Estrellas.

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Resumen: "Mikaela es recogido desde pequeño por los vampiros, siendo luego también parte de ellos. Nunca conoció a Yuu o los niños en el orfanato."

FanArt de la multimedia por: @Hitorimura en Twitter 💖

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Sus párpados se sentían pesados al igual que su lastimado cuerpo

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Sus párpados se sentían pesados al igual que su lastimado cuerpo. El irritante sonido de las lámparas malas hacia eco en sus adoloridos oídos, mientras sus brazos retenidos por correas de cuero se adherian a la camilla sin dejarlo moverse. Una puntiaguda aguja estaba siendo incrustada en su piel. Todo parecía verse borroso y su vista no enfocaba bien los rostros ajenos.

—¿Está listo? —la voz se escuchó bastante cerca, los dedos fríos pertenecientes a esta apretando su cuello.

Mikaela se movió apartándose, causando que miradas de sorpresa se dirigieran a él. Una de las mujeres, que el rubio pudo identificar un poco, gruñó con molestia atrapando su brazo con fuerza para mantenerlo en su lugar, nuevamente sintió algo encajarse en su piel, esta vez con más brusquedad y en su cuello. Soltó un quejido, ahora bastante activo como para percibir el dolor propagándose por todo su cuerpo.

Asustado, abrió por completo sus ojos y tras la mascarilla de oxigeno resplandecieron sus afilados colmillos, sus pupilas estaban dilatadas ahora.

—¡Está despierto!

Mikaela volvió a moverse, esta vez tratando de romper las correas en sus brazos, sentía que la luz de las lámparas lo cegaban y algo en su interior se removía.

—¡Alguien detenga esto!

Alarmas empezaron a resonar por doquier, causando que el rubio se doblegará de dolor. El sonido era insoportable, y parecía ser que aquella segunda inyección era la causante de los estragos que ahora sentía en su cuerpo. Gritó tan fuerte como pudo, echándose contra la camilla. Sus brazos y muñecas iban bastante rojas de lo mucho que intentaba sacarse las correas, sus piernas que se mantenían amarradas juntas estaban entumecidas, sin darle oportunidad de moverlas.

Se encontraba muy débil como para lograr salir de allí, pues las inyecciones y medicamentos, que en realidad no estaba seguro de saber cuales eran o para que servían, tenían bastante poder en su cuerpo, obligándolo a mantenerse estable, o al menos haciendo que no pudiera zafarse de aquello.

—¡La tercera inyección, ya!

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