Capítulo 11: Solo diecisiete.

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¡Hola! Os dejo un capítulo corto, pero en un par de días publicaré otro que tenga más o menos la misma longitud.
Gracias por los comentarios y el apoyo, no esperaba tan buena acogida del anterior capítulo.

Ya van diez mil visualizaciones y más de seiscientos cincuenta votos y buah, menuda fantasía. Gracias, en serio.

Además, deciros que los comentarios son muy importantes y me siento muy animada a escribir cuando os leo.

Por último, aclarar que a partir de ahora las fechas son muy importantes para que no os perdáis por la historia, ya que al cambiar los puntos de vista puede viajarse atrás y adelante en el tiempo.

Y que la canción que mencioné en el anterior capítulo es "la banda sonora" de este fanfic. Que lo representa palabra a palabra y que la escuchéis es mi consejo para vivirlo un poquito más de cerca.

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Agoney no supo ni cómo había sobrevivido a aquella cita. Estaba nerviosísimo pero una vez más había conseguido disimularlo. Años de práctica.

Raoul estaba muy guapo, siempre lo estaba para él.

Ojalá pudieran pegarle una hostia y quitarle ese embobamiento que tiene encima con el puto niño, pero aunque Agoney deseaba con todas sus fuerzas recibir esa bofetada, sabía que no la habría.

Cuando cerró la puerta tras despedir a Raoul, suspiró y se dirigió al baño. Ambos habían sudado mucho, pero ya era tarde y no podían ducharse juntos. Abrió el grifo y observó cómo el agua iba elevándose por las paredes de la bañera.

–¿No quieres que te lleve?
–No, no, de verdad. Si tengo un autobús que me lleva cerca.

Agoney se quedó pensativo con esa conversación, lo último que se dirían en bastante tiempo, pero eso el pobre no lo sabía.

No entendía muy bien por qué insistía en mantenerle a kilómetros de su entorno, era como... como si algo le asustase. Aunque eso de que el amor no tiene edad no estaba muy a la orden del día, así que comprendía que sus padres no fuesen a entenderlo.

Cogió un plátano de la nevera–porque hay cosas que comes y nutren, pero no alimentan–y se lo llevó a la boca.

Oyendo el ruido del chorro de agua sobre lo que ya sería la mitad de la bañera llena, se apoyó en la encimera de la cocina mientras masticaba.

Le puedo hablar mañana por la noche para quedar el martes.

Bueno, igual él tiene clase.

No, mejor será quedar para el viernes, así hago como que yo estoy ocupado y disimulo un poco...

Emprendió el camino al baño y se terminó de desvestir. Miró casi sin querer al espejo y vio un sincero reflejo: un sonriente muchacho que volvía a disfrutar de las cosas sencillas que la vida le regalaba.

Y es que en las vidas de otros puede intervenirse, pero no siempre tenga un resultado positivo, pero eso él tampoco lo sabía.

* * *

El lunes estaba siendo un día complicado para Agoney. Todo le estaba saliendo mal y no entendía por qué. Las cuentas no le salían.

Solía tardar dos horas en arreglarlas pero hoy llevaba ya cuatro. La campaña que le habían presentado era una auténtica mierda. Y había corregido hasta tres veces el trabajo a sus subordinados, pero volvían a presentar mal hasta el mínimo detalle.

One night in Ibisa. [RAGONEY].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora