Ruggero tomó mi mano y me giró para que me fuera de nuevo a la sala.
Le guiñé un ojo y empecé con la acción. Trátalo cómo un amigo, no como tu perro, recordé las palabras de mi madre cuando me enseñó a ligar con chicos.
– ¡Ah! ¡Carajo! – gruñí.
– ¿Estás bien? – sentí las manos de Ruggero tocar mi espalda baja, acariciándola e intentando ayudarme.
– ¿Qué te ha pasado?– Ah, nada, no te preocupes, pero gracias por ayudarme – me solté de su agarre. Solté un grito cuando recargué el pie en el piso. Todo parte de mi plan.
– Parece que no es nada bueno – arrugó la nariz.
– No te preocupes, estoy bien – le aseguré.
– Déjame llevarte al médico, puede ser algo serio.
– No es necesario, de verdad – toqué su hombro y le guiñé un ojo. Se lo había creído todo. – ¿A quién agradezco? – le pregunte con voz tentadora.
– Ruggero Pasquarelli.
– Muchas gracias, Ruggero. Solo, quiero pedirte un favor más... ¿puedes llevarme a mi recámara? No creo poder subir esa cantidad de escalones yo sola. Ladeó la cabeza y sonrió.
– Por supuesto. Puse mi brazo alrededor de su cuello. Me levantó entre sus brazos y me apretó fuerte contra su pecho.
Caminó conmigo entre sus brazos hasta subir las escaleras. Me bajó cuando la puerta de mi recamara se interpuso en mi camino.
– Sana y salva...
– Valentina Zenere – le sonreí y toqué "sin querer" su pecho bajando hasta su abdomen.
– Ahm – bajó la mirada a mi mano, que estaba justo por debajo de la hebilla de su cinturón.
– Me dio... mucho gusto... conocerte – dijo entrecortado. Baje un poco más la mano, justo encima de ese precioso bulto. Suspiró.
– ¿Estaría mal besarte? – le pregunté.
Alzó la mirada y besó mis labios apasionadamente. Seguí el beso y empecé a acariciar su miembro. Sus manos fueron a mis senos. Las aparté y me alejé de él.
– ¡Hey! ¿Qué pasa? – reclamó.
– Enséñame a seducir aún mejor – le pedí. Hice un puchero con mis labios y sonreí.
– ¿Me vas a dejar con las ganas?
– Enséñame y te hago hacer conmigo lo que desees la próxima clase.
– ¿Lo que deseé?
– Así es – asentí.
Me di vuelta y paré el trasero. Bajé las escaleras esperando que me siguiera. Sentí su agarre por detrás, pegando sus muslos contra mi trasero. Solté un suspiro y forcejeé para zafarme de sus brazos. Puso su mano alrededor de mi cintura y la deslizó dentro de mi pantalón hasta llegar a mi parte femenina.
Recorrió mi braga a un lado y empezó a acariciar mi clítoris. Sentí como mi feminidad se calentaba y se mojaba. Besó mi mejilla y mi cuello al mismo tiempo que su dedo medio empezó a meterse ahí debajo.
– Oh... Rugge– gemí. Ruggero jadeó y empezó a balbucear en mi oído. Tomé una bocanada de aire e intenté con todas mis fuerzas no gritar.
– Estás muy mojada, preciosa – gruñó entre dientes. Sacó su mano y los lamió, probando mis líquidos.
– Me has dejado con las ganas – dije entrecortada, casi jadeando.
– Me has hecho lo mismo dulzura. Eso no se lo puedes hacer a Ruggero Pasquarelli – tocó mi mentón y sonrió.
Plantó un beso en la comisura de mis labios y bajó las escaleras.
– Te voy a enseñar a seducir a un hombre de manera vulgar, sutil y refinada. Con éstos consejos podrás tener en tu cama desde un albañil hasta el hombre más rico del planeta.
– Bien. Enséñame.
– Primer paso: vístete atrevida, pero nunca de una manera vulgar. Ponte un vestido que te llegue una pulgada debajo de medio muslo. Eso hará que los hombres, en el momento de tener contacto físico, quieran subir esa faldita y empezar a tocarte. Nos gustan mucho las mujeres que dejan ver solo algunas partes de su cuerpo, nos gusta descubrir, nunca te pongas un vestido que tenga tres escotes; el de la espalda, el del pecho y el del abdomen. Eso es escandaloso. No eres una puta, eres una provocadora.
Busca algo que te quede ajustado del trasero y de las piernas, es la parte favorita de todo hombre, aparte del busto y los labios.
– Tendré que anotarlo.
– No te preocupes, con la práctica no necesitarás recordarlo, solo saberlo.
– ¿Segundo paso? – No seas la primera en buscarlo. Así como hiciste con el "accidente", haz que él vaya a ti. Si estás fuera de tu colegio, chupa una paleta, muéstrale que tus labios son sensibles y sus movimientos harán que lo lleves al éxtasis. Mueve tu cabello o haz algo que lo provoque, que haga que tenga la necesidad de ir hacia ti. ¿Me entiendes? Asentí.
Escuché cada una de las palabras que Ruggero me decía. Veía cómo movía sus labios, esos bonitos labios.
– Tercer paso: contacto físico. Tócalo cómo lo hiciste conmigo, pero jamás empieces a acariciar a su amiguito muy deprisa, hazlo con delicadeza. No nos gusta que nos presionen... Haz que el hombre se sienta con confianza de pedirte ir a un cuarto. Ve lento y hazlo pedir por más. Siéntete deseada y hazte desear, eso hace que el sexo sea un arte.
Un arte. Y definitivamente comenzaba a serlo. Ruggero empezaba a enseñarme táctica para atraer a los hombres, y apuesto que me enseñaría nuevas formas de placer. Me siento toda una profesional, y hace solo unas horas dejé de ser virgen.
ESTÁS LEYENDO
Sex Instructor 〘Ruggetina|Adaptada〙
Fanfic❝La primera clase es gratis❞ -Créditos a su verdadera escritora.