Odio a primer golpe

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— No creo que haya sido una buena idea – comentaba Luna con inseguridad

— ¿Por qué lo dices? De esta forma podré cobrarme todo lo que ella me hizo en el pasado – decía Simón con una sonrisa vengativa

— ¿Y cuándo se entere de que le mentiste? – Luna volteó a ver a su amigo mientras llevaba sus manos a la boca como símbolo de nerviosismo

— Llegará a ser la venganza más dulce que haya podido experimentar – Simón miró a Luna seguro de sí mismo

— ¿Estás hablando enserio?

— Luna estamos hablando de Ámbar, Ámbar Smith, la que me ha hecho la vida imposible hasta ahora

— Está bien, sólo que estás jugando con fuego.

Mi nombre es Simón, soy una persona normal que busca cómo ganarse la vida día con día, mis padres fallecieron hace tiempo después de mudarnos de México a Argentina. El único legado que me dejaron fue la casa en la que actualmente vivo, la cual ellos compraron para empezar una nueva vida en un nuevo país. Mi amiga Luna vive junto conmigo, ella si tiene familia sólo que al venir a Argentina a estudiar decidió quedarse aquí para hacer su recorrido más fácil, a pesar de cualquier dificultad yo era muy feliz. Hasta el día que conocí al diablo en persona.

[FLASHBACK]

— Si jefe no se preocupe, yo enseguida llevo los papeles. Tan rápido como puedo comienzo a patinar rápidamente para llevar los papeles sanos y salvos. Mi día comienza siendo normal, la recepcionista fue muy amable, me apresuraba a llegar hacia mi próximo destino y decidí tomar un atajo para cortar camino, cuando doblo hacia una calle poco transitada un auto rosa descapotable estrella contra mí, mis patines raspan la pintura y rompen uno de los focos haciendo que me lastimara un poco. Debido al golpe caigo al suelo del dolor, y veo que el conductor del auto abre la puerta. Lo primero que logro ver son unas esbeltas y bellas piernas de una rubia que baja del auto hecha una furia.

— ¡¿Pero qué has hecho?! – gritaba molesta

— ¿Eh? Si, gracias estoy bien – contesté con sarcasmo, mientras me levantaba del suelo pero ella ignoró mi comentario — Fue un accidente –intenté explicar

— ¿Sabés lo que cuesta tu chistecito?— la chica viró los ojos mientras fruncía su entrecejo.

— ¿Disculpa? – no podía creer la actitud de aquella mujer — Yo no lo hice a propósito, yo tan sólo pasaba por ahí y no me di cuenta que venías. Además, tú venías hablando por teléfono – ahora el frustrado era yo. La chica se veía del tipo que sobajaba a los demás y mi orgullo no me lo iba a permitir. Yo me haría cargo de lo que pasó – Pero ya que el de la culpa fui yo... ¡yo lo pagaré!

— ¿ah sí? – dijo con una sonrisa burlona — Pues entonces págame 8,000

Mis ojos se abrieron enormemente al escuchar la cantidad

— ¿pesos?

La chica soltó una carcajada con mi pregunta y después cambió su mirada a una seria.

— Dólares

— ¡JA! ¿Qué? – Bueno, creo que puedo dejar mi orgullo a un lado — Estás loca, la culpa fue de los dos

— Dijiste que lo pagarías, ¿ya no estás tan seguro verdad? – su mirada burlona me sacaba de mis casillas — jaja me lo imaginaba, pobretones como vos tienen demasiado orgullo, pero una vez que tocas el tema de dinero se vuelven unas lacras – Aquellas palabras eran filosas, dignas para salir de una arpía como ella.

— No me ofendas – suspiré y tome aliento — que aquí los culpables de esto fuimos ambos

— Llamaré a mi abogado, ya que no querés pagarme – sacó su celular de la bolsa y caminó un poco lejos de mí para poder hablar con más calma.

— Hey – me acerqué a ella y la tomé del brazo– yo nunca dije que no te pagaría. – Lanzó una mirada fulminante al ver que la tocaba así que enseguida quité mi mano.

— Entonces, dámelo – dijo en tono cortante

— Pero ahorita no tengo el efectivo para pagarte – le expliqué — te puedo pagar a fin de mes, por favor, tenme paciencia, sé que podré recuperar ese dinero – ella me miró furiosa y sólo volteó los ojos.

— ¿Cuál es tu nombre?

— ee—h... Simón

— Mira Simón, no sé en tu pueblucho cómo se solucionan las cosas, pero en el mío no son así, pero, está bien – asintió encontrando la solución al problema — cómo una prueba de que no escaparás me darás cierta cantidad a la semana, dame tu número – aquellos ojos azules me miraban esperando una respuesta.

— Eh, —saco mi tarjeta de presentación de mi pantalón y se la doy— aquí está. – Ella le dio un pequeño vistazo y la guardó en su bolso

— Nos veremos más tarde, y más te vale no escapar, si es que no quieres ir a la cárcel – sin decir más caminó de nuevo hacia su auto.

Veo como se aleja con su automóvil sin dejarme decir ni una sola palabra, voy a pagar un daño, por el cual ambos tenemos la culpa ¡NO ES JUSTO!

Novia por AccidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora