El otro lado de la pared

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Siempre me he preguntado: ¿Que hay detrás de la pared? Esa pared azulada que miro cada noche antes de dormir. La que miro hasta que el sueño se apodera de mi, hasta que mis ojos se cierran para no abrirse en toda la noche. Siempre, desde que recuerdo, he sentido curiosidad por el otro lado de la pared. Cuando era solo una niña la miraba y pensaba que habría un chico, el cual, cuando yo sea mayor sería mi marido y algún día tendriamos una historia de amor como en las películas. Lo se, algo estúpido, debo admitir que había visto muchas películas disney —de las princesas— y eso era lo único que se me ocurria que podía pasar detrás de la pared. Pero por lo absurdo que parezca, así era.

Cuando tenia quinze años ya no me fijaba en esa pared como antes lo hacia, —ahora de un tono purpura bastante leve— era simplemente una pared, como la del resto de la habitación, por cierto, estaría bien aclarar que esa habitación la compartía con mi hermana gemela, aunque nos pareciéramos en aspecto no era igual con la personalidad. Ella intentaba encajar en la sociedad, en cuanto a mi, solo esperaba que la sociedad encaje en mi.

Una noche me acosté del lado derecho y por primera vez en mucho tiempo volví a observar la pared con curiosidad. Me levanté, quedando sentada y me acerque hasta rozar mis labios en ella, donde había un pequeño agujero, tan pequeño que evitaba ver algo detrás de la pared.

—Hola, hay alguien ahí?— Dije algo fuerte pero no del todo para no despertar a mi hermana o a mis padres. Un golpe se escuchó y unos minutos después escuche una dulce voz que me hablaba desde el otro lado.

—Hola— Dijo. Parecía una chica mas o menos de mi edad, pero porque ahora? ¿Porque era la primera vez que escuchaba su voz? Puede que se acabará de mudar, pero obviamente allí no había ningún príncipe azul, como de pequeña pensaba.

—¿Quien eres?— Pregunté curiosa.

—No soy nadie, solo una persona mas de este mundo, un fantasma desconocido mas.

Sus palabras llegaron muy dentro de mi, hablaba en un tono triste. Mi curiosidad no hizo mas que incrementar.

—Soy Amara y tu como te llamas?— Pregunté.

—No tengo nombre, solo llámame M

—Vale, "Eme"— Dije con una sonrisa poco notable en mis labios. Podía notar su respiración. Incluso la escuchaba.

Seguimos hablando, noche tras noche. Hablabamos de todos los temas e incluso la escuchaba reír por algo que había dicho. Eso me hacia feliz, verla reír. Pasaron quatro meses de continuas charlas a medianoche—no todas las noches pero muchas—, creo que me estaba enamorando de ella. Pero no le dije ni una palabra sobre ese tema.

Paso casi un mes cuando escuche su voz por ultima vez, sus ultimas palabras volvieron a tener un tono triste, como la primera vez.

—Tengo que irme, para siempre...— Soltó de la nada, no volví a saber nada de ella, ni un solo ruido logre escuchar, solo una puerta cerrarse y una llave entrar y salir de la cerradura de aquella puerta.

Ya tengo 18 años, no he vuelto a pensar en ella, fue una voz que me lleno durante unos meses, que me hizo reír y sonreír como nunca. Pero después de su despedida acabé olvidandola, a ella y a esa pared, que tan especial era para mi hace años.

Un dia, mis padres habían acompañado a mi hermana a la residencia universitaria, se quedarían todo el finde allí. En cuanto a mi, preparaba mi maleta para irme a la universidad, que estaba mas cerca que la de mi hermana.

Al acabar me tire en la cama y sonreí al techo, cuando de repente, escuche un ruido detrás de la pared. En ese momento recordé a Eme, asique me acerque a la pared.

—¿Eres tu?— Pregunté.

—Losiento...— Dijo mientras notaba como lloraba y un temblor en su voz.

—¿Que pasa?— Pregunte algo alterada, escuchaba su leve llanto. Corrí a buscar algo y al encontrar un martillo volví a la habitación y golpeé la pared. No era yo misma, no sabia ni lo que hacia solo me invadía el deseo de verla y sobre todo de probar sus labios.

Golpeé la pared muchas veces hasta que podía ver una oscura habitación, la unica luz era la del sol que atravesaba la ventana. El hoyo que había echo era suficiente grande para entar pero antes de nada, vi a un hombre bastante musculoso, con barba, una ropa algo sucia y un rostro no muy amigable.

"¿Eme era ese hombre? ¿Habia Utilizado un modulador de voz? ¿Que coño pasaba?" Todas esas preguntas pasaban por mi cabeza mientras miraba detrás de la pared perpleja y asustada.

Él se acercaba enfurecido y antes de acercarse mas a mi una chica salió disparada hacia él tirándolo al suelo y dándole puñetazos.

—¡No la toques!— Grito ella, parecía que el hombre estaba inconsciente, eso o lo habia matado a golpes, aunque no lo creo.

Cuando paró se dejo caer al otro lado del suelo y llevo sus manos a la cara mientras lloraba. Llevaba un vestido ni muy corto ni muy largo, mas bien un camisón. Viejo y sucio, incluso puede que algo roto.

Pase rápidamente al otro lado y me senté mirándola a ella mientras apartaba sus manos del rostro.

—Lo se, doy asco, soy un asco y te arruinare la vida. Mejor vete, por favor... Vete.— Dijo Eme llorando.

—Ni de broma me iré. Me enamoré de ti hace años y ahora que vuelvo a escuchar tu voz...— Sonreí levemente y preferí dejar claro lo que sentía con dos simples palabras: "Te amo...".

Ella me abrazo y lloro en mi hombro para luego, por fin, probé sus dulces y suaves labios, de los cuales había salido una voz que me había cautivado desde que la escuche al otro lado de la pared. En ese momento prometí que la protegería siempre. Todos los dias de mi vida.

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