Parte I: Lo que ocurrió una noche de primavera

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Los niños de la profecía

Hay un niño en un campo de flores. Parece estar sólo, un triste niño entre mil y un flores.

Tiene cabellos como las hojas del árbol de ginkgo al que le pega el sol, como el destello del sol a mediodía, con ojos del color del otoño que miran hacia la oscuridad. Está arrodillado, distraído, no le importa como la oscuridad se convierte en neblina, como le envuelve poco a poco, siniestra.

Pasan los segundos, la neblina empieza a hacerse más clara. No era neblina. Eran una legión de espíritus, una amalgama de pequeñas y grande creaturas, algunas gritando, otras llorando y sólo uno, la cara, sonríe siniestra.

El niño tiembla cuando al estar cara a cara con lo que lo ha estado vigilando, pero alza las manos para tocarlo y dice, “No te lo puedes llevar.”

La energía que surge de sus manos es tal que todos los que miraban cerraron los ojos y despertaron al fin.

A cientos de kilómetros de distancia, Inko trata, sin éxito, de consolar a su pequeño hijo quien llora descontroladamente.

—Fue tan real, mami, estaba ahí y no podía hacer nada, mami, mami…

—Izuku.. Hijo...

Inko no sabe qué decir, pero sabe, en su corazón, que no puede decirle que fue sólo un sueño. Ella lo había sabido desde que nació. Esta no sería la única ni la última noche que su hijo se levantaría llorando.

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Hey.  Ya extrañaba publicar. ||| Este es el fin de la primera parte de tres. Las siguientes partes serán publicadas por subparte. Espero les agrade este proyecto nuevo. (Estoy en finales y estoy negada, no me verán como en otra semana, sorry.)

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