Desde aquella noche no quise subir más al cuarto piso y aunque intente no pensar en eso es lo primero que hago cada vez que bajo del colectivo. Nunca hable con nadie al respecto y necesito contarlo porque sino voy a enloquecer en cualquier momento. La carga de culpa que siento por no haber hecho nada me pesa más que salir corriendo y cambiarme de facultad. Esto es difícil de explicar, lo que vi, lo que oí y si nunca actué fue porque no encontré la manera correcta de hacerlo.
Siempre fui una chica tranquila, de las que no tienen una vida interesante: tengo 20 años, vivo con mis padres, sin pareja y los sábados a la noche me desvelo en Netflix comparando series para ver cual tiene mejor trama. Suelo hacer pocos amigos porque soy muy tímida y cuando el profesor pide hacer una tarea en grupo me quedo mirando a la nada. Les cuento para que entiendan de que soy una persona pasiva y me intimida afrontar situaciones. No me juzguen. Sin duda no estaba preparada para vivir lo que les estoy por contar.
Todo empezó un jueves llegando a la Universidad Nacional Arturo Jauretche ubicada en Florencio Varela. El día estaba nublado y las hojas ya empezaban a caer por causa del Otoño. Era muy poca la gente que se veía por la calle, siendo las siete de la tarde ya estaba oscuro y claramente era el día ideal para faltar. Pero como es menos la cantidad de compañeros que asisten a clase, para mi es el día perfecto.
Cursaba en el edificio Mosconi, cuarto piso. Nunca lo voy a olvidar. Caminaba hacia el lobby de la facultad mientras que en los auriculares sonaba una canción de Cage the Elephant que acompañaba perfectamente la situación. Era tan poca la gente que había en la facultad que estaba todo sintonizado a una película de suspenso: el viento golpeaba contra el vidrio produciendo un chillido que penetraba la música de los auriculares (me los quité para dejarme llevar por esa inquietante sensación de que es un día no común al de toda la semana), risas se escuchaban por lo largo de los pasillos y algún que otro estudiante se marchaba hacia su casa con la capucha que apenas dejaba ver su rostro.
Si algo que detesto es cursar los jueves porque tengo que subir sola las escaleras. Nunca hay nadie y están todas descuidadas, las paredes llenas de humedad generan formas extrañas que si te quedas mirándolas unos segundos te puedo asegurar que le encontrás algún significado que preferirías no saber. También hay cosas escritas con fibrones que dicen ''Mauricio Macri te vamos a matar'' ''Con la educación no se jode'' entre otras frases de violencia, y aunque no esté de acuerdo con el presidente de turno hoy no es un día en el que quiera adquirir energías negativas. Primer piso, segundo piso y cada vez el silencio se apodera del espacio físico y todo se va denigrando más y más.
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Conurbano mood
RandomManicomios deteriorados, facultades oscuras. Amor y desencuentro. Tanto frío y soledad que tendrás que aprender a salir de la lectura para volver a la realidad. Romance, terror, ficción, poemas, mini-relatos. Come here, come here with me.