9. Todo el mundo es gay

1.9K 341 88
                                    

Los tres chicos se dirigieron hacia casa de Todoroki. Al llegar y ver la fachada, Izuku no podía dar crédito a lo que sus ojos veían. ¿Había siquiera casas tan grandes por esa zona?

—Cierra la boca, que te entran moscas —se burló Katsuki de la cara de asombro del pecoso.

—No es para tanto —dijo Todoroki.

—Eres un maldito modesto con lentillas de colores —se quejó Katsuki.

—¿Lentillas? Yo no uso lentillas —afirmó Todoroki, a lo que Katsuki e Izuku se miraron confusos—. Nací así, se llama heterocromía —explicó.

—No me digas que también naciste con heterocromía en el pelo —se volvió a bufar Katsuki, recibiendo un codazo disimulado por parte de Izuku.

—Eso es tinte, está a la moda —respondió, haciendo a los otros reír. Seguidamente sacó las llaves y abrió la puerta.

Entraron en su casa y, por supuesto, el interior no desentonaba con el exterior: muebles en tonos claros y limpios, suelo impecable de mármol italiano, decoración fina, algunas plantas exóticas, grandes ventanales que daban unas espléndidas vistas del parque... Ambos chicos se sintieron como si acabaran de entrar en Narnia. Todoroki les indicó que iría a la cocina a por algo de beber, así que los dos invitados esperaron en la sala de estar.

—A todo esto, ¿dónde están Kirishima y Kaminari? —preguntó Izuku mientras ojeaba a su alrededor con fascinación.

—Seguramente se fueron juntos a estudiar o algo —respondió Katsuki haciendo un gesto de comillas con los dedos, lo cual desconcertó un poco a Izuku.

Todoroki apareció desde el pasillo con algo de té verde. Les invitó a tomar asiento y comenzaron a charlar. El pecoso comenzó a bombardear a Todoroki con preguntas sobre su vida, le parecía una persona bastante interesante. Sin embargo, Katsuki parecía estar allí de adorno, pues no prestaba ninguna atención a los otros y no paraba de ojear la hora en su móvil, esperando que así pasara el tiempo más rápido, aunque no le estaba funcionando demasiado bien.

Una hora más tarde, Izuku decidió que era hora de irse porque debía alimentar a su perro y Katsuki no podía estar más contento con ello.

—Ha sido un placer, Todoroki. Cuando quieras puedes venir a mi apartamento, aunque no es de tu gusto, probablemente... —ofreció Izuku pensativo, pues su apartamento era humilde y acogedor, posiblemente algo a lo que Todoroki no estaba acostumbrado.

—No te preocupes, Midoriya, no me importa eso —respondió pretendiendo animarlo, ganándose una sonrisa del pecoso, a lo cual Katsuki chasqueó la lengua con molestia.

—Ya vale con la cursilería, nos vamos —bufó Katsuki agarrando a Izuku del brazo y tirando de él para irse de allí de una vez por todas.

—¡Hasta mañana, Todoroki! —se despidió Izuku mientras era arrastrado por el rubio, recibiendo en respuesta un ademán de despedida por parte de Todoroki—. Katsuki, me haces daño... —dijo al sentir como apretaba su brazo con más fuerza, haciendo que este lo soltara de inmediato.

Después de eso, prosiguieron andando unos segundos en silencio.

—¿No es genial? —decidió hablar Izuku.

—¿El qué?

—Todoroki. Normalmente las personas que tienen tanto dinero son engreídas, pero a mí me resultó todo lo contrario —comentó con una sonrisa, observando a Katsuki—. ¿A ti no? —preguntó al ver que no recibía respuesta alguna.

El rubio desvió su mirada hacia el menor, uniéndola con la suya durante unos segundos.

—¿Te gusta? —inquirió repentinamente. Izuku quedó perplejo ante la pregunta y se ruborizó de inmediato.

—¡Claro que no, acabamos de conocerlo! —gruñó en un tono algo molesto, la pregunta le pareció un tanto insensible.

—Solo preguntaba —se excusó el rubio, el cual seguía creyendo que sí le gustaba a pesar de la reciente negativa.

Continuaron andando hasta que llegó un punto en el que debían dividir sus caminos.

