19. Romper y recomponer

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El chico de ojos esmeralda se encontraba tapado con varias sábanas, recibiendo una acogedora calidez. Pero no eran las sábanas las que se la proporcionaban, sino el rubio con el que se encontraba acurrucado, el cual jugueteaba con su mano.

—Katsuki, debo irme... —musitó, recordando que tenía que darle de desayunar a Jothin.

—Quédate un poco más, estoy a gusto así —pidió el otro, acariciando sus dedos.

—Mi perro se va a morir de hambre... luego puedo volver —propuso Izuku.

—Está bien —accedió finalmente—. Pero no tardes —dijo, apartándole el verdoso pelo de la frente para besarla.

—Descuida—. Se levantó de la cama con pesadez, cogió sus prendas y se vistió rápidamente. Ya se daría una ducha en su casa—. Ahora vuelvo —se despidió el pecoso, dirigiéndose hacia la puerta.

—No tardes —volvió a recordarle el rubio, recibiendo una sonrisa consoladora.

Al salir del apartamento, el aire fresco golpeó su rostro. Se sentía extremadamente bien.
Emprendió el paso rápidamente, no quería hacer esperar mucho a Katsuki, pues tenía una conversación importante pendiente con él.

Iba recordando lo ocurrido la noche anterior mientras caminaba, haciendo que una sonrisa se dibujara en su rostro de forma inconsciente.

—Te veo muy feliz —comentó alguien, sacándolo de sus pensamientos.

Enfrente suya se encontraba Todoroki, apoyado en la puerta de su casa mientras lo miraba fijamente.

—Te he llamado al móvil mil veces y no respondías. Tampoco estabas en tu casa, ¿puedes decirme de dónde vienes? —inquirió en un tono acusatorio. No era tonto, sabía quién vivía en la calle de al lado.

Izuku quedó paralizado. Sabía que tenía que enfrentarse a Todoroki tarde o temprano, pero desde luego no esa misma mañana. Tampoco había estado pendiente del teléfono en absoluto, además de que lo tenía en modo silencio. Sabía que tenía que cortar con él, pero no esperaba hacerlo en ese momento. Aún no tenía preparado qué decir.

—¿No tienes nada que decir? —volvió a hablar Todoroki ante el silencio sepulcral de Izuku.

—Lo siento... —Es todo lo que pudo decir en ese momento, su mente era un caos.

—¿Qué es lo que sientes, exactamente? ¿Que a tu novio no le dejas tener sexo contigo pero sí al vecino de al lado? —preguntó Todoroki, cabreado.

—Todoroki, no seas grosero, no sabes lo que ha pasado —respondió el pecoso con notorio disgusto en la voz, pues a pesar de que la había cagado, odiaba que lo acusaran sin pruebas.

—Pues ya estás tardando en contármelo —exigió.

La actitud altanera de Todoroki no era del agrado del pecoso. Sin embargo, entendía su cabreo y se merecía una explicación.

—Lo siento, Todoroki —volvió a disculparse, esta vez con un tono serio—. Podría mentirte y cortar contigo por lo sano, pero creo que mereces saber la verdad—. Siempre podría negar haberle puesto los cuernos e inventar cualquier excusa para acabar con la relación, pero después de estar con Katsuki se dio cuenta de lo que realmente quería y se lo haría saber—. Ahora me doy cuenta —prosiguió—. No es que no me sintiera preparado para tener relaciones, sino que no eras la persona adecuada. Debes comprender que nuestra relación siempre fue extraña, ni siquiera me gustabas al principio y, aunque fui cogiéndote cariño con el tiempo, no era el tipo de sentimiento que te hace amar a una persona. Me di cuenta ayer, tras pasar la noche con Katsuki... Siento mucho que haya ocurrido de esta manera —explicó, sacando valor de ni él sabía dónde.

Al cruzar la esquina [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora