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Durante toda la semana siguiente Matias y yo quedamos todas las tardes para pasar un rato en su casa. Y no penséis mal, no solo para el sexo, que si, pero también para conocernos y pasar tiempo juntos.

Cada día nos hacemos mas cercanos y peligrosamente me está gustando mas estar con él. Tengo sentimientos contradictorios porque no quiero fijarme en ningún tio pero a la vez no quiero separarme de Matias. Se supone que tengo un marido que me está esperando en mi casa para que vuelva y lo arreglemos, pero me da a mi que eso no va a llegar a pasar.

Durante estos días lo hacemos de mil maneras diferentes: en el sofá, en la encimera de la cocina, contra la nevera, en la cama, contra la pared, en el suelo porque no nos ha dado tiempo a llegar a ninguna superficie..., pero quitando todo eso también escribo, y mucho. Escribo todo lo que hacemos sin llegar a poner nombres y una historia que lo conexione pero por lo menos estoy escribiendo algo que me gusta y que puede llamar la atención.

Nos entendemos muy bien en la cama y lo que no es la cama. Nos reímos, nos divertimos juntos y me siento mimada, esto se parece mas a una relación que lo que tenía con mi marido en el ultimo año. Y me gusta, me gusta muchísimo Matias y por eso estoy tan aterrorizada. No le he dicho que estoy casada y decírselo y que dé por terminada nuestra relación por mentirle me da pavor. Dentro de dos días tendré que volver a la ciudad y continuar con mi vida. Aun que ahora más que nunca, se que será sin Eduardo.

***

La tarde del sábado estamos en el sofá de casa de Matias viendo una película cuando me suena el móvil. No me da tiempo a cortar la llamada y se que él a ha visto el nombre.

-¿Quien es Eduardo?- me pregunta. Yo me pongo tensa por la situación y decido decir la verdad. No puedo seguir mintiéndole, además el lunes me volveré a mi casa para poder escribir el manuscrito que le tengo que mandar a la casa editorial. Doy un suspiro largo para armarme de valor y lo digo.

-Es mi marido- Matias se separa de mi como si mi piel le quemara y me mira con los ojos muy abiertos.

-¿¿Tu marido??- me pregunta levantando la voz.

-Si. Mira, lo siento por no contártelo antes pero...

-¿¿Lo siento por no contártelo antes??- grita- ¡Has tenido dos semanas para contármelo!

-Ya, pero escucha...- le digo intentando que se calme pero vuelve a cortarme.

-¡No quiero escucharte! ¿Qué eres, una guarra?- eso me hace explotar. No me deja que me explique.

-¡No te permito que me insultes!- le grito de vuelta.

-¡Pues fuera de mi casa! ¡Por que lo que vas a oír aquí solo van a ser insultos!- me dice mientras apunta con su dedo la puerta. Con mi orgullo y mi cabreo recojo mis cosas y me marcho, pero antes de salir por la puerta me giro y lo veo sentado en el sofá con la cabeza entre las manos.

-No es lo que parece- le digo intentando que me deje que me explique.

-¡Fuera!- me grita y con eso último atravieso y cierro la puerta de un portazo.

***

Pasan dos días y no recibo ningún mensaje de Matias. Creía que si pasaba el tiempo y se tranquilizaba me llamaría para que le diera una explicación, pero no lo hace.

Recojo mis cosas de casa de mis padres y me despido de mi familia prometiéndoles que iré mas veces a verlos. Y con el corazón en un puño me monto en el coche y me pongo rumbo a mi casa.

Ver mi piso vacío me llena de tristeza. Mi exmarido no está y en lo único que puedo pensar es en Matias. Si, ahora casi puedo decir que es mi exmarido porque la llamada que recibí hace dos días era para decirme que lo había pensado mucho pero que ya no sentía lo mismo por mi, y justo en ese momento, no pudo darme mas igual. Porque lo único que tenía en mente eran los últimos momentos que había pasado con Matias. Yo tampoco sentía ya nada por Eduardo. Si, nos quisimos, pero muy pronto y muy rápido. Y aunque no me lo había dicho, yo sabia que había conocido a otra.

Toda la semana me lo pasé escribiendo, recordé todo lo que hice durante estas tres últimas semanas. El olvido en el que nos habíamos sumido Eduardo y yo, la monotonía que nos había comido, el calor de mi familia y mis pueblo, el como disfruté con mi hermana, volviendo a sentirme joven y sobre todo cada segundo que pasé con Matias y aunque nuestra historia de adolescentes no es tan romántica como para escribirla en un libro, todo lo que hemos vivido estas ultimas semanas que nos hemos reencontrado si. Porque cada vez que hacíamos el amor, cada vez que me miraba con esos ojos que desprendían adoración, cada vez que me tocaba, cada beso y cada risa que me robaba... para mi a sido mi historia de amor perfecta. Cuando estaba en un túnel que veía oscuro, él fue la luz que me ayudó a salir y ver que podía vivir de otra manera.

Lloro con cada palabra que escribo y me doy cuenta en lo enamorada que estoy de Matias sin haberme dado cuenta. Echo de menos su fuerza y sus ganas de besarme siempre.

El domingo por la mañana estoy desayunando y el tiembre de la casa hace despertarme de mi ensoñación que siempre tengo antes de tomarme el café. Cuando abro me quedo de piedra. Delante de mi tengo a Matias mas guapo que nunca y con una sonrisa radiante en los labios. Y yo con mi pelo despeinado y mi pijama.

-¿Puedo pasar?- me pregunta.

-Si claro- le contesto. Cierro la puerta después de que entre. ¿Qué haces aquí?- le pregunto con el corazón bombeando sangre frenéticamente.

-Me lo ha contado todo tu hermana- me dice mientras me mira fijamente.

-¿Cuando?- le pregunto. Mi hermana era la única que sabia que me estaba viendo con él y que cuando me fui estaba destrozada por como habían acabado las cosas.

-Anoche. Me acerqué a ella cuando no te vi. Me ha dicho que aun es tu marido pero que no estais ya juntos.

-Eso es, aun no nos hemos divorciado.- le digo. Estoy deseando besarle pero realmente no sé a que ha venido y no quiero parecer estúpida.

-Lo siento por no dejar que te explicaras. Soy un idiota- y da un paso a mi- Hace dos años estaba saliendo con una chica y me pasó algo parecido. Durante un año estuvo saliendo conmigo y con otro mas. Por eso me puse como me puse. Me hizo daño.

-Estas perdonado.- le digo en un susurro sorprendida por su historia.

-Y perdóname también por haberte insultado- me dice mientras me coge con las dos manos mi cara y acerca su rostro al mío. Mi corazón amenaza con salirse del pecho y solo puedo asentir. Coloca sus labios sobre los mios en un dulce beso que me sabe a gloria. Lo he echado mucho de menos y se lo devuelvo con desesperación.

Nos besamos como si nos faltara el aire, como si lleváramos meses sin vernos.

-Me gustas mucho Amaia. Volvamos a intentarlo por favor.- y vuelve a besarme sin dejar que conteste.

Entre caricias, besos y mordiscos hacemos el amor sobre el sofá del comedor. Devorándonos mutuamente como si mañana se acabara el mundo. Nos desnudamos, nos amamos y nos volvemos locos el uno con el otro

Y por fin me siento completa. Tengo mi historia, un amor y unos momentos preciosos por haber vuelto a mis raíces.

Volviendo a mis Raices  "COMPLETA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora