Parte II: Trece años después

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Midoriya Izuku

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En camino a su nueva escuela, Izuku Midoriya no cree poder acostumbrarse a la ciudad.  

El ruido, los carros, la cantidad de gente, el tráfico, la contaminación… Era increíble que hubiera gente que le gustara vivir en estas condiciones. El color del cielo se transforma por el smog y todas las calles se ven iguales; si no pone atención al caminar, se pierde fácilmente. Él tiene buena memoria y es muy atento en general, pero si está muy concentrado en algo, como la pequeña estatua en forma de sapo que ve semi escondida por la pared de una casa, se pregunta, “¿Será decorativo solamente o es parte de un altar o un santuario?” Baja la mirada, pone sus dedos en su barbilla y empieza a pensar y pensar, y "Ups, ¿por dónde era la escuela? ¿Me pasé la vuelta o la di en dirección opuesta?"

Es del tipo que se deja llevar. Sacude la cabeza y se permite una gran bocanada de aire que pronto exhala para tranquilizarse. Saca su celular y después de asegurarse por una aplicación de su ubicación, regresa a su ruta.

Hoy es su primer día de clases. Mira el pequeño mapa que dibujó la noche anterior basándose en Google Maps y se asegura de que va en el camino correcto. Sonríe, aunque con dificultad, cuando ve que va en la calle correcta. Es poco decir que está muy emocionado. Nunca había ido a una escuela ni tan grande ni con tantos alumnos; toda su vida la había pasado en pueblos en el campo, muy alejado de la ciudad. Siempre tenían un gran templo en medio. Sin embargo… lo peor sobre la ciudad, para Izuku en especial, es la cantidad de energía negativa, espectros y espíritus que abundan en las calles.

No son el problema inmediato de mucha gente; pero, para él…

Si alguien lo viera en este momento, a las 6:30 de la mañana, su uniforme arrugado, su cabello como nido y sus pasos exageradamente largos y lentos, posiblemente lo pensarían loco. Bueno, si ese alguien lo viera sin ver.

Con otros ojos, los ojos de personas como Izuku, sobre su espalda verían pequeños espíritus oscuros llenos de miles de ojos, tentáculos, patitas de araña y dientes afilados, todos murmurando diferentes cosas asquerosas y horribles. Verían decenas de ellos colgados de su uniforme y su cabello. Lo bueno es que ninguno es muy grande y que el fantasma del señor Nishigori, el banquero que fue atropellado a dos cuadras de su casa, se conforma con flores e incienso para no colgarse de él cuando pasa por esa calle.

Para cualquier otra persona no es un problema. Izuku, por otro lado a tenido que lidiar con ser un imán de lo sobrenatural toda su vida. Sacude su cabeza tratando de zafar a los pequeños bichos de su cabello y su cara. A veces funciona, a veces…

A veces Izuku tropieza, se cae y es enjaulado contra el piso por el peso. Siente como se raspa la barbilla y las manos pero no se queja. Respira profundo nuevamente y se concentra. Si tan solo pudiera alcanzar el bolsillo lateral de su mochila… No quiere llegar tarde en su primer día.

Poco a poco logra mover su brazo hasta alcanzar el bolsillo. Al abrirlo, algunos de los seres empiezan a temblar y unos se desprenden de su cuerpo, otros no hacen nada, no entienden lo que está a punto de pasar. De su bolsillo Izuku saca un bote de sal el cual procede a rápidamente tirar frente y sobre él. La mayoría de las criaturas desaparecen, otras huyen e Izuku logra alzarse del piso y empezar a correr. En cuanto deja de tirar la sal, otros seres, estos más parecidos a monstruos gelatinosos y de colores demasiado brillantes, empiezan a salir de entre alcantarillas y basureros. Izuku siente que la boca se le seca y su sangre baja hasta sus pies. Sigue corriendo, pero ahorra su sal. No funcionaría contra estos espíritus.

Su corazón se acelera pero no se permite frustrar, él ya sabía que podía pasar, aunque deseara con todo su corazón que no lo hiciera. Cree que va en la dirección correcta, pero no puede verificarlo sin ver el mapa. Algunas de las criaturas empiezan a adherirse a sus piernas y sabe que pronto no va a poder moverse, qué hacer, qué hacer…

Y justo entonces el reloj del destino marca la hora indicada.

Justo a unos metros se encuentra la entrada de un templo, un arco típico y antiguo, shinmei tori, con una trenza entre sus altas vigas. Izuku se ríe aliviado y continua avanzando aunque ya no pueda correr; está a nada de llegar.

Otra criatura se adhiere a su espalda, amarilla neon con un solo ojo negro con rojo y toma todo el coraje y la fuerza que posee para poder extender su brazo lo más que puede y tocar una viga del tori. Los seres se desprenden de todo su cuerpo. Izuku suspira ampliamnte.

—Eso estuvo cerca.

Izuku se congela. Él no abrió la boca. ¿Otro espíritu?

—¿Necesitas ayuda?

Izuku alza la mirada y su cerebro poco a poco arma la imagen frente a él: hakama marrón, kosode blanco, y cabello bicolor muy extraño junto a una mano amigable. Izuku suelta el suspiro más aliviado de su día y acepta la mano ofrecida.

—Muchas gracias, no sabe cuánto lo agradezco —Izuku busca los ojos de la mano amigable y es atrapado por una trampa celeste y ceniza. Su corazón parece que empieza a correr.

El muchacho frente a él tiene una cicatriz difícil de apreciar, debería ser lo que le llame la atención, pero no lo es. Lo que le llama la atención es que el joven está sonriendo suavemente, sus ojos brillan con felicidad. No lo conoce, pero su sonrisa está dirigida a él.

La belleza de una tormenta, tal vez. Izuku se imagina que escucha truenos y que el viento se levanta cuando el muchacho vuelve a hablar.

—Me llamo Shōto Todoroki.

Izuku recuerda repentinamente que sobre el shimanawa en el arco principal decía el nombre del templo, Todoroki.

—Creo que te puedo ayudar, Midoriya.

Izuku está seguro de que no le había dado su nombre y la tormenta lo atrapa.

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Juro que actualizaré Hierba Mala pronto, solo que esto tenía que salir hoy hoy hoy. Gracias por leer.

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⏰ Última actualización: Jul 29, 2018 ⏰

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