—Yo voy por arriba —indicó Katsuki.

—Tu apartamento está por el otro lado —comentó confuso el pecoso.

—Sé dónde está mi apartamento, idiota. Voy a ver al pelo regla, tenemos cosas de las que hablar —explicó.

—Ah, está bien. Nos vemos mañana entonces —despidió Izuku, recibiendo un gesto con la mano por parte del rubio.

Izuku prosiguió su camino mientras la curiosidad lo atormentaba. ¿Qué tenía que hablar con Kirishima? Sabía que eran muy buenos amigos y, de alguna forma, no le gustó como sonaba eso. Una vibración en el bolsillo de su pantalón lo sacó de sus pensamientos y decidió mirar quién le había escrito, llevándose una sorpresa al ver que era su buen amigo Denki.

●●●

Katsuki andaba con tranquilidad por la acera, rumbo a casa de su amigo pelirrojo, el cual parecía encontrarse en una crisis amorosa bastante complicada. Al llegar, tocó la puerta repetidas veces y una mano lo arrastró dentro sin una pizca de sutileza.

—Dime que no te ha visto nadie —suplicó Kirishima con notorio nerviosismo.

—No me ha visto nadie, ¿qué diablos te pasa? —preguntó Katsuki con molestia.

—Si alguien te ve, pueden empezar a hacer rumores de que estamos saliendo, ¡y eso es lo último que quiero! Necesito que Kami sepa que estoy muy, pero que muy soltero —explicó—. Ven, hablemos en el salón.

Katsuki suspiró con resignación. ¿Cómo había acabado en semejante situación si su vida era de lo más aburrida hacía apenas unos meses?

—Y dime, ¿qué tal tu día? —preguntó Kirishima una vez hubieron tomado asiento en el sofá.

—Pues... He ido con Izuku a ver la casa del nuevo niño rico —respondió queriendo demostrar indiferencia, aunque el pelirrojo no era tan tonto como parecía.

—No pareces del tipo de persona al que le interesa ver las casas de los demás —mencionó Kirishima, incitándolo a decir la verdad.

—Solo fui por Izuku. No quería dejarlo solo con ese tío —afirmó, confirmando las sospechas de su amigo.

—No tiene pinta de ser mala persona. Además, es muy guapo, puede que a Izuku le guste —agregó con picardía.

—Lo dudo —gruñó.

—Ya, bueno, seguro que el tal Todoroki es todo un mujeriego.

—Más le vale —agregó Katsuki—. Quiero decir... Que me da igual, como si quiere salir con Izuku —se excusó al notar la mirada acusatoria de Kirishima encima suya—. No he venido para hablar de ese idiota, cuéntame qué ha pasado, casi me desgastas el Whatsapp a mensajes —dijo tratando de desviar el tema.

—Pues... hemos pasado la tarde juntos. No ha ido mal, aunque tampoco diría que ha ido bien. Hubo varias ocasiones en las que se quedaba callado o desviaba la mirada, tal vez se sienta incómodo conmigo... —se lamentó el pelirrojo—. No sentí ninguna señal de que le guste —continuó.

—Tiempo al tiempo —trató de reconfortarlo el rubio en su mejor intento.

—¿Y si nunca me ve como algo más? ¿Y si me rechaza porque le parezco feo? ¡¿Y si le parecen asquerosas las relaciones entre hombres?! —gritó entrando en pánico.

—Oye, escúchame. Si le pareces feo es que es un superficial de mierda y no vale la pena, y si le dan asco las relaciones entre hombres es que es un homófobo de mierda y tampoco vale la pena. Si le gustas no será ni por tu cara, ni por tu género, sino por cómo eres. Así que tienes que demostrarle que eres una buena persona que se preocupa por él, eso es lo único que realmente importa.

Kirishima quedó anonadado por el reciente sermón de Katsuki. No creía que él fuera capaz de decir algo tan maduro.

—Oye, tío... ¿no estarás enamorado de mí? —preguntó confuso.

—¡Claro que no, idiota! ¡Solo trato de ayudarte! —bufó con furia.

—Ah, es cierto, si a ti te gusta Izuku —musitó aliviado sin percatarse de sus palabras, recibiendo en consecuencia la paliza de su vida por despistado.

Al cruzar la esquina [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora