Capítulo 5: La boda.

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¡Mi más cálido saludo! Sé que ha pasado un mes y lo siento mucho. Espero que podáis perdonarnos. La vida del estudiante es oscura y alberga horrores.
No, ahora en serio. Estoy flipando porque tenemos casi quinientas visualizaciones y me mato.
Gracias por la espera, las actualizaciones mensuales han acabado.
Perdonadnos por dioh.

Quería comentar dos cosas:
1. En este capítulo, los sabiondos sobre QaF veréis que el fic no es como la serie hehehehe por si pensábais que éramos unas plagiadoras.
2. A @aleixen__ seguro que la seguís pero yo también existo y estas manitas os dan contenido, así que aquí os dejo mi cuenta de tw, por si queréis saber algo más idk @ragoniah
3. Por si no lo sabéis, el siguiente capítulo se narrará desde el punto de vista de Raoul. Se alterna: uno el uno y otro el otro.
Este, el quinto, está narrado por Agoney 💃🏻.

Espero que os guste mucho 💖

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Me desperté desubicado.

Coño, qué suerte, ¡pero si estoy en mi casa!

Las pastillas de éxtasis alargaban las horas en vela, pero vaya si afectaban al sueño, ¿qué puta hora sería? Menos mal que era viernes y eso daba igual.

Intenté mover mi brazo izquierdo para estirarme y bostezar, pero no podía.

Me cago en la puta, pero quién coño es este.

Estoy seguro de que parecería un gilipollas de haberme visto alguien, pero estuve al menos diez minutos mirándole fijamente con el ceño fruncido y sin torcer mi cuerpo hacia él.

Vamos a ver, Agoney. Pelo rubio, jovencito, guapete... La ropa, ¿qué ropa llevaba? Agh, ¿qué más da, si seguramente eso fue lo primero de lo que me deshice?

De repente suspiró, con una sonrisilla casi imperceptible y se giró dejando a la vista una espalda ancha y lisa, sin ninguna imperfección.

Aproveché para manosear mi brazo, que por fin había sido liberado y busqué con la vista mi móvil.

Cualquier otro día hubiese buscado mis calzoncillos, pero necesitaba saber quién era ese tío y por qué no se había ido a tomar por culo de mi casa por la noche.

¿Acaso merecía alguien yacer con Agoney Hernández en su propia cama?

Definitivamente no.
Bastante hacía ya trayéndoles a mi casa.

Volé hacia él cuando localicé mi móvil en la mesa de la cocina y busqué en las últimas llamadas.

Tal y como creía: 29 perdidas de Alfred y 2 de Ricky. Sin hablar del infinito número de whatsapps que me habrían dejado.

No pueden vivir sin mí.

Un único tono fue necesario para recibir los primeros gritos matutinos. Pero como ya tenía experiencia en las patéticas broncas de Alfred, dejé el teléfono en la encimera y apoyé las manos en el borde de esta.

–Me cago en todo, Agoney, ¿de qué coño vas? –De un modo alterado, efectivamente, gritó–¿Es que nunca vas a llegar puntual a nada que tenga que ver con tus putos amigos?

Sonreí y me rasqué la frente por un momento. No soportaba el dolor de cabeza.

–¿Qué planazo teníamos, gatito?

–Juan Antonio tiene que probarse su traje de boda ¡¿eres gilipollas?!

–Oh, por supuesto, la fantástica boda hetero-gitana que será la envidia de toda Barcelona. De verdad, ¿cómo he podido olvidarlo?–Solté una carcajada.

One night in Ibisa. [RAGONEY].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora