Capítulo 26// insomnio

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Era más que evidente, no podía dormir. Lo supe desde el momento en que los chicos llegaron y ninguno de los dos salió de la habitación. Intenté concentrarme en el trabajo pero ningún proyecto nuevo parecía llegar. Había hecho los subtitulos de la película y media que me quedaba, y esperaba más trabajo. Cesar con trabajo lo que no podía cesar en la vida real. Me ensombrecía las ganas de verlo nuevamente, me habían quedado asuntos pendientes desde la tarde y aparentemente seguiría ocurriendo. 

3:56a.m

Nuevamente tomé el coraje que me hacía falta y me acerque hacia la puerta de Federico. No sabía si estaba despierto y una parte de mi deseaba que no lo esté, porque realmente no sabía que podría ocurrir si esa puerta se abría. 

Federico abrió la puerta, con ímpetu, como si él también hubiera estado esperándome. A diferencia de la vez anterior, hablé primero. 

─ No se que hago acá. ─ bueno, dije que hablé, no que dije mucho. 

─ ¿Por qué viniste? ─ dijo cerrando los ojos. Por un momento me permití pensar en lo que llevaba puesto, jamás me había percatado en mi ropa delante de Federico porque.. era Federico, pero creo que si me veía bastante sexy con una remera y unos shorts

─ No.. ─ "no se, solo que.. ─ No podía parar de pensar en vos ─ me permití decir. Lo ví abrir los ojos y me miró como quien da una ultima mirada a alguien, y por un momento creí que me cerraría la puerta y yo me quedaría del otro lado pensando por qué había sido tan estúpida. Pero en lugar de eso me besó. 

En el pasillo, donde nos podrían haber visto. Pero no lo hicieron, entré con él a su habitación sabiendo que no saldría de allí con ningun sentimiento en el bolsillo. 

.

Cuando Federico cerró la puerta tras nosotros creí que hablaríamos, no que él me tomaría el rostro con las manos y volvería a besarme como lo había hecho anteriormente. Me tomó con una delicadeza majestuosa, giré sobre él para poder dejarlo sobre la cama con lentitud. Sus ojos que había conocido como castaños estaban negros ante la luz del velador, tan suave que nos venía perfecto para la ocasión. Me quité la remera, dejando ver el bra blanco que llevaba puesto, y él mismo se quitó su remera, tirándola por alguna parte. 

Dejandole una sonrisa traviesa fuí y tranque la puerta de la habitación, paso que se le habia olvidado. Volví a él para mirarlo a los ojos, antes de posicionarme sobre sus piernas con erotismo, y con valentía, y con desespero. 

Acaricié todo su pecho como si de una obra de arte se tratara, y al parecer eso lo volvió completamente loco ya que rápidamente me dejó debajo de él, el short que supe tener voló por los aires y creí verlo caer al suelo antes de que el chico comenzara a besar mi cuello, comencé a sentir dentro de mi una sensación demasiado perfecta, que me aseguraba que estaba en el lugar correcto. Ahora tomé la iniciativa y me subí sobre él nuevamente, donde se sentó dejándonos a ambos a la par, me saque yo misma mi bra para que me vea, completa, unica, para él. 

─ preciosa ─ dijo comenzando a besar mi cuello nuevamente, comenzó a besar mis curvaturas, lentamente, me dejó debajo de él en la cama y fue cuando lo acaricié completo que noté cómo estaba él, duro, firme, mío. 

Se movió apenas unos centímetros para colocarse la barrera, y quitó mi ropa interior con suavidad, mientras me miraba a los ojos. 

Finalmente mientras me besaba entró en mi, completamente, como si no pudieramos haber existido de otra manera. Tras unos segundos comenzó a moverse, lentamente y luego más rápido, tapandome la boca con una mano para evitar gemir, o que mis gemidos sean escuchados. Me subí sobre él para poder cabalgarle, y tras unos minutos de esa hermosa sensación, ambos explotamos en un orgasmo. 

No tenía idea que seríamos por la mañana, pero en ese momento, fuimos eternos. 

Juntos//Fede Vigevani (EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora