Noche en Berazategui

41 8 3
                                    


Me di cuenta que las luces de la policía se reflejaban en las paredes. Un miércoles por la noche del mes de Abril. Ahí me encontraba con un amigo, con el cual habíamos acordado de ir a comer una pizza por el centro de Berazategui. Mi intensión no fue mas que la curiosidad de saber que es lo que estaba ocurrido en ese lugar y como el camino hacia donde íbamos a cenar pasaba por allí decidimos pasar para observar la situación.


Estábamos justo en la esquina cuando empezamos a caminar hacia los móviles policiales. Se podía ver como dos patrulleros estaban estacionados en el lugar del delito, cinco policías rodeaban a dos sujetos que estaban con las manos contra la pared. A cada paso que nos acercábamos se podía observar mejor la situación y la sed de la curiosidad se iba saciando cada vez mas.


Estando a unos tres o cuatro metros, no recuerdo bien, un oficial le grita a otro <¡Si a ellos dos, detenelos!> en ese preciso momento, desapareció la intriga y el único sentimiento que rodeada mi cuerpo era el de preocupación y desesperación. Las luces, los dos sujetos contra la pared, un policía que se nos acercaba a una gran velocidad y de manera intimidante, mi amigo que se rehusaba a ir donde el oficial le dijo, la forsejeada de brazos que nos arrastro hacia el lugar del hecho, hicieron que mi mente quede en blanco. No sabia que decir, ni que hacer, ni como reaccionar, solo quería borrar de mi mente toda esa situación desesperante la cual estaba pasando. En mi cabeza empezó a sonar comfortably numb de Pink Floyd, me encontraba en un campo extenso, alejado de todo, sin preocupación o algún malestar que podría llegar a tener, la brisa sobre mi cara, por lo lejos veo venir a mi abuelo en caballo trayendo a las vacas para darles agua, mi abuela me grita por lo lejos <¿Que queres comer facu?> todo es paz y armonía, en algún pasado donde alguna vez fui feliz, en una eternidad absoluta.



Hasta que caí en la realidad de la situación, un poco confundido por el trance que había tenido de algún recuerdo perdido hasta lo que estaba pasando en el momento. Veo como el policía me habla a la cara en un tono muy bajo y a medida que me voy recuperando puedo escucharlo con mayor fluidez y grosor. Por la manera de hablarme, se notaba que ya me había preguntado varias veces cuantos años tenia, contestándole que tenia dieciocho años. Afirmando lo que había dicho, procedió a explicarme de una manera mas calmada lo que estaba ocurriendo y que iban hacer con nosotros.


Habían detenido a dos sujetos sospechosos al cual iban a revisar, por lo tanto necesitaban alguna persona que asumiera el cargo publico de ser Testigo a la hora de revisarlos, para demostrar que en ningún caso los policías habían sacado o puesto algún objeto que los incriminara. Asentí con la cabeza y empezaron con el procedimiento, el primer sujeto tendría unos 17 a 19 años de edad, estatura media, con una condición social baja, notándose la degradación de salud que estaba viviendo. Estaba sucio, con ropa sucia. El oficial empezó a revisarlo y notamos la particularidad de que el primer sujeto tenia aproximadamente 3 pantalones juntos y 2 camperas, en ese preciso momento el policía nos explico que se vestían de dicha manera para que a la hora de hacer un delito podían cambiarse de ropa fácilmente y pasar desapercibido. En uno de los bolsillos tenia una billetera, dentro de ella había unas flores de marihuana, papelillos OCB y un picachu (elemento para picar la droga mas fácilmente) nos explicaba el policía. Asentía con la cabeza haciéndome el desentendido cuando yo ya conocía todo lo que estaba diciéndome.


El segundo sujeto tendría unos 30 años, con las mismas condiciones que el primero. Vestía con una campera de cuero rota en las axilas, totalmente drogado y borracho, con suerte se mantenía en pie y podía pronunciar su nombre. Revisándolo encontraron en su billetera otras flores de marihuana, un poco de merca y un preservativo (por su desgracia usado, se notaba los rastros de semen en el). Ya terminando el procedimiento, decido irme y ahí es cuando la policía se pone agresiva y a la total defensiva, ese ambiente de confianza se había ido como el viento lleva una hoja seca por la noche. Querían llevarme a la comisaria para que firme un acta de todo lo que había ocurrido en el lugar. Malditas escorias de la sociedad, ya me había demorado mas de hora y media en ese lugar, cuando mi fin era ir a comer una pizza con mi amigo e irme a dormir para que a las primeras horas del otro día vaya a cursar en la Universidad. No tenia escapatoria, era ir o que me lleven por las malas descubriendo que yo en el acto también portaba con un poco de marihuana.


Ya saben, para finalizar un largo día de estudio una cena con un amigo y fumar un cigarro de marihuana no iba a hacer mal a nadie. Así que me vi obligado a ir hasta la comisaria, en uno de esos patrulleros con acientos duros y el ambiente cerrado para que no puedas hacer ninguna maniobra extraña y escaparte. Por la ventana veo como suben a los otros dos detenidos esposados en el otro patrullero.


Llegamos a la primera de Berazategui calle 11 E/147 y 148. Bajamos de los vehículos y nos dirigimos a dentro. La comisaria era básica como cualquier otra, una fría noche a las 11:47 según marcaba el reloj de la pared, debajo había una recepcionista rulosa, escuchando música con un solo audífono, contestando las llamadas entrantes al teléfono, mientras estudiaba y hablaba con su novio por el celular. En ese momento por unos segundos, me quede pensando en la capacidad del ser humano de hacer mas de una cosa a la vez. Al lado estaba el despacho del comisario donde se podía ver por los vidrios polarizados una televisión encendida, frente al despacho se encontraba en forma de L el lugar vidriado donde se encontraba la gente administrativa trabajando, aunque siendo sincero no lo hacían. Y al otro lado de la recepcionista y frente al lugar de administración se encontraban los calabozos. El área que había entre la recepcionista, los calabozos y la administración, se encontraban unos acientos pegados contra la pared. Ahí estuvimos esperando a que se escribiera el acta de lo sucedido para poder firmarlo e irnos. Nos sentamos frente a los detenidos.

Una hora después de estar navegando en mis pensamientos, me doy cuenta que los detenidos ya no estaban, mi compañero estaba llorando en una esquina, se notaba en el ambiente que algo no iba bien. Decido golpear la ventana de administración, cuando los policías que estaban en la puerta me logran ver, automáticamente sacan sus armas y me apuntan gritando que no de ni un paso mas. No podía entender lo que estaba ocurriendo, quise explicarle a los policías y lo único que gritaban era que me calle y retrocediera, uno de ellos activa el seguro y me apunta a la zona de la pierna listo para disparar. Rompí en llanto, por un momento una ráfaga de momentos entro por mi cabeza, la sinapsis estaba trabajando como nunca antes, un dolor de cabeza recorrió por todo mi cuerpo. Armas apuntándome, mi amigo lloraba y decía que les haga caso, la recepcionista de pie contra la pared con una expresión de miedo en su rostro. Pude darme cuenta de que toda la situación de Testigos había sido una mentira, una falacia de mi propio subconsciente. Eramos nosotros los detenidos, por la droga que teníamos en posición nuestra, totalmente confundido me tiro contra las bancas, los policías se acercaron a mi todavía apuntándome y me pusieron las esposas, tan fuertes que sentía como el hueso se iba quebrando muy lentamente. Ya lo comprendía todo, un escudo que mi propio ser había creado para enfrentar la situación, una metáfora. No podía parar de llorar, flujos de información venían torrencialmente, yo no estudiaba, no trabajaba, no tenia dinero para comprar una pizza. Venia de comprar mi droga, para poder soportar de manera mas pasiva la vida, no quería vivir, por eso me drogaba, quería la muerte, la agridulce y fría sensación de morir, de terminar con la asquerosa vida. Al alcance de mi mano había un clip viejo el cual lo abrí de tal manera que podía llegar a cortar si el impulso era bueno. Sin pensarlo, mire hacia los costados, no había ninguna razón de no hacerlo, iba hacerle un favor a la sociedad. Con una fuerte y certera maniobra me clavo el clip en la garganta, una y otra vez, siguiendo un ritmo constante, siento la sangre manchar toda mi ropa, el piso. La vista se vuelve nublosa, siento como la vida se me va como agua entre los dedos, mi amigo me tapa la garganta con la mano mientras pide ayuda, los policías desconcertados, la recepcionista desmayada. La vida se había terminado para mi, como cuando un cigarrillo llega a su filtro y se apaga. Cierro los ojos anhelando la sensación de que una vez en mi vida, hice algo bien.
De pronto despierto agitado, transpirado, veo a mi amigo que me mira algo preocupado por mi reacción al despertar. Al frente tengo a los dos detenidos, la recepcionista sigue haciendo sus cosas. El policía desde el vidreal de administración me dedica una sonrisa cálida y el gesto de okey con los dedos para que pueda irme en paz. 


Luego de una noche de locos, me voy con mi amigo de la comisaria a eso de la 1:30 de la madrugada. Saliendo por la entrada general, escucho la puerta de administración, veo para atrás. El policía grita:


-¡Alto ahí! mientras dirige su mano hacia su arma.



Me hecho a la fuga.


Despierto de mi sueño, transpirado.


Acomodo la almohada, me doy vuelta y sigo durmiendo.

Conurbano moodWhere stories live. Discover now