3

157 23 2
                                    

Al día siguiente me despierto con un dolor de cabeza que no es normal. Mi estomago revuelto y las nauseas me avisan que la noche anterior me pasé con el alcohol. Mi cuerpo ya no lo tolera como antes, me estoy haciendo vieja. Decido darme una ducha para despejarme y bajar a comer para tener algo solido con lo que combatir la resaca.

Mis padres están en la cocina preparando la comida y enseguida mi madre se percata de mi presencia.

-Hola cariño, ¿cómo estas?.

-Bien- y me encojo de hombros.

-¿Y el nuevo libro? ¿Has podido escribir algo?

-No- le contesto mientras doy un suspiro largo- no me sale nada.

-No te preocupes, ya escribirás algo que nos deje a todos con la boca abierta- me dice mientras me acaricia el hombro. Después se va al pasillo de la casa y chilla- ¡Pilar! ¡La comida ya está lista!

Comemos los cuatro en un ambiente agradable. Hablamos de trivialidades y me pongo al día con los cotilleos del pueblo. Como no, mi madre se los sabe todos.

-Pues una quinta tuya se ha quedado embarazada de su segundo hijo. Lorena la hija del pescadero.- me dice mi madre- A ver cuando nos das una alegría como esas, que yo con tu edad ya os tenia a las dos.

Pongo los ojos en blanco por su insistencia. Es su manera de decirme que se me va a pasar el arroz.

-Hasta que no escriba un buen libro no me voy a poner a criar un mini yo.- le contesto zanjando el tema.

Recogemos la mesa y cada uno seguimos con nuestra rutina. Mi hermana se va con los amigos, mi padre a trabajar y mi madre se queda viendo la telenovela que siempre hacen después de las noticias y que le encanta. Yo subo a mi cuarto para ver si tengo algo de inspiración y cuando llevo mas de dos horas que de mi cabeza solo sale basura, decido ir a darme una vuelta por el barrio con mi portátil colgando de mi hombro.

Entro en una cafetería que de adolescente pasaba mis horas escribiendo y soñando en llegar a ser una escritora de éxito. He llegado a serlo pero ahora me he quedado seca de ideas.

Una hora y dos cafés después he conseguido escribir algo pero sigo pensando que no vale nada. No me emociona como lo hacia tiempo atrás. Enfrascada como estoy en la historia no me doy cuenta cuando alguien se sienta en la silla enfrente de mi.

-Hola- despego los ojos del ordenador y miro directamente a Matias sorprendida.

-Hola, ¿qué haces aquí?- le pregunto.

-Tomar un café- me dice encogiéndose de hombros como si fuera lo mas obvio.-¿Y tu?

-Escribir.- aprecio como se mueve su nuez cuando traga su bebida y pasa por su garganta.

-¿Puedo leerlo?- me pregunta.

-Es que... no es muy bueno y no está repasado...-dudo muerta de la vergüenza.

-Seguro que está bien- me dice mientras coge mi ordenador y le da la vuelta para encarárselo. Lo observo mientras lee las líneas que he escrito y sus cejas se arquean sorprendido. Quince minutos después termina y levanta la mirada para mirarme.- No sabia que ahora escribías genero erótico.

-Lo sé, pero es que estoy desesperada - le digo mientras noto como los colores suben a mis mejillas.

-Igualmente tienes poca imaginación para hacer las escenas de cama- y me guiña un ojo mientras en sus labios se dibuja una sonrisa canalla. Mis colores se hacen mas notables y me bebo de un trago lo que me queda de café.

-Ya sabes que no tengo experiencia en este tipo de escritura- digo intentando excusarme- Además, ¿qué sabrás tu de literatura erótica?

-Solo digo que hay muchas maneras de hacer el amor que en la posición del misionero encima de la cama.- y menea arriba y abajo sus cejas mientras rie.

-Lo se- le digo intentando sonar segura. El ambiente se ha caldeado y los dos lo sabemos.

-¿Seguro?- me pregunta mientras aparta el portátil de la mesa, apoya sus codos en ella y se acerca a mi- Te puedo enseñar mas posturas si quieres.

Su tono de voz a bajado un tono y se ha vuelto mas ronca. Yo no digo nada, me ha comido la lengua el gato y solo puedo ver como pasea la suya, en un movimiento casi imperceptible, por su labio inferior. De pronto su boca se transforma en una sonrisa gamberra y se vuelve a poner recto en su silla.

-¿Eso es una propuesta?- es lo único que sale de mi garganta.

-Si, piénsalo.- le da un último sorbo a su café y se levanta, pero se acerca a mi y me susurra a la oreja- Anoche me quedé con ganas de seguir bailando.

Se incorpora, me mira por última vez y se va. Me quedo de piedra y sin saber que hacer. Recojo mis trastos y dejo dinero para pagar los cafés encima de la mesa.

Volviendo a mis Raices  "COMPLETA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora