Towers; ᴘ.ᴊɪᴍɪɴ

[1]

Te he hechado menos.

¿Que tal tú día?

Has hecho un buen trabajo

¿Ocurre algo? Lo vi llegar serio, sobando su cabeza como de costumbre. Dejo sus cosas en la mesa. Caminó hasta mi. Hizo una expresión de dolor y agrado. —Ya llegué.

¿Por qué sigues huyendo de mi mirada? Le sonreí y abracé. —Estoy muy cansado.—habló en mi oído. Soltó mis brazos. Bostezo y subió a dormir.

Mírame ahora, tienes algo que decirme.

No eres el mismo, definitivamente no lo eres. El Jimin del que me enamoré era cálido.

Me asustas cuando te pones serio con frecuencia, tu siempre has sido muy alegre.

Caminé a tu lado, me recosté de mi lado. Ni siquiera me deseaste buenas noches. Solo dormíste. Me diste la espalda.

Hoy pasa algo raro, tan solo suspiras y no dices nada. Cuando algo te molestaba, me lo contabas todo. Así estuvieses estresado, prometiste decírmelo todo. Te lo dije antes, no me aburres. Cuando estabas cansado, preferías sonreírme.
Te ha pasado algo, ¿verdad? Me abracé a mi misma, estaba acostumbrada a que me dieras mimos al llegar. Pero ya no es así ¿cierto? No tienes buen aspecto.
Has cambiado, has crecido. No debo pedirte mucho. Tu trabajo es frustrante, ser director de una empresa debe ser cansado.

Te entiendo.

Te levantaste a la misma hora de siempre, yo ya estaba despierta, te preparé el desayuno. Lo tomaste y diste un beso en mi frente. —Te veo luego. —Ni siquiera me miraste, pero te sonreí. Te desee buen día.

Me escondes algo, puedo apostarlo, pareces angustiado.

Pero no te preocupes.

Yo entiendo.

Aun así te amo.