cual Arthur no permite que se burlenadie. Le aseguro que se lo toma muy en serio.-No vayas a decirme que él cree en eso, Sybil.-Pregúnteselo, lady Windermere, aquí llega.Y lord Arthur se acercó llevando en las manos un gran ramo de rosasamarillas y sus dos hijos dan zando a su alrededor.-Lord Arthur...
Sí, lady Windermere...-De verdad, ¿cree usted en la quiromancia?-Claro que sí -dijo el joven, sonriendo.-Pero, por qué?-Porque a ella debo toda la felicidad de mi vida -murmuró dejándose caer enun sillón de mimbre.-Mi querido lord Arthur, ¿qué es lo que le debe?-A Sybil -respondió alargando- el ramo de rosas a su esposa, mirándosedentro de sus ojos violáceos.-¡Qué tontería! -exclamó lady Windermere-. ¡Nunca en toda mi vida habíaoído semejante tontería!
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EL RUISEÑOR Y LA ROSA - OSCAR WILDE
Classics^_^ EL RUISEÑOR Y LA ROSA ^_^ EL AMIGO FIEL ^_^ EL FANTASMA DE CANTERVILLE ^_^ EL PRINCIPE FELIZ ^_^ EL MILLONARIO MODELO